jueves, 22 de marzo de 2018

Venezuela: una Roxana sin Cyrano




Dios bajó ayer a Virginia, donde vivo, en la forma de una gran nevada, esa versión meteorológica del Cordero de Dios, la cual borra todas las imperfecciones del paisaje. 
                                            

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El bello manto blanco le restituyó, al menos por un tiempo, su virginal apariencia.  Por feliz coincidencia encontré en la televisión al film “Cyrano de Bergerac”, la obra teatral de Edmund Rostand, llevada a la pantalla con José Ferrer. No pude  dejar de verla de nuevo, disfrutando de sus hermosos  diálogos y  su alto nivel poético. Cyrano representa  las cualidades divinas de sacrificio, amor y nobleza, cualidades que lo hacen trascender de su modesta condición humana. 
La historia es clásica: dos hombres, uno físicamente atractivo, Cristián,  pero sin atractivo intelectual y otro  de brillante intelecto y maravillosos sentimientos, Cyrano, pero desfigurado por una larguísima nariz, ambos enamorados de una bella y dulce mujer, Roxana.
Roxana ve al bello Cristián y oye la voz  del escondido Cyrano, una voz que le dice bellas palabras que le llegan al corazón, que la enamoran. Enamorada de la belleza física de Cristián y de la personalidad oculta de Cyrano, Roxana se casa con Cristián, a quién considera la combinación perfecta de belleza exterior e interior. Ambos  se van a la guerra y, durante  la ausencia, Cyrano le escribe a Roxana cartas diarias llenas de hermosas y tiernas frases, lo cual consolida su amor.
Cristián muere en combate y, a su regreso, Cyrano sigue amando a Roxana en silencio y  se convierte, por años en fiel visitante de la inconsolable viuda,  quien se ha retirado a un convento. En su vida pública Cyrano se gana enemigos por su vigorosa actitud en contra de los corruptos miembros de la sociedad de la época. Esos enemigos le hieren en una emboscada y, gravemente herido, Cyrano va a hacerle a Roxana su visita prometida , que resulta ser la última y durante la cual ella descubre que Cyrano era quien le hablaba, de quien ella se había realmente enamorado, quien verdaderamente la había conquistado con su belleza interior.
Es una conmovedora historia, una alegoría que puede prestarse a múltiples interpretaciones. Pienso en la sufrida Venezuela y me la imagino como una desconsolada Roxana, seducida por el populismo, el equivalente político de atractivo físico pero desprovisto de nobleza y de calidad intelectual . Como Roxana, quizás nuestra Venezuela  solo encontrará a Cyrano, su verdadero amor, demasiado tarde.  Como Roxana, Venezuela se ha dejado llevar por las apariencias, olvidando – una y otra vez -  a quien le hablaba con nobleza, a quien  la hubiera tratado con desprendimiento y animado de un verdadero espíritu de sacrificio.
Por ello, corre un gran riesgo de morir compadecida pero abandonada.

1 comentario:

Mario Moretti dijo...

Una alegoria perfecta!! Creo que a nuestro Cyrano lo tienen amedrentado...amordazado!
Algo debe estar tramando. Me refiero a Leopoldo Lopez, el unico Cyrano de Venezuela.