lunes, 14 de mayo de 2018

La izquierda venezolana entre la prostitución y la cobardía



Cuando yo estaba activo en la industria petrolera venezolana, en la década de 1970, no pasaba un día sin que miembros destacados de la izquierda venezolana se expresaran de manera crítica en contra de PDVSA. Gonzalo Barrios (izquierda moderada) decía que los ejecutivos petroleros ganaban demasiado dinero.  La izquierda caviar se refería a la gerencia petrolera como apátrida y colonizada. La extrema izquierda enquistada en las universidades, como Francisco Mieres y Gastón Parra hablaba de una nacionalización “chucuta”. Saboteadores de oficio como Radamés Larrazábal trinaban en contra de los títeres del imperialismo refugiados en la empresa. Los  ex-guerrilleros quienes se habían alzado en contra de los gobiernos democrático de AD, en las montañas, en Carúpano y Puerto Cabello, enfilaban sus baterías en contra de la industria petrolera nacionalizada. Los traidores a la patria, quienes le habían servido de baqueanos a los invasores cubanos en Machurucuto se permitían hablar mal en contra de la gerencia profesional que administraba la empresa.
Grandes protestas se dirigían hacia las “colitas” dadas a los familiares de los gerentes de PDVSA en los aviones de la empresa. Cuando estalló el escándalo de los PetroEspías, el único que conmovió la industria recién nacionalizada, por cierto denunciada por la misma empresa, el coro de críticos sugirió que ello era indicio de una corrupción generalizada.
A pesar de esas críticas la PDVSA liderada por el General Rafael Alfonzo Ravard se colocó entre las primeras empresas petroleras del mundo y ganó credibilidad y respeto en el sector petrolero mundial. Debido a su ceguera ideológica la izquierda venezolana nunca la aceptó como válida sino que continuó atacándola.
¿Qué pasa hoy en día? Aunque la mayoría de los críticos originales han muerto, sus discípulos y los escasos sobrevivientes de aquella época ven la ruina total de PDVSA, la corrupción, el desplome operacional, el uso de aviones de la empresa para  ladrones, compinches, parásitos  y prostitutas internacionales con indiferencia y  en cobarde silencio.
La izquierda venezolana h sido cómplice pasivo y activo del desplome y de la prostitución de PDVSA, de su conversión en quincalla de ofertas populistas para un pueblo hambriento y agradecido por limosnas tales como gasolina gratis, CLAPS, bonos y misiones. Han sido algunos de sus miembros quienes han conducido a PDVSA al abismo, hampones como Ali Rodríguez, Rafael Ramírez, Hugo Chávez y Nicolás Maduro.   Gastón Parra, teórico del marxismo, apenas duró semanas en la presidencia de la empresa, apenas un indigno instrumento político de Chávez. Mieres logró ser embajador de Chávez en Moscú y salió en desgracia. Carlos Mendoza Potellá ha durado bastante como asesor de organismos del narco-régimen y hasta se permite hoy ser un moderado crítico de la tragedia petrolera venezolana, quizás el único “disidente” de la  izquierda complaciente.
¿Como se explica este desdoblamiento ético, este colapso de la conciencia? Yo no lo sé porque, para saberlo, hay que ser un venezolano de izquierda, con mente llena de clichés y mitos que vienen desde la Rusia de Stalin y la Cuba de Fidel Castro. Hay que ser prisionero de dogmas absurdos, de filosofías políticas negadas por la realidad, de una teología política donde coexisten algunos buenos deseos y algunos sentimientos de solidaridad con los pobres  con el odio hacia la clase media, con lecturas indigestas, con complejos de inferioridad  y con nuevos deseos de poder y riquezas.
No nos engañemos: estos izquierdistas del chavismo han dejado a un lado sus ideas de solidaridad social para dedicarse a hacer dinero. Las familias Chávez, Maduro y los El Aissami y los Merentes de la Venezuela del siglo XXI han amasado grandes fortunas de manera criminal. Y aún quienes no han querido robar por pertenecer al grupo honesto del izquierdismo todavía defienden los procesos que mantienen a los ladrones en el poder, ya que el peso del compromiso ideológico es demasiado grande. Cierran los ojos ante el desastre.
Por eso es que estos cobardes del izquierdismo chavista han inventado la “guerra económica”, la “siembra petrolera”, las “misiones” y el diálogo a lo Falcón y Timoteo desde el cual urgen la coexistencia pacífica con el régimen. Están agobiados bajo el lastre muy pesado de décadas de adoctrinamiento ideológico que les ciega ante las evidentes señales de podredumbre del régimen de Maduro. Todavía hoy hay miembros destacados de la izquierda venezolana y latinoamericana que rehúsan ver al narco - régimen venezolano como una despreciable dictadura. Después de todo, son los mismos que solían ir en peregrinación a postrarse de rodillas ante Fidel Castro en La Habana, los mismos que firmaron el grotesco y sumiso manifiesto de bienvenida a Fidel Castro en una de sus visitas a Caracas.
Así como siempre he admirado la izquierda venezolana y de “El Morrocoy Azul”, a lo Aquiles Nazoa y Antonio Arráiz, la cual tuvo entre sus filas a intelectuales de valor, gente idealista y sana, así desprecio a esta izquierda adoctrinada y servil, a lo José Vicente Rangel,  la cual acepta hoy en silencio y hasta participa activamente del desastre que ha significado el narco-régimen de Hugo Chávez y Nicolás Maduro apoyado por la Fuerza Armada que ha saqueado las finanzas venezolanas durante los últimos 20 años.
 Esa es una izquierda cobarde y doblemente traidora.

4 comentarios:

Mario Moretti dijo...

Excelente escrito. Ni mas ni menos que "La Rebelion En La Granja" de Orwell,donde la granja es Pdvsa. Nada mas parecido!!

Anónimo dijo...

En realidad esos llamados izquierdistas, muy pocas excepciones, no eran mas que un grupo de fracasados intelectuales que no habían logrado éxitos en sus vidas y veían a PDVSA como una suculenta opción para sus desmanes, en buena parte por envidias y desconocimiento de lo complejo que es ésa industria. Abrir un hueco y sacar petróleo no puede ser muy complicado, verdad?
Desgraciadamente aprovecharon la ignorancia y traición de Chavez, un lambucio de los Castro, para montarse ¨en el coroto¨ y enchufarse en una de corrupción y malversación sin paralelo en la historia moderna.
Resultado? Ahí está a la vista....la producción en caída libre, las refinerías destruidas, la morosidad increíblemente alta, y ahora les cae la ley internacional por no pagar las decisiones de los arbitrajes que han perdido (todos!), y de las empresas a las que le deben sus servicios y productos. PDVSA es hoy un cdaver que hay que enterrar.

Anónimo dijo...

Algo tiene la izquierda, la corrupta y la no tan corrupta -leer lo que pensaba Dostoiewski en "los demonios"- y es ese fanatismo que siempre resulta en la pretendida superioridad moral a pesar de los desastrosos resultados. El hijo de Nazoa, Claudio, detesta el comunismo y resiente, por ejemplo, que en su casa no se celebrara la Navidad. Otros hijos de comunistas que conozco y que no menciono porque a diferencia de Claudio no han hecho públicas sus vivencias, no son comunistas sino casi siempre
de convicciones democráticas. Por algo será. El marxismo es una enfermedad mental. Casos hay de personas que buscaton ayuda psicológica para deslastrarse de esa patología. Como una desnazificación, pues. Tampoco los menciono por respeto.

Anónimo dijo...

No milito en política, solo siento una revolución interior física y espiritual?, al tener que rosar con los llamados de izquierda y vivir bajo la suela de sus inmundos zapatos me convierte en primitivo animal que se remite solo a sobrevivir,el objetivo de este comentario es decirle que bien me siento al leer sus publicaciones, genera usted un refrescante ambiente, aunque hable de política y entornos tristes.