Cuando yo estaba activo en la industria petrolera venezolana, en la década
de 1970, no pasaba un día sin que miembros destacados de la izquierda venezolana
se expresaran de manera crítica en contra de PDVSA. Gonzalo Barrios (izquierda
moderada) decía que los ejecutivos petroleros ganaban demasiado dinero. La izquierda caviar se refería a la gerencia petrolera
como apátrida y colonizada. La extrema izquierda enquistada en las universidades,
como Francisco Mieres y Gastón Parra hablaba de una nacionalización “chucuta”. Saboteadores
de oficio como Radamés Larrazábal trinaban en contra de los títeres del
imperialismo refugiados en la empresa. Los
ex-guerrilleros quienes se habían alzado en contra de los gobiernos
democrático de AD, en las montañas, en Carúpano y Puerto Cabello, enfilaban sus
baterías en contra de la industria petrolera nacionalizada. Los traidores a la
patria, quienes le habían servido de baqueanos a los invasores cubanos en
Machurucuto se permitían hablar mal en contra de la gerencia profesional que
administraba la empresa.
Grandes protestas se dirigían hacia las “colitas” dadas a los familiares de
los gerentes de PDVSA en los aviones de la empresa. Cuando estalló el escándalo
de los PetroEspías, el único que conmovió la industria recién nacionalizada,
por cierto denunciada por la misma empresa, el coro de críticos sugirió que
ello era indicio de una corrupción generalizada.
A pesar de esas críticas la PDVSA liderada por el General Rafael Alfonzo
Ravard se colocó entre las primeras empresas petroleras del mundo y ganó
credibilidad y respeto en el sector petrolero mundial. Debido a su ceguera
ideológica la izquierda venezolana nunca la aceptó como válida sino que
continuó atacándola.
¿Qué pasa hoy en día? Aunque la mayoría de los críticos originales han
muerto, sus discípulos y los escasos sobrevivientes de aquella época ven la
ruina total de PDVSA, la corrupción, el desplome operacional, el uso de aviones
de la empresa para ladrones, compinches,
parásitos y prostitutas internacionales
con indiferencia y en cobarde silencio.
La izquierda venezolana h sido cómplice pasivo y activo del desplome y de la
prostitución de PDVSA, de su conversión en quincalla de ofertas populistas para
un pueblo hambriento y agradecido por limosnas tales como gasolina gratis,
CLAPS, bonos y misiones. Han sido algunos de sus miembros quienes han conducido
a PDVSA al abismo, hampones como Ali Rodríguez, Rafael Ramírez, Hugo Chávez y
Nicolás Maduro. Gastón Parra, teórico del marxismo, apenas
duró semanas en la presidencia de la empresa, apenas un indigno instrumento
político de Chávez. Mieres logró ser embajador de Chávez en Moscú y salió en
desgracia. Carlos Mendoza Potellá ha durado bastante como asesor de organismos
del narco-régimen y hasta se permite hoy ser un moderado crítico de la tragedia
petrolera venezolana, quizás el único “disidente” de la izquierda complaciente.
¿Como se explica este desdoblamiento ético, este colapso de la conciencia?
Yo no lo sé porque, para saberlo, hay que ser un venezolano de izquierda, con
mente llena de clichés y mitos que vienen desde la Rusia de Stalin y la Cuba de
Fidel Castro. Hay que ser prisionero de dogmas absurdos, de filosofías
políticas negadas por la realidad, de una teología política donde coexisten
algunos buenos deseos y algunos sentimientos de solidaridad con los pobres con el odio hacia la clase media, con
lecturas indigestas, con complejos de inferioridad y con nuevos deseos de poder y riquezas.
No nos engañemos: estos izquierdistas del chavismo han dejado a un lado sus
ideas de solidaridad social para dedicarse a hacer dinero. Las familias Chávez,
Maduro y los El Aissami y los Merentes de la Venezuela del siglo XXI han amasado
grandes fortunas de manera criminal. Y aún quienes no han querido robar por
pertenecer al grupo honesto del izquierdismo todavía defienden los procesos que
mantienen a los ladrones en el poder, ya que el peso del compromiso ideológico
es demasiado grande. Cierran los ojos ante el desastre.
Por eso es que estos cobardes del izquierdismo chavista han inventado la “guerra
económica”, la “siembra petrolera”, las “misiones” y el diálogo a lo Falcón y
Timoteo desde el cual urgen la coexistencia pacífica con el régimen. Están
agobiados bajo el lastre muy pesado de décadas de adoctrinamiento ideológico que
les ciega ante las evidentes señales de podredumbre del régimen de Maduro.
Todavía hoy hay miembros destacados de la izquierda venezolana y
latinoamericana que rehúsan ver al narco - régimen venezolano como una despreciable
dictadura. Después de todo, son los mismos que solían ir en peregrinación a postrarse
de rodillas ante Fidel Castro en La Habana, los mismos que firmaron el grotesco
y sumiso manifiesto de bienvenida a Fidel Castro en una de sus visitas a
Caracas.
Así como siempre he admirado la izquierda venezolana y de “El Morrocoy Azul”,
a lo Aquiles Nazoa y Antonio Arráiz, la cual tuvo entre sus filas a
intelectuales de valor, gente idealista y sana, así desprecio a esta izquierda
adoctrinada y servil, a lo José Vicente Rangel,
la cual acepta hoy en silencio y hasta participa activamente del
desastre que ha significado el narco-régimen de Hugo Chávez y Nicolás Maduro
apoyado por la Fuerza Armada que ha saqueado las finanzas venezolanas durante
los últimos 20 años.
Esa es una izquierda cobarde y
doblemente traidora.
4 comentarios:
Excelente escrito. Ni mas ni menos que "La Rebelion En La Granja" de Orwell,donde la granja es Pdvsa. Nada mas parecido!!
En realidad esos llamados izquierdistas, muy pocas excepciones, no eran mas que un grupo de fracasados intelectuales que no habían logrado éxitos en sus vidas y veían a PDVSA como una suculenta opción para sus desmanes, en buena parte por envidias y desconocimiento de lo complejo que es ésa industria. Abrir un hueco y sacar petróleo no puede ser muy complicado, verdad?
Desgraciadamente aprovecharon la ignorancia y traición de Chavez, un lambucio de los Castro, para montarse ¨en el coroto¨ y enchufarse en una de corrupción y malversación sin paralelo en la historia moderna.
Resultado? Ahí está a la vista....la producción en caída libre, las refinerías destruidas, la morosidad increíblemente alta, y ahora les cae la ley internacional por no pagar las decisiones de los arbitrajes que han perdido (todos!), y de las empresas a las que le deben sus servicios y productos. PDVSA es hoy un cdaver que hay que enterrar.
Algo tiene la izquierda, la corrupta y la no tan corrupta -leer lo que pensaba Dostoiewski en "los demonios"- y es ese fanatismo que siempre resulta en la pretendida superioridad moral a pesar de los desastrosos resultados. El hijo de Nazoa, Claudio, detesta el comunismo y resiente, por ejemplo, que en su casa no se celebrara la Navidad. Otros hijos de comunistas que conozco y que no menciono porque a diferencia de Claudio no han hecho públicas sus vivencias, no son comunistas sino casi siempre
de convicciones democráticas. Por algo será. El marxismo es una enfermedad mental. Casos hay de personas que buscaton ayuda psicológica para deslastrarse de esa patología. Como una desnazificación, pues. Tampoco los menciono por respeto.
No milito en política, solo siento una revolución interior física y espiritual?, al tener que rosar con los llamados de izquierda y vivir bajo la suela de sus inmundos zapatos me convierte en primitivo animal que se remite solo a sobrevivir,el objetivo de este comentario es decirle que bien me siento al leer sus publicaciones, genera usted un refrescante ambiente, aunque hable de política y entornos tristes.
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