En Salmos 37,25 uno puede leer: “Fui
joven, ya soy viejo/nunca vi al justo abandonado/ni a su linaje mendigando el
pan”. Pero luego leemos al poeta Inglés Edmund Blunden, quien nos dice en su
poema “Un Informe sobre la experiencia”: “He sido joven/y ahora no soy
demasiado viejo/ y he visto al justo abandonado/arrebatada su salud, su honor y
su carácter, esto no es lo que nos habían contado”.
En efecto, esto no es lo que nos
habían contado
El pasaje de la Biblia arriba
citado contiene el mensaje esencial que nuestros padres y maestros nos hicieron
llegar, de múltiples formas, cuando éramos niños y adolescentes, hasta hacer de
sus mensajes un ropaje que se ha transformado en parte integral de nuestro
cuerpo. Lo que nos dice Edmund Blunden
es diametralmente opuesto. A nuestra edad, ya viejos o no demasiados viejos,
vemos como al justo se le abandona y como se le arrebata la salud y el honor a
quienes luchan por mantenerse fieles a las prédicas recibidas desde su
nacimiento. Vemos con asombro que quienes luchan por sus principios, los cuales
deberían ser universales, son considerados como “peligrosos radicales”,
como seres anormales.
Nuestro viaje por la vida
venezolana ha entrado en cielos llenos de nubarrones, sin que sea fácil ver el
trazo del camino. Lo único reconfortante es sentir en las manos la brújula que
nos regalaron nuestros mentores:
Uno recuerda al padre:
“No abandones nunca el camino
correcto, rechaza tomar atajos”
A la madre:
“la bondad siempre triunfa sobre
la maldad”
A la maestra de primaria:
“ La virtud es siempre
reconocida”
Al maestro de filosofía:
“El imperativo categórico de Kant nos lleva a
hacer lo correcto aun cuando seamos los únicos que lo hacemos”.
A los novelistas:
“El crimen no paga”.
A los amigos:
“Has sabido abandonar los caminos del compromiso
que conducirían a un éxito fácil…. Todo éxito contaminado por el abandono de
nuestro código de vida no vale la pena… para nadie”.
Es difícil armonizar estas firmes
enseñanzas y consejos de quienes siempre
vimos como modelos a ser imitados e
ídolos a ser honrados con lo que vemos y
oímos hoy en día en Venezuela. Cuando vemos la magnitud de las divergencias
entre la realidad predominante en nuestro país y el código de vida que nos
legaron nuestros padres y maestros, es preciso concluir en que esto no es lo que nos habían contado.
Son muchos los compatriotas que
han sido vencidos por la tentación de arrojar la brújula moral al cesto de la
basura, incluyendo bastantes de quienes creíamos
reconocer como de los “nuestros”. Por años en Venezuela pudimos distinguir claramente
quienes eran de los nuestros y quienes no, quienes vivian de acuerdo a los
principios y valores de rango universal y quienes habían decidido abandonar
esos valores. Pero hoy ha emergido una tercera fuerza que dificulta en grado
sumo ese reconocimiento, ha aparecido una legión gris que todavía se apega a
algunos valores pero ya no a otros, que ha ido pasando - en base a pequeñas y progresivas entregas y de
manera insidiosa - a formar parte del
mundo que no es ya el mundo que nos habían contado. Es una situación horrible
que recuerda la novela de Jack Finney, llevada a la pantalla con Donald
Sutherland, “The Body Snatchers”, en la cual invasores extraterrestres
remplazan el cuerpo de las personas con una réplica perfecta pero desprovista
de su condición humana. Las personas que uno ha conocido toda la vida son las
mismas externamente, pero han cambiado su alma, han perdido su brújula
interior.
Este es un fenómeno que amenaza
el esencial concepto de identidad nacional, el cual es indispensable para
lograr vivir en justicia y dignidad. Ya es
difícil saber quiénes somos, ya que
ese sentido de identidad estaba estructurado por un cuerpo de principios y
valores que se han ido difuminando en la mente de muchos de los miembros de la
sociedad, a medida que se les ha exigido escoger entre principios y comodidad, entre
valores y perniles, entre la rebeldía ante la dictadura y deseos de notoriedad.
Lo que mantiene unida a una
sociedad es el apego a valores y principios universales como la justicia igual
para todos, la libertad, la igualdad de oportunidades, la compasión, el
altruismo, la consecución del bien común. Las aspiraciones de mejoramiento individual
o grupal son perfectamente legítimas, siempre y cuando no colidan con esos
principios universales de mayor rango. Hágase millonario, felicitaciones, siempre y cuando no sea a costa del tesoro
público ni de la victimización de sus compatriotas.
La situación actual de Venezuela,
la tragedia de estos últimos 20 años, es que un inmenso gris ha ido cubriendo
nuestra sociedad. Quienes se cobijan hoy debajo de ese gris conocieron en algún
momento los principios y valores que le enseñaron sus mentores, simplemente los
han ido abandonando día tras día, porque prefieren vivir en acomodo permanente
con lo que consideran la nueva realidad. Este es el gran enemigo de la Venezuela del
futuro. Los malos serán eventualmente vencidos por los buenos, de ello tengo
pocas dudas. Pero ¿qué hará Venezuela con esa legión de seres grises quienes
flotan entre los decididamente buenos y los claramente malos? Con esa gente no
se puede contar para construir un país digno y realmente progresista. Ellos
forman una inmensa carga, un terrible lastre.
Se requiere un proceso intenso de
re-educación en Venezuela, el cual fabrique una nueva generación de buenos
ciudadanos que vaya diluyendo el inmenso gris de la mediocridad creado por la
cobardía moral de muchos compatriotas. He elaborado un proyecto llamado Fábrica
de Ciudadanos, el cual pongo a la disposición de quien lo quiera leer (pedirlo
a coronel.gustavo@gmail.com) .
Un proyecto de esta naturaleza pudiera jugar un papel significativo en la
recuperación ética y ciudadana de nuestra sociedad. Algún día lo podremos implantar,
a fin de eliminar el inmenso gris que asfixia a nuestra sociedad.
21 comentarios:
También dice la Biblia, Sr Coronel, que el Señor previó ante los últimos tiempos de la humanidad tal como usted la describe, un "remanente", Esdra 9:8. Ese "remanente está conformado por quienes no nos apartamos de Sus caminos, continuamos con fe en El ante tanta adversidad. Impecable su reflexión, muchas gracias. Voy a leer su propuesta
Aqui hay que aplicar el Plan Coronel, pero primero encerrar a los hampones.
Hasta NicolASNITO está robando. El último, por favor, apague la luz.
https://alnavio.com/noticia/19038/actualidad/y-quien-se-atreve-a-investigar-a-nicolasito-maduro-el-hijo-de-maduro.html
Amigo Doctor Coronel, fíjese que hace tanta falta un planteamiento como el suyo que hasta la gente que manejaba la ayuda en Colombia, de lado del gobierno legítimo de Guaidó, está incurso en irregularidades. No culpo a Guaidó. El que está manejando el tema es Calderón Berti, que es un hombre muy mayor para ese cargo y responsabilidad. El tema lealo en panampost.
https://es.panampost.com/orlando-avendano/2019/06/14/enviados-de-guaido-se-apropian-de-fondos-para-ayuda-humanitaria-en-colombia/
Errores de novato. Pero... Calderón no tiene 60 años en la política?
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