Es muy duro enfrentarse a las razones por las cuales Venezuela
se ha desintegrado como sociedad en los últimos 20 años, el escenario de masivos silencios, cobardías y
entregas, de sumisión ante un régimen mediocre pero armado. Aunque el país ha
tenido ciudadanos heroicos en su lucha contra la dictadura, parece claro que el
grueso del país ha preferido dejarlos solos. La masa crítica social ha
preferido ver los toros desde la barrera, “no meterse en líos”. Si hubiera
actuado con más decisión para apoyar a sus héroes otra hubiese sido nuestra historia
en el siglo XXI. ¿Qué nos ha sucedido?
Una sociedad con un desarrollado sentido de
identidad, con una fusión de sus
miembros alrededor de principios y valores comunes producirá una masa crítica decidida a hacer
los mayores sacrificios para lograr su objetivo. Que esa masa crítica no se
haya logrado en Venezuela es el producto, nos decía Arturo Uslar Pietri, de
nuestra carencia de historia. AUP nos
hablaba de la necesidad de "una historia que fuese, a la
vez, el reflejo y la explicación del quehacer humano en todas sus dimensiones y
variedades, donde junto a la fuerza del hecho económico esté el poder de la creencia, donde junto a
la acción del héroe esté la del medio,
donde junto a las técnicas del trabajo estén las obras
del pensamiento; donde junto a
la estructura social esté la
concepción cultural; una historia de los trabajos, de las acciones, de los pensamientos
y de las creaciones; una historia de los grandes hechos y de las diarias
tareas, una historia en que esté lo universal junto a lo peculiar de cada
pueblo. Una historia del hombre entero para la comprensión
completa del hombre." (Uslar Pietri, 1988, 314 y 315). Lamentablemente, Uslar
veía solo tres tiempos en la historia venezolana: "un borroso arranque, una
culminación breve y fulgurante y una interminable decadencia". Sus
palabras no fueron atendidas por ser consideradas demasiado pesimistas y quizás
por venir de un venezolano de perfil antropológico diferente a la normal venezolana,
no reconocido por el grueso de la población como uno de ellos.
La fusión, la
identidad de propósitos, la conciencia de pertenecer a un grupo con el cual
compartimos nuestros principios, valores, sueños, deseos y ambiciones de
progreso es la clave para explicar la acción o la inacción de una sociedad
frente a sus oportunidades o amenazas. Una sociedad venezolana reblandecida por
décadas de ingreso petrolero que no requería mucho esfuerzo, que literalmente
manaba y era manejado por unos 30.000 venezolanos, una pequeña parte de la
población, generó actitudes y aspiraciones bastante alejadas del sacrificio,
orientadas al disfrute de un regalo que Dios le hacía a sus hijos favoritos. Se creó la imagen de que éramos una sociedad
rica, chévere, “la mejor del mundo”. Nuestro verdadero nombre, se pensaba, no
era Venezuela sino Tierra de Gracia. La adhesión a esta mitología criolla consolidó una sociedad
identificada con la idea del disfrute, dispuesta a hacer todo lo que fuese
necesario para conservarla. Los ideales del venezolano fueron y siguen siendo
esencialmente materiales, anhelos de gran bienestar y vida muelle, más que de educación o del
cultivo de ideas abstractas de progreso
y mejoras colectivas. De allí que sacrificio no sea un concepto que figure en
lugar destacado de nuestro imaginario social. Quienes lo han practicado,
venezolanos de excepción, la mayoría muertos o en prisión o el exilio, han sido
calificados con frecuencia de idiotas, mientras que quienes han violado las
leyes de la decencia y del honor han recibido admiración.
De allí tanto silencio, cobardía ciudadana y entregas que han
apuntalado la sobrevivencia de un régimen mediocre, cruel e inepto, lleno de
vulgaridad y pudrición moral. En la mente colectiva del venezolano sigue
predominando la idea de que “mientras yo esté bien, no hay problemas” o el de “hasta
ahora a mí no me han tocado”, la cual asfixia toda idea de solidaridad real o,
menos aún, la de sacrificio por un objetivo colectivo.
Por supuesto, este
tipo de reflexiones no es popular, no suena bien a nuestros oídos venezolanos,
siempre dispuestos a preservar el mito de nuestra condición de pueblo elegido.
Hemos aplazado para un mañana indefinido un encuentro con nuestra realidad, el
cual debería ser inaplazable. No se trata de llamar, por capricho, a un
ejercicio colectivo de auto-flagelación sino de enfrentar con los ojos abiertos
nuestras limitaciones y los errores derivados de nuestra admiración por los
hombres de a caballo o por demagogos pródigos en promesas incumplibles. Como
cantaba Olga Guillot, hemos preferido el “Miénteme más, porque me hace tu
maldad feliz”.
El precio pagado por
esta carencia de identidad nacional, por
los silencios, cobardías y entregas ha
sido horroroso. Salir del foso económico, social, político y, sobre todo, moral
en el cual estamos atascados no será
tanto asunto de fondos monetarios o
acciones diplomáticas sino de crecer como pueblo. Y eso no se logra con un
liderazgo que aún pretende construir una Venezuela futura sobre las ruinas,
mitos y engaños que nos llevaron al fracaso.
Los cuatro pasos que
se requieren para un cambio radical en el país son la insurgencia (con ayuda
externa) para expulsar al régimen miserable del poder, un gran debate nacional
sobre lo que deberá ser Venezuela, la aparición de un nuevo liderazgo con
verdadera visión de futuro, el cual hable claro, tenga coraje y se aferre a los
principios y un Programa Nacional de largo plazo de Educación Ciudadana,
diseñado para remplazar al gentío con ciudadanos.
Solo así, luchando
con denuedo y algún día, podremos tener una nación de la cual sentirnos
justamente orgullosos.
1 comentario:
Noel J Decan
Ingeniero Petrolero 1965
Al 24-9-2019 han emigrado 4 millones de Venezolanos, mayoría jóvenes y Opositores. Para fin 2020 habràn emigrado 8 millones. Ese èxodo reduce el Índice Opositores vs Chavistas de los que queden en el país, reduciendo la fuerza de protesta de calle. Expertos psicólogos opinan que hoy el Pueblo de Venezuela, impotente para ‘tumbar’ la Dictadura solos, han entrado en Depresión Severa, sin energía para otra cosa que no sea buscar 1 comida diaria. Ante respuesta tibia Internacional a la Crisis, se deduce que el Papa Francisco, Almagro, Guterres, Duque ni Trump le resolveran “su peo” a los Venezolanos. Oposición està fragmentada con líderes como Ramos Allup, Tigre Fernandez, J Borges, H Capriles R y los Lopez padreve hijo actuando como Colaboracionistas y creyendo ‘pajaritos preñados’ del Diàlogo para una Salida Negociada’. Como està la vaina, dudo que exiliados mayores de 75 años veremos Democracia retornar a Venezuela
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