sábado, 14 de enero de 2023

Memo a Alberto Quirós Corradi, en el octavo aniversario de su muerte

 

                                        Visita de Alberto, Washington DC, con nuestras esposas

Querido e inolvidable Alberto:

Hoy se cumplen ocho años de tu muerte, después de haber dado una gran batalla contra duras aflicciones. Estuviste alerta y lúcido hasta el último momento, pensando en los grandes asuntos del petróleo a los cuales te habías dedicado por toda una vida. Después de tu salida de la industria petrolera, al ver que ya la politización de PDVSA te cerraba el camino de la presidencia para la cual tenías sobradas credenciales, te dedicaste a formar alumnos, enseñándoles tu estilo de resolución de problemas,  el cual tenía como componente central tu  visión de helicóptero, esa cualidad de poder ver un asunto desde la altura, con todas sus ramificaciones y complejidades, a fin de lograr soluciones integrales.

SI vivieras aún, querido Alberto, tronarías contra los niveles de degradación a los cuales ha llegado la industria petrolera venezolana, en manos de ladrones, narcotraficantes, ineptos e ignorantes, toda una larga fila de payasos asesinos. A cargo del ministerio del sector se encuentra un sancionado por narcotraficante, el jefe del gobierno tiene su cabeza puesta a precio ( $15 millones) por los Estados Unidos y se acaba de nombrar una nueva junta directiva  para PDVSA integrada por jugadores de ligas menores,  incluyendo jóvenes encargadas de finanzas y comercialización internacional sin experiencia alguna en la industria, graduadas en universidades o escuela técnicas de tercera categoría y con mayor conocimiento de Facebook que de asuntos gerenciales. .

Claro, ya no hay una empresa que rescatar puesto que PDVSA es un cadáver. Ahora, parte de lo que resta de su operación aguas arriba está siendo dirigida por una empresa petrolera estadounidense, CHEVRON,  a la cual el régimen debe miles de millones de dólares, lo cual lo ha obligado a entregarle la gerencia operacional  para que pueda generar el dinero necesario para saldar su deuda. Los acreedores, contratistas falsos y comercializadores simiricuires se multiplican, cada quien empeñado en arrancarle trozos al cadáver de la empresa.  

Querido Alberto: Es mejor que te hayas perdido esta parte de la película porque es deprimente observar no solo la ruina material de la industria sino el total colapso moral de la gente que la rodea. Lamento que los gerentes petroleros que, como tú, dieron lustre a la industria venezolana hayan sido olvidados: Guillermo Rodríguez Eraso, Jack Tarbes, Samuel Wilhem, Ramón Cornieles, Federico Baptista, Ernesto Sugar, Renato Urdaneta, Brigido Natera, el mismo General Alfonzo Ravard y los muchos otros que se fueron.

Tendrán ustedes, gente admirable, que esperar el regreso de la libertad, la democracia y la dignidad – si es que algún día llegan -  para que sus nombres le sean dados a instalaciones petroleras, escuelas, universidades,  plazas y avenidas, en modesto pago de la inmensa contribución que hicieron a Venezuela y la cual esta marabunta chavista se ha encargado de destruir en lo que va de siglo.

Tu amigo,

Gustavo

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gustavo, gran recuerdo del amigo Quirós Corradi, que empezó cargando tubos y llegó a ser Presidente de la compañía.

Eso tiene más mérito que el explotador de Bezos y el extraño Gates que es verdad empezaron en un garaje pero ninguno cargó tubos nunca. Honor a quién honor merece.

De PDVSA poco más diré de lo que tú ya dijiste. Solo que la promoción que está en el poder es la que se llamó Coronel Miguel Antonio Vásquez. Esta promoción es la primera cohorte de "oficiales" del "Ejército" graduada bajo el chavismo, en 1999.

Su padrino fue el propio Chávez.

Una parte, la del coronel Antonio Pérez Suárez, número 114 del escalafón, ocupó hasta hace alto cargo en PDVSA.

La otra, más relacionada con el teniente coronel Igbert Marín, número uno de la promoción, vive la cárcel y se dice que su salud es precaria. No se sabe casi nada porque los esbirros no dejan que los médicos lo examinen.

Quizás algún día al fin veamos la Libertad, como los rumanos en el 89.

Y puede que hasta con los mismos hechos.

Veremos.

Acosta,
Buenos Aires,
Argentina.