Augusto Mijares decía que todo hombre es su yo y las
posibilidades de su yo. Una bella y
verdadera frase.
Todos los seres humanos somos perfectibles y pasamos la
vida entera tratando de llegar – en el mejor de los casos de manera asintótica
- al ideal de nuestra perfección. Por
supuesto, es tan largo ese camino como breve es el tiempo.
Así lo decía el
poeta inglés Chaucer: “Breve es la vida, que lento el arte de aprender (The life so short, the craft so long to
learn….).
En nuestro camino a ser mejor no mucho tienen el éxito
deseado. Sin embargo, lo maravilloso es el
intento.
En ese viaje somos ayudados, asistidos, esperanzados,
animados, por nuestros padres, familiares, amigos, maestros. Lo que somos en un
momento dado representa la suma total de los esfuerzos de nuestros mentores y
de nuestro éxito en asimilar sus
enseñanzas. Quizás el más poderoso de nuestros aliados en esa carrera hacia la perfección
es el que pasa inadvertido, quizás porque lo tenemos muy cerca, a nuestro lado
y porque ese apoyo es, de noble manera, dado en silencio y sin que la persona
apoyada lo perciba.
Esa es la historia maravillosa de la manera como mi
esposa Marianela me ayudó a ser mejor. Por 62 años vivimos juntos, desde que nos
casamos en la iglesia de Chacao hasta que ella murió en su sueño y a mi lado,
en Virginia. Fue un viaje extraordinario, largo e intenso, lleno de aventura,
peligros, alegrías las más, tristezas las menos, un viaje en el cual fuimos compartiendo
toda una rica gama de relaciones humanas que va desde el ser amantes, a ser
esposos, compañeros, hermanos, amigos y finalmente indispensables el uno para
el otro, como siameses fundidos en una sola persona. Esto último es tan cierto
que hoy en día, con ella fallecida, puedo asegurarles que siento aún su mano en
la mía cuando camino bajo el amable sol
de la primavera. No estoy solo.
El matrimonio es un proceso de mutuo aprendizaje y entre la
gente buena se caracteriza por ser un torneo perenne de pequeñas y grandes
cortesías. Es preciso hacerle saber a la pareja que él o ella son parte
integral y fundamental del matrimonio y que cada uno necesita constante apoyo
material y espiritual del otro. Esto fue lo que Marianela y yo fuimos tejiendo
año tras año.
Marianela fue mi
maestra en muchos aspectos de la vida que el hombre suele pensar sin importancia.
En mi caso personal, siempre he sido muy laborioso intelectualmente pero un
tanto flojo para lo físico, a pesar de que elegí una carrera, la geología, que
exige gran esfuerzo físico desde pequeño. Mi profesión de geólogo me ayudó mucho
a combatir esa tendencia a la flojera, porque rápidamente debí acostumbrarme a
caminar entre 10 y 20 kilómetros diarios en las tareas de la profesión. Pero,
en mi vida doméstica siempre me pareció deseable dejar para pasado mañana lo
que pudiera haber hecho mañana: ir a la tintorería, la cita con el odontólogo,
el mantenimiento del auto. Prefería discurrir con los amigos sobre la
geopolítica y sobre los asuntos filosóficos que son por su naturaleza insolubles,
en lugar de enfrentar los asuntos reales de todos los días, relacionados con la
educación de los hijos, el problema del aseo urbano en nuestro vecindario y las
fallas de agua o de la electricidad. Allí fue que encontré una maestra en Marianela.
Ella hacía lo que había que hacer, en el momento en el cual ello debía hacerse. Así lo hizo por 62 años. Y ver su
ejemplo me fue transformando. Yo admiraba esta constancia, esta disposición de Marianela
para actuar y así se lo manifestaba, Pero ella me decía, una y otra vez, que
ella era tan “floja” como yo, pero que estaba decidida a hacer, sin vacilar, lo
que era necesario hacer.
Y esto para mí fue una lección continua de vida. Hoy, sin
ella, conservo las mismas lánguidas inclinaciones a dejar las cosas para mañana pero su ejemplo y su enseñanza me llevan a
actuar como ella. Ataco las tareas del hogar como ella lo hubiera hecho. Nunca
me imaginé que llevar a cabo las tareas domésticas fuera tan exigente, un asunto
de nunca acabar. Cuando los platos están limpios ya es el momento de lavar la
ropa, y la blanca y la de color por separado.
Marianela tuvo que posponer indefinidamente aspectos de
realización individual para hacerme la vida más feliz y despreocupada. Ella me
decía: hubiera querido ser arquitecta y lo cierto es que hubiera sido excelente
profesional de esa hermosa disciplina. Nuestra casa en el campo, en Sabana del
Medio, en Carabobo, donde fuimos felices por 10 años, fue concebida y
parcialmente ejecutada por ella, con un grupillo de hombres de la aldea, a
quienes ella daba instrucciones. Era como la maestra de obras. Lo que sí pudo
hacer Marianela fue irme moldeando a su
imagen y semejanza en eso de enfrentar nuestros deberes cotidianos con
decisión, día tras día.
Por qué, ¿no es esa la esencia misma de nuestra vida?
Creo que he ido un poco más allá del simple aprendizaje de su ejemplo para
haberme convertido en una mezcla de lo que soy y de lo que ella era. Su compasión y su ternura ocupan hoy una porción importante de mi alma. Hago mis tareas
domésticas sin vacilar y hasta puedo cocinar algunos platos básicos. Ella ya no
camina a mi lado, camina dentro de mí.
3 comentarios:
Esas casas cerca de Montalbán eran todas maravillosas. Mi tío Eduardo nos llevaba a una casa de campo que ahora creo era en algo parecido a lo que fue la zona de Izcaragua pero en el estado Carabobo. Hablo de los 80 y creo que Lusinchi era presidente. Luego él murió y solo tuvo un hijo, adoptado, que no quiso estudiar. Se casa, a los pocos años muere y todo le queda a la viuda. Y con ella la familia ya no tiene contacto alguno. Creo que el agua era un problema que tuvo relativa solución en ese entonces y si mal no recuerdo la idea de urbanizar todo ese eje era muy favorable en los 90. Ahora en la zona del antiguo Safari, claro más hacia Valencia, se han hecho buenas casas. Quién sabe lo del agua. Ojalá en algún archivo tenga las fotos de esa casa, sería interesante ver los Cotoperíes. Reciba un afectuoso saludo, Doctor. Atentos y adherentes,
Como siempre es muy grato leer las historias sobre tu interesante y feliz vida. Marianela (QEPD) te acompaña.
Saludos, Bendiciones,
MT
Son palabras salidas del alma, muy hermoso, asi me siento yo. Saludos
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