domingo, 12 de febrero de 2023

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Gustavo Coronel: Ningún pueblo ha recuperado su libertad por la vía de la súplica 

Febrero 12, 2023



“No hemos creado un sentido de aprecio por nuestros héroes civiles, lo cual nos daría autoestima”, señala Gustavo Coronel / Foto: editorialdahbar.com

El politólogo y geólogo, Gustavo Coronel, nunca creyó en la mesa de negociación entre el Gobierno y la oposición, ya que, a su juicio, las víctimas no tienen nada que hablar con los victimarios y se arriesgan a entregar sus principios. Dice que los dos bandos son incoherentes, y que predomina “un gentío sin proyecto de país, sin rumbo, con la nostalgia de un pasado que muchos de ellos contribuyeron gozosamente a asesinar”.

Como geólogo, ¿está Venezuela en el subsuelo?

–Mucho peor. Está en lo que los geólogos llaman el basamento, es decir, la mayor de las profundidades.

–¿Emergerá?

–Está por verse. Tendrán que ocurrir cambios actitudinales importantes de parte del liderazgo político y social de la nación, pero ese nuevo liderazgo aún no ha emergido claramente.

–¿En qué ha devenido el venezolano?

–En gran medida la sociedad venezolana de hoy es simplemente un gentío, muy dependiente del Estado paternalista, aun cuando el gobierno de turno sea tiránico y represivo. Muchos compatriotas han vendido su lealtad por un pernil. Esencialmente el país carece de una masa crítica de buenos ciudadanos activos.

–¿Una virtud incólume del connacional?

–Su sentido igualitario, el cual bien expresado se traduce en cordialidad y buen sentido del humor.

–¿Un defecto incorregible?

–Su narcisismo estéril, pensar que todos somos “chéveres” y que Venezuela es el ombligo del universo. 

El liderazgo necesario 

–¿Cambió Venezuela para siempre? 

–Ninguna sociedad cambia para siempre. Hoy está en su peor momento, pero debe y puede cambiar positivamente, para lo cual requiere ingredientes de liderazgo y de sentido ciudadano, que son escasos pero que pueden salir a flote en cualquier momento. 

–Tras su exilio en Estados Unidos, ¿qué extraña de Venezuela? 

–El Ávila, los pequeños pueblos y sus gentes, los paisajes andinos, una que otra comida, el olor de las arepas saliendo del budare. 

 –¿Qué no extraña? 

–La indiferencia e ignorancia del funcionario público y del sector político, la languidez de los vegetales y frutas en los mercados, la procacidad del lenguaje, no solo de los hombres sino de las mujeres. 

 –¿Por qué se fue? 

–Porque no podía conciliar mi visión de lo que el país debía ser con el país que había llegado a ser. El terrible contraste me obligaba a vivir en una continua crisis emocional intolerable. 

–¿Huye el que emigra? 

–Muchos de quienes emigran lo hacen por conservarse fieles a sus principios. Yo creo ser uno de esos. Hay quienes tienen razones de otra índole. En Venezuela se ve como héroe a quien llegó a nuestro país para sembrarse en él. Si queremos ser coherentes no podemos calificar de fugitivos a los compatriotas quienes deciden buscar su realización en otras tierras. 

–¿Un héroe del siglo XX?  

–Rómulo Betancourt, Arturo Uslar Pietri, Isaías Ojeda, Andrés Galarraga, varios centenares más. 

–¿Qué sector ha favorecido más a Maduro: el chavismo o la oposición? 

–Ni el chavismo ni la oposición existen como grupos claramente definidos, con actitudes coherentes ante el país. Lo que existe en Venezuela hoy en día es, repito, un gentío, sin proyecto de país, sin rumbo y, paradójicamente, con nostalgia de un pasado que muchos de ellos contribuyeron gozosamente a asesinar. 

–¿Cómo reconocer una especie del G2? 

–No estoy seguro. Nunca he visto esta clase de alimaña. Quizás porque esté comiendo y bebiendo a las 4 de la tarde en un costoso restaurant caraqueño. 

–¿La metamorfosis política de los últimos años?  

–La experimentada por algunos de los llamados líderes democráticos de antaño, hoy sumisos servidores de un régimen corrupto y represivo. 

 –¡Qué tiene Estados Unidos que no tiene Venezuela? 

–Una vida predecible. Quien espera el bus sabe que el bus va a llegar, quien sale de su casa sabe que casi seguramente regresará vivo. Es un país donde hay calidad de vida, donde la sociedad nos permite y nos exige ser un buen ciudadano. 

–¿Y viceversa? 

–En Venezuela la relación entre los médicos y los pacientes es más personal y tiene una mayor dosis de compasión que en Estados Unidos, donde la atención es muy impersonal. El pan en Venezuela es mucho mejor que acá, y hay sopa de apio. 

–¿Lloró al salir de Venezuela? 

–Si acaso lo hice, fue de alegría. Tengo 20 años sin ver una cucaracha. No siento real nostalgia porque Venezuela se vino conmigo en mi corazón. Si quisiera volver a Caracas, Los Teques y Maracaibo una vez más y ver a familiares y amigos queridos, pero ello es ya muy poco probable. 

Narcisismo nacional 

–¿Conoce realmente de su pasado el venezolano? 

–Casi tendría que decir que no conoce mucho de su pasado, muy poco de su presente y casi nada sobre su posible futuro. Creo que nuestro sentido de identidad nacional ha sido bastante asfixiado por la riqueza petrolera que nos ha hecho, como te decía, muy narcisistas.  

Nos hemos creído todos hijos de Bolívar cuando muchos son hijos de Ezequiel Zamora o de los hermanos Monagas. Nuestro pasado ha tenido atisbos de grandeza pero muchos períodos oscuros y mediocres, como el que estamos viviendo hoy. No hemos creado un sentido de aprecio por nuestros héroes civiles, lo cual nos daría autoestima. 

–¿Qué agregaría al aforismo de Manuel Romero García: “Venezuela es el país de las nulidades engreídas y las reputaciones consagradas”? 

–Que el orden de los factores no altera el producto. Podemos también hablar de nulidades consagradas y reputaciones engreídas. 

–¿Tuvo fe en la primera reunión entre el Gobierno y la oposición? 

–Ni en la primera ni en la última ni en la que pueda venir, porque las víctimas no tienen nada que hablar con los victimarios y, al hacerlo, corren el riesgo de entregar sus principios. 

–¿La lección que no termina de aprender el venezolano? 

–Que no importa cuánto petróleo o coltán o Miss Mundos o playas bellas tengamos, si no tenemos una masa crítica de buenos ciudadanos, tan conscientes de sus deberes como de sus derechos, el país se quedará en el foso de manera indefinida. 

–¿Hasta cuándo el último caudillo, o mesías, o gendarme necesario? 

–Hasta que el pueblo sea sumiso y no esté listo para ganar su libertad y su democracia al costo hasta de su propia vida. Ningún pueblo ha recuperado su libertad por la vía de la súplica.  

–¿El estereotipo histórico de esta revolución?  

–Que era una “revolución” para elevar el pobre al nivel de la clase media y para pagar la deuda social. Ha resultado ser un agente de embrutecimiento popular y de creación de mayores niveles de pobreza que en el pasado. 

–¿El de la oposición?  

–Crear la imagen de una oposición civilizada, cuya única herramienta de lucha es el voto, no importa las condiciones adversas en las cuales se lleve a cabo el proceso. Ha resultado ser invertebrada, dispuesta a cohabitar con el régimen tirano para recibir migajas del saqueo.  

–¿La oposición ideal?  

–Una oposición libre de los mitos y leyendas de nuestro pasado sobre estatismo, ultra- nacionalismo, Venezuela Potencia y otros bla, blá, blás. Con visión de largo plazo, aceptando vivir como parte del planeta y no convencidos de que en los grandes restaurantes del mundo lo que se toma es vino de piña de Carora.  

–¿Un autócrata constructivo?  

–Quizás Attaturk en Turquía. Pero esto es casi una contradicción en términos porque el ejercicio arbitrario del poder casi inexorablemente lleva a la castración de una nación, a la destrucción de su dignidad. 

–¿El presidente venezolano más parecido al actual?  

–Quizás Cipriano Castro, ambos han sido muy poco maduros. 

–¿Un gobierno mejor que el anterior?  

–Betancourt mejor que Pérez Jiménez; López Contreras mejor que Gómez; Medina Angarita mejor que López Contreras. 

–¿Por qué hay países que descienden de la democracia a la tiranía?  

–Porque la democracia suele llevar en su seno la semilla de su creciente mediocridad, de su deterioro progresivo, (Betancourt a Leoni a CAP a Herrera a Lusinchi, etcétera). La calidad va en declinación, lo cual termina por hacer hace pensar al pueblo que se requiere un cambio radical. Así apareció Chávez, ya que el pueblo pensó que cualquier cambio era para mejorar. ¡Grave error!  

La misma historia 

–¿Escriben la historia los vencedores?  

–No. La historia es escrita por individuos, no necesariamente del campo de los vencedores. Por ejemplo, ya no hay dudas que Estados Unidos fue un imperio durante buena parte del siglo XIX y el XX (Cuba, Filipinas, Puerto Rico, República Dominicana, etc.) pero han sido los perdedores, en España y en América Latina quienes han escrito y documentado buena parte de esa historia. Inclusive dentro de Estados Unidos hay mucha historia escrita desde el punto de vista de los perdedores. Gengis Khan ganó territorios pero su historia fue escrita por sus víctimas. La historia es escrita por historiadores. 

–¿La historia vuelve a repetirse?  

–Ese es un bolero que canta Felipe Pirela, muy bonito. Cuando ello sucede, como decía Marx, la repetición no es ya como historia sino como farsa. Hay muchos clichés sobre esto. El ser humano es un imitador por naturaleza, como sus primos simios. Chávez hizo su constituyente, Correa la trató de hacer; Zelaya, Humala, Boric, pero todos fracasaron. Trump quiso dar un golpe de estado y generó replicas circenses como la de Bolsonaro en Brasil. Y la revolución “bolivariana” es solo una versión en farsa de la revolución cubana. 

–¿Reivindicará la historia a Juan Guaidó? 

–Me simpatiza Juan Guaidó, en un momento fue como una flor en el desierto. Pero eso de reivindicación histórica me suena un tanto pretencioso. Las primeras décadas del siglo XXI venezolano pertenecen a u asterisco, a un pie de página. 

–¿Y al G3? 

–Aún más anecdótico que lo de Guaidó. Estos grupos son parte de un pasado venezolano que fue mucho más digno que sus actuales restos. 

–¿Un temor? 

–No vivir lo suficiente para ver a Venezuela recuperar su democracia. Y parece que eso será así. 

–¿Una convicción? 

–Que Venezuela, como sociedad, debe crear una masa crítica de buenos ciudadanos mediante una política de Estado de educación en valores. Ello tomará un par de generaciones y deberá ser una labor ininterrumpida por vaivenes políticos, a fin de lograr suficiente impacto, pero sin que ello ocurra Venezuela permanecerá chapoteando en el pantano de la mediocridad. 

–¿Una esperanza? 

–Que el planeta encuentre la solución al cambio climático, a fin de que la especie humana pueda sobrevivir en buena forma. Esto no será fácil porque el Homo Sapiens no ha resultado tan sapiens, y porque las especies animales más adornadas, como es el caso de nuestra especie, han resultado ser las menos adaptables en el pasado geológico y se han extinguido. 

–¿La esperanza es lo último que se pierde? 

–Es lo penúltimo. Lo último es la vida. 

–¿En cuál página va esta historia llamada República Bolivariana de Venezuela? 

–En la primera página del capítulo titulado: la ignominia. 

–¿Volverá? 

–Ya a punto de cumplir 90 años no lo veo probable. Por lo demás, ¿a qué país regresaría? Mi Venezuela ha desaparecido casi en su totalidad. Mi esposa, quien era ya la mitad de mi mismo, descansa en este país y aquí también descansaré yo, a su lado. 

De perfil 

Gustavo Coronel es geólogo petrolero egresado de la Universidad de Tulsa y de la UCV, investigador en la Universidad de Harvard, Máster en Politología de Johns Hopkins. Fundador de Agropet, grupo de gerentes y técnicos petroleros participantes en el debate sobre la nacionalización petrolera venezolana. Fundador de Pro Calidad de Vida, ONG orientada a la lucha contra la corrupción y a la promoción de la educación ciudadana. Ha publicado cinco libros sobre Venezuela y mantiene el blog: www.lasarmasdecoronel.blogspot.com desde 2007.  Publicó en 2022 Fábrica de Ciudadanos, con  Editorial Dabhar, el cual considera indispensable para la recuperación de Venezuela. Es coordinador, junto con Sergio Sáez, del libro ¿Quién destruyó Pdvsa?  

Caracas / Jolguer Rodríguez Costa

 

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buena entrevista, Dahbar es un hombre serio y lo contrario a Earle Herrera y Díaz Rangel.

Me gustó eso de "No siento real nostalgia porque Venezuela se vino conmigo en mi corazón."

Yo agregaría, claro ya en frío, que sobre el exilio estoy con Flaubert:

"Ten cuidado con tus sueños: son la sirena de las almas. Ella canta. Nos llama. La seguimos y jamás retornamos."

Acosta,
Buenos Aires.