*** Piedad Córdoba actúa como una enemiga de la libertad y de la democracia.
Hace algunas horas asistí a una presentación que hizo Piedad Córdoba en el Diálogo Interamericano, en Washington DC. Habían más de cien personas en el pequeño salón, por lo menos una docena de ellas relacionadas con la Embajada de Venezuela y sus organizaciones afines, quienes fueron a apoyar disciplinadamente a la senadora Colombiana, quien iria a elogiar a Hugo Chávez en el evento. La presencia de la senadora en Washington está relacionada con la condena que se le acaba de imponer a Ricardo Palmera, mejor conocido por su apodo de Simón Trinidad, el narcoterrorista extraditado a USA por el gobierno de Uribe. El tribunal que lo juzgó lo condenó a sesenta años de prisión, lo cuál equivale a cadena perpetua para una persona de su edad. La señora Córdoba estuvo a su lado después de la sentencia y calificó el juicio como un juicio “político”. Trinidad, por su parte, alegó ser inocente de lo que se le imputa, a pesar de haber sido miembro de las FARC desde 1968, hace cuarenta años, y de haber sido su negociador principal por algun tiempo. Durante los cuarenta años que Trinidad ha militado en las FARC esta organización ha asesinado a unos cien mil latinoamericanos, secuestrado a 7000, desplazado a más de tres millones de Colombianos de sus hogares y ha torturado, extorsionado y masacrado miles de seres humanos. Trinidad no es ningún angel, aunque durante el juicio se comparó con Bolívar y con Mandela.
La señora Córdoba está en Washington DC tratando de negociar la libertad de Trinidad contra la liberación de los tres norteamericanos secuestrados por las FARC desde hace unos cuatro años. Se ha reunido con Congresantes norteamericanos como Delahunt and Meeks y con Tom Shannon del Departamento de Estado, porque piensa que en USA el poder ejecutivo o el Congreso pueden influenciar el poder judicial, como sucede en algunos de nuestros países, especialmente en Venezuela.
Fuí a escucharla, a oir de su boca lo que pensaba. La escuché con suma atención por más de cuarenta minutos tratando de oir algo sustantivo, pero no tuve éxito. La característica más resaltante de Piedad Córdoba es su mediocridad. Etuvo hablando del acurdo humanitario incesantemente, de como Chávez es indispensable p;ara que este acuerdo se produzca, de como el gobierno Colombiano ha puesto las mayores trabas para que progresen las negociaciones. Habló de ella misma, de su “secuestro” por los para-militares. Segun ella, los paramilitares secuestran pero las FARC retienen.
La señora es bien parecida pero viste de manera llamativa y ostentosa. Llevaba los dedos llenos de anillos, uno de considerable tamaño, las muñecas con brazaletes, sus orejas con zarcillos, una verdadera quincalla ambulante. Tiene buena voz y habla de manera agradable. El problema es el contenido de su mensaje. No hay dudas de que, aunque hable de acuerdo humanitario, la señora Córdoba comparte un proyecto político con Hugo Chávez, las FARC y quienes son pagados por ellos, como los asalariados quienes fueron a respaldarla en esta oportunidad. Tuvo la audacia de decir que Chávez era indispensable e “inamovible”en el proceso Colombiano porque tenía legitimidad, credibilidad y merecía confianza. Quien conozca a Chávez sabrá que carece de estas tres características. La legitimidad de origen la ha perdido después de sus numerosas violaciones a las leyes venezolanas, debido a la corrupción que impera en su régimen y a la total ausencia de contrapesos institucionales (checks and balances) que exhibe su régimen. Su credibilidad está por los suelos en Venezuela y en el exterior porque hoy dice una cosa y mañana otra, sin preocuparle sus profundas contradicciones. En él solo confían quienes reciben sus dádivas, sobornos y limosnas y quizás ni siquiera todos ellos, porque no están seguros de hasta cuando estarán entre los favorecidos (todos los días alguien cae en desgracia en su corte).
No respondió a las preguntas incómodas. Le pregunté si ella no veía un conflicto de principios y de valores entre su objetivo de acuerdo humanitario y su conchupancia con los narcoterroristas, abrazada con ellos, riendo con ellos, recibiendo sus rosas rojas, vistiendo su boina, defendiéndolos a capa y espada. No me respondió. Otro asistente le preguntó si ella creia que un hombre como Chávez, mentalmente desequilibrado y agresivo, podía ser un buen mediador y tampoco respondió, excepto para decir que Chávez era “inamovible”. A quien le preguntó su opinión sobre la marcha de repudio a las FARC que se anuncia para el 4 de Febrero si le respondió que “no estaba de acuerdo con esa marcha”.
Lo que ví y oí en el salón del Diálogo Interamericano de labios de la Señora Córdoba no me deja dudas de que esta señora está firmemente en el campo de las FARC, es una seguidora incondicional de Hugo Chávez y es miembro de los grupos que en América Latina desean implantar regímenes políticos populistas, personalistas y autoritarios. Piedad Córdoba es una enemiga de la democracia.
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Hace algunas horas asistí a una presentación que hizo Piedad Córdoba en el Diálogo Interamericano, en Washington DC. Habían más de cien personas en el pequeño salón, por lo menos una docena de ellas relacionadas con la Embajada de Venezuela y sus organizaciones afines, quienes fueron a apoyar disciplinadamente a la senadora Colombiana, quien iria a elogiar a Hugo Chávez en el evento. La presencia de la senadora en Washington está relacionada con la condena que se le acaba de imponer a Ricardo Palmera, mejor conocido por su apodo de Simón Trinidad, el narcoterrorista extraditado a USA por el gobierno de Uribe. El tribunal que lo juzgó lo condenó a sesenta años de prisión, lo cuál equivale a cadena perpetua para una persona de su edad. La señora Córdoba estuvo a su lado después de la sentencia y calificó el juicio como un juicio “político”. Trinidad, por su parte, alegó ser inocente de lo que se le imputa, a pesar de haber sido miembro de las FARC desde 1968, hace cuarenta años, y de haber sido su negociador principal por algun tiempo. Durante los cuarenta años que Trinidad ha militado en las FARC esta organización ha asesinado a unos cien mil latinoamericanos, secuestrado a 7000, desplazado a más de tres millones de Colombianos de sus hogares y ha torturado, extorsionado y masacrado miles de seres humanos. Trinidad no es ningún angel, aunque durante el juicio se comparó con Bolívar y con Mandela.
La señora Córdoba está en Washington DC tratando de negociar la libertad de Trinidad contra la liberación de los tres norteamericanos secuestrados por las FARC desde hace unos cuatro años. Se ha reunido con Congresantes norteamericanos como Delahunt and Meeks y con Tom Shannon del Departamento de Estado, porque piensa que en USA el poder ejecutivo o el Congreso pueden influenciar el poder judicial, como sucede en algunos de nuestros países, especialmente en Venezuela.
Fuí a escucharla, a oir de su boca lo que pensaba. La escuché con suma atención por más de cuarenta minutos tratando de oir algo sustantivo, pero no tuve éxito. La característica más resaltante de Piedad Córdoba es su mediocridad. Etuvo hablando del acurdo humanitario incesantemente, de como Chávez es indispensable p;ara que este acuerdo se produzca, de como el gobierno Colombiano ha puesto las mayores trabas para que progresen las negociaciones. Habló de ella misma, de su “secuestro” por los para-militares. Segun ella, los paramilitares secuestran pero las FARC retienen.
La señora es bien parecida pero viste de manera llamativa y ostentosa. Llevaba los dedos llenos de anillos, uno de considerable tamaño, las muñecas con brazaletes, sus orejas con zarcillos, una verdadera quincalla ambulante. Tiene buena voz y habla de manera agradable. El problema es el contenido de su mensaje. No hay dudas de que, aunque hable de acuerdo humanitario, la señora Córdoba comparte un proyecto político con Hugo Chávez, las FARC y quienes son pagados por ellos, como los asalariados quienes fueron a respaldarla en esta oportunidad. Tuvo la audacia de decir que Chávez era indispensable e “inamovible”en el proceso Colombiano porque tenía legitimidad, credibilidad y merecía confianza. Quien conozca a Chávez sabrá que carece de estas tres características. La legitimidad de origen la ha perdido después de sus numerosas violaciones a las leyes venezolanas, debido a la corrupción que impera en su régimen y a la total ausencia de contrapesos institucionales (checks and balances) que exhibe su régimen. Su credibilidad está por los suelos en Venezuela y en el exterior porque hoy dice una cosa y mañana otra, sin preocuparle sus profundas contradicciones. En él solo confían quienes reciben sus dádivas, sobornos y limosnas y quizás ni siquiera todos ellos, porque no están seguros de hasta cuando estarán entre los favorecidos (todos los días alguien cae en desgracia en su corte).
No respondió a las preguntas incómodas. Le pregunté si ella no veía un conflicto de principios y de valores entre su objetivo de acuerdo humanitario y su conchupancia con los narcoterroristas, abrazada con ellos, riendo con ellos, recibiendo sus rosas rojas, vistiendo su boina, defendiéndolos a capa y espada. No me respondió. Otro asistente le preguntó si ella creia que un hombre como Chávez, mentalmente desequilibrado y agresivo, podía ser un buen mediador y tampoco respondió, excepto para decir que Chávez era “inamovible”. A quien le preguntó su opinión sobre la marcha de repudio a las FARC que se anuncia para el 4 de Febrero si le respondió que “no estaba de acuerdo con esa marcha”.
Lo que ví y oí en el salón del Diálogo Interamericano de labios de la Señora Córdoba no me deja dudas de que esta señora está firmemente en el campo de las FARC, es una seguidora incondicional de Hugo Chávez y es miembro de los grupos que en América Latina desean implantar regímenes políticos populistas, personalistas y autoritarios. Piedad Córdoba es una enemiga de la democracia.
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