Los grandes adversarios: signados por la enfermedad y la muerte

Ven a mí, que tengo Flor.....

Las exequias de CAP le han inyectado a la política venezolana un aire triste, con olor de azucenas. El gran guerrero de AD regresa a su patria, a descansar. Tuvo sus aciertos y cometió sus errores. No es este el momento de discutir su balance. Miles de venezolanos humildes lo han acompañado hasta su morada en el Cementerio del Este. Yo lo admiré y lo adversé y en alguna ocasión pregunté:  Puede el verdadero Carlos Andrés Pérez ponerse de pié?, tal era la complejidad de su persona política. Me distinguió pero nunca lo agradecí por temor a entregar mi independencia. Creemos que su estatura política crecerá con el tiempo.
Estas exequias han sido obstaculizadas por una cadena nacional ordenada por un ser inferior, un hombre mezquino y enfermo llamado Hugo Chávez. Se ha referido a ellas como ridículas, como del "Jurásico", como explotadoras del dolor popular, es decir, todo lo que él está haciendo desde hace largas semanas en torno a su enfermedad.
Porque es preciso admitir que Chávez es un enfermo en un sentido integral. Su enfermedad física ha acelerado su desequilibrio mental pero sospecho que su desequilibrio mental dió origen a sus aflicciones físicas. El hombre está desfigurado

y persiste en disfrazarse con uniformes militares que no son Cubanos ni Venezolanos sino todo lo contrario, probablemente diseñados por Maripili.

Este Hugo Chávez no es la misma persona de hace apenas dos años. Ni fisica ni mentalmente. Su trayectoria descendente se ha acelerado en las últimas semanas, hasta el punto de que sus mismos seguidores andan buscando desesperadamente reemplazos, asilos, bancos amigos, huecos donde meterse, argumentos para congraciarse con quienes han sometido a las más humillantes privaciones. Piden reconciliación, léase perdón. Piden tolerancia, léase impunidad. Y hay quienes favorecen esta vía, sus razones tendrán.
Los dos grandes adversarios de febrero 1992 vuelven a encontrarse. Uno ya murió y está siendo enterrado con señales de consternación popular. Otro está enfermo pero desafiante, rodeado de brujos, menjurjes y apuntalado por el odio.
La Muerte sonríe y espera, sonnriendo descarnada.