Por lo que leído y visto sobre los “drones” que intentaron asustar, herir o
matar al sátrapa Nicolás Maduro, tiendo a creer que este suceso fue un
verdadero intento de protesta en contra del narco-régimen. No causó víctimas
entre los despavoridos miembros de las fuerzas armadas y milicias
desprestigiadas y tampoco entre los militares y civiles del narco-régimen que
se encontraban en la tribuna, pero si se puso en claro que esa chusma no aguanta
un cohetón. El primero inmovilizado por el
terror fue el ministro de la Defensa Vladimir Padrino López, apartado
bruscamente por el único militar que reaccionó frente al dron. El aparato volador, parecido a un ventilador, se desplazaba
lentamente, sin pretensión alguna de
Hiroshima o Nagasaki y terminó explotando de manera totalmente inofensiva, a
pesar de haber sido activado desde el imperio, como acusa el psiquiatra de
Maduro, Jorge Rodríguez.
Este incidente puso de manifiesto la característica fundamental del
chavismo-madurismo: la cobardía. Corrieron los soldaditos en la plaza y algunos militares colocados en la tribuna se
agachaban.
Maduro salió ileso de un intento que estuvo lejos de representar una
amenaza para su vida. Pero, sin embargo, murió una vez más. Porque como decía
André Maurois: “El cobarde muere mil veces, el valiente solo una vez”. Maduro
muere políticamente cada vez que reprime al pueblo, cada vez que sus familiares
trafican con drogas, cada vez que hace fraudes electorales, cada vez que falsificaba
la firma de Hugo Chávez para consolidarse en el poder, cada vez que muestra su
supina ignorancia en la televisión, cada vez que abre la boca llena de falsedad,
cada vez que anuncia alguna decisión tragi-cursi sobre la economía, cada vez
que atornilla a jumentos unifomrados en sus posiciones de poder en PDVSA y en
docenas de otras agencias del estado.
Por cada uno de esos crímenes Maduro
se ha hecho reo de la pena máxima, la cual en Venezuela es de 30 años en prisión. Si estuviéramos en otros países donde la
justicia contempla la pena de muerte o donde la venganza ha remplazado a la justicia,
como en Libia, el castigo de Maduro podría ser mucho peor.
No estamos en Libia, ni en Irak. No
estamos en la Italia de la segunda guerra mundial ni en la Rumania de
Ceausescu. La pareja presidencial no tendrá, gracias a Dios, el mismo indigno
fin de Benito y de Clara, colgados por los pies en una plaza de Milán. Maduro,
muerto políticamente ya muchas veces, llegará vivo al final de su
narco-régimen, porque - con excepción de
Bolivia - en América Latina no guindan a
los presidentes de los postes. Pero la magnitud de sus crímenes ha sido tan
horrible que no es posible que pueda fugarse sin castigo. La justicia tendrá
que hacerse presente. Maduro todavía es relativamente joven, lo mismo que su
esposa. Podrán pasar 30 años bajo rejas, pagando por sus múltiples crímenes, obligados
a resarcir a la Nación por sus desafueros.
En la Venezuela de hoy, la Venezuela de Maduro y Cilia, se hunden los
ferrys, se arruina la empresa petrolera, la inflación es la mayor del mundo, más de dos millones de venezolanos han
tenido que irse del país, el ambiente está destruido y ya hay gente de su mismo
entorno y hasta de la familia presa o investigada por narcotráfico y por
lavadores de dinero en varios países del mundo.
Es preciso rechazar vigorosamente la especie promovida por las viudas de Chávez
de que Maduro y Chávez son diferentes. Maduro es el remplazo de Chávez,
nombrado por Chávez antes de irse a morir a La Habana. Cuando Maduro remplazó a Chávez no supo o no pudo continuar engañando al
pueblo. Chávez lo pudo hacer porque tuvo
dinero a manos llenas y porque murió físicamente antes de que el dinero se
terminara. Maduro es un cadáver
político sin dinero. Le ha sido imposible perpetuar
el chavismo sin el apoyo de los antiguos tutores o parásitos de Chávez: Lula,
Kirchner, Fidel, Cristina Fernández, Correa,
Mujica, Zelaya, Ortega, Evo, algunos ya
muertos, otros derrocados y en prisión, los demás sin apoyo popular. Esa cleptocracia regional
se vino abajo. Desaparecen UNASUR, ALBA, PETROCARIBE, todos los tinglados
montados por el sátrapa físicamente desaparecido para consolidar su poder.
Maduro está políticamente muerto pero hay que sacar su cadáver
político de
Miraflores porque apesta y sigue haciendo daño.
1 comentario:
El regimen de los traidores y corruptos en Venezuela está llegando a un total batiburrillo. No sólo el desastre y circo del desfile que en cierta forma es una mala comedia, sino en cosas mucho mas graves.
Hoy el Washington Post tiene un artículo sobre las acciones de piratería que tienen su origen en las costas venezolanas, parecido a lo que pasa en Somalia. Barcos pesqueros de Trinidad, Guyana y otros países caribeños son abordados por lanchas con personas armadas venezolanas y robados en alta mar. Hasta un tanquero en los muelles de Pto La Cruz fue abordado por unos hombres armados, y sus bodegas de comida y otros valores tomados!
El régimen no hace nada y hasta parece que algunos de éstos nuevos piratas son miembros de la ¨gloriosa¨ GNB! El caos es total!
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