lunes, 26 de junio de 2023

DOS LIBROS SOBRE LA BELLA HISTORIA DEL HUMANISMO

 

 


ESTE ES EL LIBRO DE ERICH KAHLER


ESTE ES LIBRO DE SARAH BAKEWELL

Un libro que adquirí por primera vez en la década de 1950 aún me acompaña fielmente, tanto en su edición de 1956 en inglés como en su edición de 1988 en español. En inglés se titula “Man the Measure”, magistralmente traducido al español y publicado por el Fondo de Cultura Económica con el bello título de “Historia Universal del Hombre”. El autor de esta extraordinaria obra fue Erich Kahler, escritor judío nacido en Viena, inmigrante a los Estados Unidos durante la segunda guerra mundial y profesor por muchos años en Princeton, donde formó un círculo de intelectuales integrado, entre otros, por su íntimo amigo Thomas Mann y, ocasionalmente, por Albert Einstein.

Erich Kahler  - quien falleció en 1970 y a quién nunca logré conocer, - se convirtió, por virtud de ese libro en uno de mis mentores, ayudándome a comprender el sentido de la vida desde una perspectiva humanista y estimulando mi afición por la belleza, tanto la existente en la naturaleza como la creada por el hombre.

El concepto clave en el libro de Kahler, el cuál  -por cierto –todavía puede obtenerse en Amazon (la edición en español cuesta $35), es la definición que hace de lo esencial humano, es decir, su capacidad de trascender, de separarse de los límites de su “yo” para ser capaz de sentimientos vicarios, incluyendo la empatía. Esa facultad de trascender que Kahler define como lo tipicamente humano lo lleva a analizar sus tres manifestaciones: una es la existencia, la segunda es la historia, la tercera es la actitud propiamente dicha de ser humano. Esto último, nos advierte Kahler, puede sonar redundante pero no lo es, ya que, a pesar de ser una característica típicamente humana, dista de estar presente en todos los miembros de nuestra especie.  Todos quienes la muestran son humanos pero no todos los humanos la muestran.  

Al estar consciente de su individualidad y de un mundo que lo rodea,  el hombre desarrolla inevitablemente nociones del tiempo pasado y del tiempo por venir, de historia. Su conciencia de ser humano lo lleva a ser capaz de ponerse en los zapatos ajenos y establecer relaciones  de amistad, compasión y  respeto por la dignidad del ser humano.

He procurado transitar por este camino toda mi vida y ello me ha proporcionado la felicidad, la cual se refuerza cada día con mi disfrute de la belleza que me rodea y con lecturas de autores geniales, capaces de explicarnos asuntos bien complicados en términos sencillos. En este momento estoy leyendo una de esas obras. Se llama “Humanly Possible”, (algo así como “Lo humanamente Posible”), escrita por una filósofa inglesa llamada Sarah Bakewell. Y la verdad es que la señora le hace honor a su nombre. Ha “horneado” una atractiva historia sobre los últimos 700 años de pensadores humanistas, sus investigaciones y esperanzas.

¿Por qué 700 años?

La autora decidió asignar el término humanista a aquellos quienes se especializaron en estudios de lo humano, siguiendo los pasos  de Protágoras para quien “el hombre es la medida de todas las cosas”  y de Publio Terencio: “Soy Humano y nada de lo humano me es extraño”.

Según la Señora Bakewell el gran movimiento humanista comenzó con los esfuerzos llevados a cabo por Petrarca, nacido en 1304 en Arezzo, dirigidos a coleccionar libros, copiar obras de los autores griegos y romanos y a formar un círculo de amigos que se dedicaron a copiar manuscritos laboriosamente, textos en peligro de extinción, como los de Cicerón. Uno de sus amigos, Bocacio, se convirtió en su gran aliado en la tarea de descubrir y preservar las obras de la literatura de civilizaciones anteriores.

Otro pionero del humanismo, el emperador Carlomagno, ordenó a los monjes de su imperio trabajar duro para recuperar mucho de la literatura extraviada, quienes lograron desarrollar un tipo de escritura, la minúscula carolingia, que les permitió hacer su trabajo con mucha mayor eficiencia.

A mediados del siglo XV hizo su aparición la imprenta, descubrimiento que dio gran impulso a la causa del humanismo, no sin tener que vencer gran oposición de quienes pensaban que ello era un atentado contra el “superior” manuscrito de pergamino (así como hoy muchos rechazan  el e-book).

Hacia finales del siglo XV y mediados del siglo XVI la tendencia humanista invadió las ciencias naturales, zoología, botánica, hasta  la medicina, cuando algunos poetas como Girolamo Fracastoro escribieron poemas que versaban sobre la dietética, recomendando no comer  cerdo,  pepinos o alcachofas por ser muy difíciles de digerir. Fracastoro recomendaba el guayacol para la sífilis (inútil, en Los Teques lo utilizábamos para el dolor de muelas).

En esta etapa  se comenzaron a reproducir los trabajos de Galeno y apareció la figura extraordinaria de Andreas Vesalius, nacido en Bruselas en 1514, quién publicó en 1543 su obra magna: “De Humani Corporis Fabrica”, la anatomía del cuerpo humano. En este siglo también floreció el excepcional humanismo de Erasmo de Rotterdam, quien como Petrarca creó un círculo de amigos que lo apoyaron en su obra orientada a la educación.  Hoy día Europa mantiene un programa para financiar viajes y estudios de jóvenes en todos los países de la Unión cuyo  nombre es, precisamente,  ERASMUS.

Mientras Erasmo moría, nacía en Francia Michel Montaigne, quien – en sus Ensayos – definió el humanismo así : “Amo la vida y la cultivo, doy gracias a la naturaleza y me siento orgulloso de lo que hago. …. No hay nada más bello que desempeñar bien nuestro papel de hombres, vivir bien la vida y apreciar nuestra condición humana”.

Los  siglos XVII y XVIII  vieron  llegar a los enciclopedistas como Diderot, a Tomás Payne, a Goethe. Payne escribió “La Edad de la Razón” y en “CANDIDE”, Voltaire hizo un llamado a hacer lo que se puede. Esa obra termina con la frase: “Nuestro deber es cultivar nuestro jardín”).

 Este amable libro indica que el humanismo descansa sobre cuatro   principios fundamentales:

  • Nada humano me es ajeno
  • Todos somos humanos pero podemos ser y somos diferentes, condicionados por la cultura local y nuestra historia
  • Nada debe ser aceptado por venir de una autoridad, todo debe estar sujeto a comprobación
  • La vida buena debe ser la vida moral

 

APÉNDICE

RESUMEN DE LA DECLARACIÓN DE LA ASAMBLEA GENERAL DE HUMANISTAS, GLASGOW, 2022

Los cuatro elementos fundamentales de la filosofía humanista de la vida, con los cuales concuerdo, aunque tengo total respeto hacia quienes pudieran no pensar de igual manera:

    1. Los humanistas se esfuerzan en ser éticos, ya que la moral debe ser inseparable de la condición humana
    2. Los humanistas se esfuerzan en ser racionales.
    3. Los humanistas se esfuerzan por vivir plenamente, apoyados en la belleza de la naturaleza y de la obra humana
    4. En el humanismo podemos encontrar una razón y un sentido para la vida


1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Hemos ganado en felicidad a medida que ha avanzado la historia?

Es la pregunta que se hace Yuval Noah en su libro "De animales a dioses" que está en la liga del que editó el FCE.

Yo creo que no.