domingo, 16 de noviembre de 2014

Caballeros y Damas Andantes de la Democracia y la Libertad



Existen aún los caballeros andantes?  Por supuesto que sí. Aunque los descendientes de Don Quijote, el Cid, Arturo, Carlomagno, Ricardo Corazón de León,  Ivanhoe y Amadís de Gaula parecerían haber desaparecido de la faz de la tierra, ello no es así.  Lo que ha desaparecido es la armadura, la lanza y el yelmo, una vestimenta, pero no la persona.  El caballero andante…. anda hoy con similares bríos, en versiones variadas que no se ajustan a la definición y a la imagen clásica. Lo que los identifica es lo mismo que identificaba a los caballeros andantes de antaño:  una causa y una dama. Más aún, hoy en día no solo existen caballeros andantes sino damas andantes. Comparten una causa y una gran dama, un ideal por el cual hacen lo que haya que hacer:  la democracia y la libertad.
La novedad de nuestra época es que no solo es el Quijote quien  anda por el mundo sino que Dulcinea ya no es una dama temblorosa, esperando pasivamente  oír de los logros de su caballero. Es también una Dama Andante, quien cabalga al lado de los caballeros,  llevando en su corazón una rosa para la democracia, quebrando lanzas por la libertad.
Dama andante es Gabriela Montero, armada de su piano, recorriendo Europa y las Américas predicando la democracia, luchando por restituir la libertad en su país Venezuela. Y caballeros andantes de la democracia son Laureano Márquez. Amílcar Rivero y Claudio Nazoa, quienes durmieron anoche en Washington y antenoche durmieron en Texas, quienes vienen desde  República Dominicana, Coro, Achaguas o Bogotá, de estar en diferentes escenarios, después de luchar contra los formidables retos que les presentan el monstruo CADIVI,  la horrorosa bruja de Santa Bárbara “airlines”,  los Guardias Nazi-onales del aeropuerto de Maiquetía, en una incesante peregrinación. Estos tres caballeros andantes  viajan esgrimiendo su humor y su filosofía de la vida venezolana para recordarle a los venezolanos, donde se encuentren, que vale la pena luchar por la democracia, vale la pena rebelarse a favor de la libertad, que la noche es larga pero que hay que prender luces, que existe tal cosa como un imperativo moral que lleva al colibrí, dice Márquez, a tratar de apagar el fuego con su piquito lleno de agua o lleva al ciudadano, en versión humana del imperativo categórico, a luchar por su libertad, a no rendirse nunca, so pena de convertirse en un bruto igual a su opresor.  
Anoche asistí a una velada escenificada por estos tres caballeros andantes de la democracia: Laureano Márquez, Claudio Nazoa y Amílcar Rivero. Ellos vinieron a Washington a recordarnos como somos los venezolanos, como éramos y como debemos ser. Amílcar es un caballero andante singular, usa un lenguaje que haría ruborizar al portero del Tribunal Supremo de Justicia pero, de los tres, es quien pinta la miseria diaria de los venezolanos de hoy con mayor fuerza descriptiva, la miseria contra la cual es necesario luchar. Claudio Nazoa representa una transición de la Gallera al Gran Salón, no exento del lenguaje vulgar (del vulgo)  pero adornado con frecuencia por la sencilla dulzura que fue característica de  su padre Aquiles. Claudio es  un humorista en la mejor tradición de aquel Morrocoy Azul de Miguel Otero Silva, Gabriel Bracho Montiel, Kotepa Delgado y Manolo García Maldonado.
Laureano Márquez es un caballero andante de la democracia de lenguaje depurado, casi profesoral, demostrando que existe un humorismo basado en el contraste y en el absurdo, un humor inteligente mezclado con la reflexión ética y humana. Nos hace reír y pensar, una combinación poco usual y muy recomendable.
Cada quien con su estilo personal y sus armas verbales de grueso o liviano calibre estos tres caballeros andantes de la democracia nos hicieron recordar que “aquí nadie se rinde”, aunque sea triste aceptar que son muchos compatriotas los ya rendidos.  Anoche, en un local de Virginia, de cuyo nombre ya no me acuerdo,  se reunió una Venezuela que no se ha rendido ni se va a rendir,  para escuchar las palabras de estos tres campeadores de la democracia. Y, además, para comerse unos cuantos tequeñitos, a falta de un arepazo.

Hoy los caballeros andantes continúan en su galope hacia Filadelfia. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Con Amílcar me sucedió algo gracioso. Una vez estaba en el banco y él se encontraba allí también. Ante no me acuerdo que cosa típica de los bancos, yo que soy protestón y no me callo, formé tremendo lío. Él me miraba con ojos asombrados.

Al tiempo, fui a un espectáculo en el que participaba junto a Emilio Lovera. En su turno, hizo un sketcht sobre un problema en el banco, para partirse de la risa. Creo que mi acción lo inspiró. Yo me reí pero también me ruboricé...