José Vicente Rangel sigue siendo
el rey de la palangre. Envuelto en las faldas del régimen castro-chavista hace
las acusaciones más temerarias, siempre tratando de pescar víctimas que le den dinero
para que calle y deje de escandalizar, tal como lo viene haciendo durante los últimos 50 años en
Venezuela. Cuantas veces no vimos a empresas acusadas injustamente por este
palangrista tratar de explicarle por qué
estaba equivocado? Nunca lo vimos
rectificar, al gran sinverguenza. La rectificación hubiera sido lo honesto pero
ese no era su negocio. La estrategia es intimidar a la víctima para que pague y
deje de ser molestado o para que compre esculturas horribles. Ese ha sido su
modus operandi, vivendi y gozandi.
Ahora viene con una nueva
acusación, acerca de aviones comprados por Venezolanos para “tumbar” al payaso
Maduro, como si ello fuera necesario. Ante la avalancha de comentarios jocosos
sobre este exhabrupto se ha limitado a decir que su denuncia “no ha sido
desmentida”. Si yo le dijera que él es un drogómano, vendría él a desmentir mi
acusación, con certificados médicos que prueben lo contrario o, más logicamente, me exigiría que probara
mi acusación? Lo que la oposición ha hecho es decirle al palangrista que pruebe
sus acusaciones y, mientras tanto, se ha reído de su desfachatez. Pero el hampón no da nombres, no precisa,
sigue hablando de 18 elefantes escondidos en la plaza Bolivar de San José de
Rio Chico.
No sé que juego juega esta gente
pero lo que sucede en Venezuela desafía toda imaginación. Rangel, Maduro,
Cabello y los hampones secundarios del régimen, todos, están envueltos en una
campaña de acusaciones absurdas y mentiras evidentes que mantienen al país
asombrado. Mientras no hay papel tualé, mientras la deuda de la nación está
fuera de control y la nación es vendida a China y otros países imperialistas, estamos
anegados de basura propagandística emitida por el palangrista Rangel y otros miembros de la
pandilla roja.
Y, mientras tanto, que pasa con
el país? Se va al diablo, amigos. La nación está mesmerizada por esa lluvia de
excrementos con la cual Rangel y sus cómplices pretenden distraer a la
población mientras ponen a salvo sus dineros mal habidos. Nos siguen vacilando.
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