jueves, 6 de junio de 2013

Conversación con Arturo Uslar Pietri


 

En 1995 publiqué un libro sobre la Corporación Venezolana de Guayana. Semanas después, el 29 de Enero de 1996 recibí una carta que consideré una condecoración. Era de Arturo Uslar Pietri y decía, entre otras cosas:

“Distinguido profesor:

De una manera completamente azarienta ha llegado a mis manos un ejemplar de su extraordinario trabajo: “Una perspectiva gerencial de la Corporación Venezolana de Guayana” que usted publicó en Caracas a fines del año pasado.

Quiero decirle a usted, con toda sinceridad, que la lectura de esa obra me ha impresionado profundamente. Con su publicación le ha prestado usted al país, en un acto de evidente valor cívico, un inmenso servicio al revelarle, de la manera más documentada y precisa, el desastre nacional que ha significado la gerencia de la Corporación Venezolana de Guayana…. Lo que usted dice allí, con excepcional valor, sinceridad y apreciación, debía ser conocido por todos los venezolanos para que se den cuenta de la verdadera dimension de esa tragedia… Lo felicito muy cordialmente y le agradezo desde lo más profundo de mi condición de venezolano la invalorable contribución que usted ha hecho a la salvación y enmienda del torcido rumbo que el país lleva.

…. De quien se declara su amigo,

Arturo Uslar Pietri”.

Para mí esta carta representó una distincion superior a cualquier otro reconocimiento. Uslar Pietri era mi ídolo en lo intelectual. Su lenguaje de altura siempre me conmovió. De allí que, al recibir su carta, llamé a su casa,  hablé, creo que con su hijo, y pedí una cita para conversar con él. La cita me fué concedida con asombrosa prontitud y una mañana de Febrero me presenté en su casa, en La Florida.  Una amable señora me hizo pasar a su biblioteca, amplia y sencilla.

Uslar Pietri ya estaba allí, sentado, con gruesos lentes puestos. Había libros en los estantes, sobre  el escritorio y desparramados por casi todo el piso. Me saludó efusivamente con su voz inconfundible, aquella voz cadenciosa y atractiva que oíamos los venezolanos cada vez que  sintonizábamos  sus “Valores Humanos”. Me llamó desde el primer momento Profesor, con gran deferencia, a pesar de que yo no lo era. Quizás intuyó que eso era lo que yo hubiera deseado ser.

“Recibí su libro enviado por Jorge Olavarría”, me dijo al inicio de nuestra conversación. Y hablamos unos minutos sobre Olavarría, por quien él siempre  sintió un gran afecto. Uslar Pietri estaba por cumplir 90 años cuando lo visité. Veía poco y se hacía leer libros o periódicos. Su mente estaba intacta. Pero más que su mente intacta, me impresionó su entusiasmo, el cual me atrevería a definir como juvenil.

Sin una agenda pre-establecida inicié mi conversación con él,  comentándole mi admiración por su entusiasmo. Me dijo: “Cada mañana me despierto anhelante por aprender. Cada día trae una nueva oportunidad para conocer algo nuevo y maravilloso”.  

Le comenté: “Usted ha hecho tantos aportes a la sociedad venezolana, Don Arturo. Es una suerte para el país que tuviera usted esa vocación de servicio”. Y él me dijo: “Vocación no sería la palabra exacta, profesor. Diría más bien que siempre comprendi que ese era mi deber. Mi vocación verdadera ha sido el estudio de la naturaleza, de nuestro hermoso planeta, de ese cosmos repleto de estrellas a las cuales viajaremos uno de estos días. Me hubiera gustado ser un poco a lo Humboldt, quien fue la antítesis de la especialización. Pero las exigencias de la vida nos llevan a actuar en una arena más modesta.”

“Modesta? Don Arturo? Usted se ha movido en un escenario nacional. Usted ha sido protagonista de la historia de Venezuela de los últimos 50 años. Uno de los venezolanos más prominentes de la escena nacional!”

“Mire, profesor. No hay tal cosa como una escena nacional en Venezuela. Para que la hubiese tendríamos que ser una nación.  Y ello no es así. Nuestros escenarios aun son tribales. Carecemos del sentido de identidad nacional que poseen algunos otros países en grado superlativo. Ese sentido de identidad nacional es el producto de una historia, de la conciencia de pertenecer a un todo superior, de generar y cultivar héroes civiles, logrando que los líderes se bajen del caballo”.

Algunas otras cosas conversamos, ya olvidadas. Pero lo que fué inolvidable para mí fué el hecho mismo de mi visita a este hombre legendario.  

De esa conversación han transcurridos unos 16 años. Arturo Uslar falleció el 2001. No ha sucedido nada  en nuestro querido país que haya desvirtuado sus palabras. Al contrario, las tribus de las cuales él me habló se han fragmentado, ahora convertidas en pandillas semi-anárquicas, cada cual con agenda propia, pandillas anti-nacionales empeñadas en  llenar sus alforjas con la mayor rapidez posible.   

Aquella mañana de  Febrero de 1996 subí al Olimpo.  Si no he podido ver a mi país como nación, al menos he tenido la suerte de compartir momentos con algunos de sus notables héroes: Uslar Pietri, Gallegos, Antonio Estévez, Vicente Emilio Sojo, Enrique Tejera Guevara, Rafaél Alfonzo Ravard, Aquiles Nazoa, Isaías Ojeda.    

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Felicitarle Sr. Profesor, por tener Ud. el privilegio contarse entre los amigos de Don Arturo Uslar Pietri. Hablar de Uslar es referirse a la media docena de los más grandes valores de las letras y hombría de bien que haya parido Venezuela.

LGS

Anónimo dijo...

Tres de los culpables de ese desastre que es hoy la CVG, todavía andan pululando y se hacen los inocentes: Pablo Medina (el sujeto más chambón de la tierra), Pastora Medina y el miserable del Andrés Velásquez. Lo que le cayó a la CVG con la peste roja lo que da es ganas de llorar. Empezando por el José Khan y el bicho ese que es gobernador (rangel) y su hijo, que lo sacaron del país cuando el rollo del "rey de la cabilla" (luis salvador velásquez)que acaba de ser puesto en libertad.

Los familiares del presidente de Ferrocasa-CVG están allí agarrando sin que nadie haga nada: uno, el hijo es el gerente general de Recursos Humanos y gerente de Ventas; dos, la esposa es la jefa de Atención al Ciudadano; quien funge de nuera es la gerente de Administración y Finanzas. Amigos importados desde Caracas ocupan las gerencias Jurídica, Compras, Seguridad y Proyectos. El cuñado del Presidente aparece como dueño de la Constructora Joeli C.A., la mayor firma contratista de Ferrocasa-CVG. Reinaldo García es el nombre del tipo.

Acabaron con Venezuela, Gustavo.