APUNTES PARA LA HISTORIA DE LA GENTE DEL PETRÓLEO
CAPÍTULO VIII
CAPITULO I PUEDE
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CAPITULO II
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CAPÍTULO III
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CAPÍTULO IV
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CAPÍTULO V PUEDE
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CAPÍTULO VI
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CAPÍTULO VII
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CAPÍTULO VIII
CONTRIBUCIÓN
DE LA EXTREMA IZQUIERDA
AL DESASTRE
PETROLERO VENEZOLANO
La gerencia petrolera chavista no se creó
espontáneamente, no surgió de la nada. La pandilla que tomó PDVSA por asalto,
desde Héctor Ciavaldini hasta Manuel Quevedo, no fue el producto de generación espontánea
sino de un largo proceso de degeneración ciudadana e intelectual que comenzó
con los primeros marxistas venezolanos de principios del siglo XX. Aquellos
pioneros probablemente tuvieron buena intención pero, con el trascurso del
tiempo, algunos de sus discípulos se fueron transformando en rehenes del
resentimiento, aquejados por complejos de inferioridad ante la tecnocracia
meritocrática.
Orígenes: Gustavo Machado y Salvador De la Plaza
El fracaso de una rebelión en contra de Juan
Vicente Gómez llevada a cabo en 1919 llevó a prisión a patriotas venezolanos como Francisco Pimentel (Job Pim) y José
Rafael Pocaterra y al exilio a Gustavo Machado, Eduardo Machado y Salvador de
La Plaza. Después de una estadía en París y La Habana, Gustavo Machado y
Salvador de la Plaza fundaron en México, en 1926, el Partido Revolucionario
Venezolano. Este fue un partido marxista, el cual utilizaba textos marxistas-leninistas
para tratar de describir la realidad latinoamericana y venezolana. Desde el
inicio Machado y De La Plaza fueron luchadores en contra de la dictadura de
Juan Vicente Gómez desde una perspectiva abiertamente marxista. Aunque Machado
era hijo de millonario, vivió varios años en Nueva York y llegó a ser
representante en La Habana de una empresa azucarera estadounidense, adoptó desde temprano una postura anti-capitalista,
influenciado por los primeros marxistas latinoamericanos como Mariátegui y por
las lecturas de Marx y Lenin. Decía: “El imperialismo yanqui necesita de nuestras riquezas
naturales y está dispuesto a exterminarnos –en forma cobarde, feroz y
sistemática’. … (“Pensamiento Político del Siglo XX , ediciones del Congreso de
la República, Tomo 13, 1983).
Salvador De la Plaza, su contemporáneo, fue
intelectualmente más sólido. Aunque ninguno de los dos fueron protagonistas de
los sucesos de 1928, los escritos de De la Plaza influyeron sobre los jóvenes
estudiantes, entre quienes se encontraban muchos de quienes llegarían a ser los
líderes políticos venezolanos del siglo XX. Desde el principio De la Plaza unió
en su mente los conceptos de nacionalismo y anti-imperialismo haciendo suyas
las palabras de Lenin: “ la tarea del capitalismo es aumentar y acentuar la
opresión del capital sobre los intereses de las naciones colonizadas, [por
ello] los revolucionarios deben combinar
la lucha revolucionaria para el socialismo con un programa revolucionario inherente
a la cuestión nacional” . Esta combinación de nacionalismo y anti-imperialismo
yanqui vendría a formar la columna vertebral de todo el pensamiento marxista
venezolano del siglo XX.
En 1918 De la Plaza decía en su Diario: “Nos
dieron un consejo: Mandarle una carta a [Woodrow] Wilson, felicitándolo [a
propósito de la Liga de las Naciones] . La idea es buena pero peligrosa, porque
Wilson se puede agarrar de eso para el protectorado. Yo odio a los yankees, les
temo grandemente”.
En su juventud De la Plaza fue un burgués,
pedante, vanidoso y hasta racista, según apunta Giuseppe D’Angelo en su ensayo:
“Salvador De la Plaza y los orígenes del Marxismo Latinoamericano”, https://www.researchgate.net/publication/312292505_Salvador_De_La_Plaza_y_los_origenes_del_marxismo_latinoamericano_El_exilio_en_el_desarrollo_de_un_pensamiento_revolucionario. En su Diario se refería a sus compañeros de trabajo como
“bichos”: “A mi lado había toda clase de
bichos, empleados de comercio, carreteros, lecheros, mujeres, todos bestiales”.
D’Angelo añade: “Su camino al comunismo es el mismo de Gustavo
Machado –su compañero en la lucha estudiantil, en el destierro y en las
primeras elecciones políticas, y también en la iniciación a la masonería… [ambos] formaban parte de las familias más conservadoras y adineradas
de Venezuela… y ambos abandonaron su clase…”.
En 1927 Salvador De la Plaza viajó a Rusia
disfrazado de periodista panameño, con el nombre falso de Salustiano Paredes.
Iba ya empeñado en una cruzada en contra de las empresas petroleras que
manejaban esa industria en Venezuela. Ya no era el joven burgués idealista de
su primera juventud sino un abogado graduado en Francia, totalmente imbuido de
marxismo y miembro de la Liga Anti-Imperialista de las Américas. Según apunta
Ernesto Navarro, ver: https://actualidad.rt.com/actualidad/264551-salvador-plaza-defensor-soberania-petrolera, desde ese momento en adelante “De la
Plaza dedicará
toda su producción intelectual a combatir el desconocimiento de los venezolanos
sobre el negocio petrolero y a denunciar a los gobernantes que permitían la extracción
de esa riqueza mineral”. Sin embargo, su obra es llevada a cabo desde una perspectiva enteramente
marxista y serviría de guía al marxismo
universitario que surgiría después.
La economista
Mailer Mattié, en su artículo: “Salvador De la Plaza, un pensador
revolucionario en el olvido” ha señalado que Salvador de la Plaza “consideraba imprescindible" que
el Estado venezolano "asumiera las riendas de la industria del petróleo como un
reclamo de soberanía". En el albor de la revolución castrista, en
la década de 1960, agrega la economista, ya De la Plaza abogaba por el envío de
petróleo a Cuba.
Ernesto Navarro añade en su escrito arriba citado que la obra de Salvador
De la Plaza encontró terreno fértil en la llamada revolución bolivariana de
Hugo Chávez. El cómplice de Chávez, Rafael Ramírez, dijo, citado por Navarro: “el pensamiento
revolucionario petrolero de Salvador De la Plaza constituye una de las fuentes teóricas de la política de Plena Soberanía Petrolera,
encabezada por el Comandante Hugo Chávez".
Rodolfo Quintero: Marxismo petrolero y la
Generación del 28
A diferencia de Machado y De la Plaza Rodolfo Quintero, nacido en 1903, fue miembro de la Generación del 28,
participando en las huelgas estudiantiles de esa época. También a diferencia de aquellos, Quintero se
dedicó desde el inicio de su actividad a la cuestión petrolera. Su obra representa
al intelectual resentido y acomplejado frente a los gerentes petroleros
venezolanos. Así habla de ellos: “La cultura
del petróleo deja huellas grandes y profundas: forma hombres Creole y hombres
Shell, nacidos en el territorio venezolano pero que piensan y viven como
extranjeros; hombres de las compañías y para las compañías, personas
antinacionales. (…) asimilan los elementos propios de la cultura del petróleo y
tienden a sustituir lo venezolano por lo norteamericano principalmente. Su
estilo de vida copiado, impuesto, lo consideran expresión de progreso. Que, en
su opinión, los hace superiores en un mundo de nativos, con estilos de vida
primitivos”. Quien así cita a Quintero,
con aprobación, es un profesor de
historia de la Universidad Central de Venezuela, Enrique Nóbrega, lo cual
ilustra el grado de penetración que este resentimiento generado en el seno de
los marxistas petroleros ha logrado tener en la academia venezolana. Será en
los recintos universitarios donde se aloje este fanaticismo, de donde pasará a
la actividad política abierta en la segunda mitad del siglo XX, convirtiéndose
en agente de prostitución de la gerencia petrolera venezolana de los últimos 20
años.
En el prólogo de su libro, “La Cultura del Petróleo”, publicado en 1968,
Quintero no perdió tiempo en darle a entender al lector cuál era su objetivo: “Con
este ensayo sobre la cultura del petróleo nos proponemos interesar a los
venezolanos en el fenómeno del conocimiento del desplazamiento de las culturas
nacionales por la “civilización gringa” de importación”. Para Quintero la industria petrolera
venezolana en manos de las empresas extranjeras representaba una invasión
cultural “gringa”, término peyorativo que no distinguía estadounidenses de
ingleses, holandeses o franceses, término impropio para el prólogo de un libro
universitario.
Sería imposible analizar en detalle este libro de Rodolfo Quintero pero
bastarán algunas frases para ilustrar como el autor utiliza su profesión antropológica
como herramienta ideológica. Dice: “Desde hace cincuenta años hay en Venezuela
una cultura del petróleo; un patrón de vida con estructura y mecanismos de
defensa propios, con modalidades y efectos sociales y psicológicos definidos,
que deteriora las culturas “criollas” y se manifiesta en actividades,
invenciones, instrumentos, equipo material y factores no materiales como
lengua, arte, ciencia, etcétera”
En el prólogo de la edición del
libro patrocinada (por supuesto) por el
Banco Central de Venezuela, uno de sus discípulos, Carlos Mendoza Potellá,
ahora miembro de la oligarquía chavista/madurista, escribió: “Al releer este texto premonitorio encontramos la génesis de
muchos procesos socioeconómicos contemporáneos. De allí su relevancia para
entender el presente. He aquí, con
ocho años de
anticipación, una precisa
caracterización de la
pretendida “meritocracia” enquistada en la industria petrolera “nacionalizada”,
que se va a convertir en núcleo generador de políticas antinacionales, favorables
a los intereses de sus antiguas “casa matrices”, desde 1976 hasta 2002”. Este es un párrafo insultante y desconsiderado, en una
publicación del Banco Central, organismo otrora digno y autónomo, devenido hoy en apéndice degradado del chavismo.
Para Quintero: “Los portadores de la cultura del petróleo elaboran y aplican buena parte de
las formas de conducta de los venezolanos. Conducta impuesta primero y después
aprendida. Sus maneras de pensar, esperar y temer son producto de una cultura
extraña que construye en nuestro país un mapa de comportamientos, distintos de
los tradicionales. Que contiene maneras de proceder para los niños, los
adolescentes, los adultos; para el hombre y la mujer, para el rico y el pobre,
para el domesticado y para el rebelde, para el colonizado y para el
colonizador. A los que deben ajustarse. Provocan un cambio que pone en
entredicho la identidad y la libertad de nuestro pueblo, su capacidad de
poseerse a sí mismo. De ahí el estado de ansiedad en que se mantiene, las
tensiones emocionantes y espirituales que revelan inseguridad”. Esta curiosa interpretación de procesos de mezcla
cultural que son inevitables en una sociedad abierta sugiere la existencia de
una invasión foránea que somete al pueblo venezolano a la esclavitud. Para
Quintero las viviendas, la ropa, la comida, todo ello prueba que hay una
invasión en marcha. Deberíamos preguntarnos si la transculturación de la cual
habla Quintero no debería incluir también la eliminación del paludismo, la
llegada del teléfono celular y el Internet o el reemplazo del rancho por el
apartamento, porque todas estos cambios nos llegaron desde afuera. Más que
pérdida de una cultura lo que ha existido en nuestro país ha sido una evolución
de naturaleza esencialmente civilizadora, una simbiosis cultural, un proceso integrador,
un camino de dos vías. Hoy en día, en países otrora culturalmente dominantes, existen
hoy componentes sustanciales de culturas foráneas. USA tiene una rica cultura
hispánica transmitida al país por sus 60 millones de habitantes de origen
latinoamericano. Y en USA no se habla de pérdida de la cultura estadounidense
sino de un proceso de interculturación. Cuando uno ve que la arepa se come hoy en
Noruega y en Abu Dabi debe preguntarse si la tesis de Quintero no pasa de ser
un producto de su resentimiento.
Quintero no podía ocultar que el petróleo trae progreso.
Admite que: “En 1920, más de noventa mil personas se concentran en la zona
occidental del lago de Maracaibo y cerca de treinta y cinco mil en la oriental.
En Cabimas se montan plantas generadoras de energía eléctrica: en Las
Tierritas, en Ambrosio, al lado del famoso botiquín El Hijo de la Noche, y en
La Rosa Vieja. Abren las puertas los cines Apolo y Odeón y cobran uno y dos
bolívares por ver una película de vaqueros. Funcionan el cine Cabimas, el
teatro Variedades, el cine Ideal y el Nuevo Circo. Después el teatro
Internacional. Mejoran los sistemas de transportación de pasajeros. Un
vaporcito moderno, “El Continente”, va de Cabimas a Maracaibo y viceversa, dos
veces al día. Cuatro bolívares cuesta el pasaje, pero puede viajarse también en
embarcaciones de motor: “El Boconó”, “El Zulia”, “El Coquivacoa”, “El Berlín”,
“El Caribe” y otros más económicos. Años después se inauguran los ferris que
unen a Palmarejo con la capital del estado Zulia”.
Sin embargo, se apresura a añadir: “Nadie vive bien en las “ciudades
petróleo”, pero ninguno se dispone a dejarlas”, contradicción propia de
una chaqueta de fuerza ideológica. Nos recuerda a Olga Guillot en su canción: “Miénteme
más, que me hace tu maldad feliz”.
Quintero decía: “En
el campo petrolero, el trabajo deforma al hombre física y espiritualmente; solo
poniendo fin al predominio de la cultura del petróleo pueden humanizarse las
formas técnico-productivas e institucionales del trabajo gracias a la máxima
identificación posible del proceso laboral con las tareas instintivas,
espontáneas y creadoras”. Viví en campos petroleros y en ciudades
petroleras y no reconozco como válidas estas aseveraciones de Quintero.
Un legado de resentimiento
Quintero habla así de los petroleros extranjeros: “La
denominación gringo no se usa entre nosotros para distinguir un extranjero
cualquiera; tampoco es calificativo reservado para los ingleses. En Venezuela,
la civilización gringa es la norteamericana, de la cual forma parte la cultura
del petróleo. Portadores de los elementos de esa civilización son los miembros
de la colonia estadounidense en nuestro país, de diversas ocupaciones,
categorías económicas y propensiones: industriales, comerciantes, turistas, gánsteres,
profesionales de ambos sexos y variados grupos de edades”. Entre las
que Quintero llama las censurables transformaciones traídas por el petróleo
está el turismo: “En nuestro país, como en los demás de América Latina, el turismo es una
invención de origen inglés, perfeccionada por los norteamericanos. Entre
nosotros el día domingo se ha transformado secularmente en día de campo, playa
o montaña, de traslado de los individuos y las familias a lugares distantes;
las vacaciones que se empleaban para arreglar los hogares o visitar parientes
donde la familia podía alojarse, se dedican ahora a excursiones patrocinadas
por agencias encargadas de hacerlo”. Y añade: “Entre los elementos de cambios
producidos por la práctica del turismo interno a la norteamericana pueden
citarse el ahorro destinado al viaje de excursión, la variación de la vida
rutinaria, la práctica de aligerarse de la ropa y vestir reducidas prendas
exigidas por las modas de baño o ciertos deportes (béisbol, fútbol, básquetbol,
la pesca con equipos especiales, cuya práctica depende esencialmente de la
industria norteamericana que fabrica los utensilios respectivos), actividades
todas esencialmente propias de Estados Unidos, aprendidas de revistas y cintas
de cine; el registro fotográfico de los diferentes aspectos de la excursión,
práctica difundida por los norteamericanos y dependiente en lo técnico y en lo
económico de la industria fotográfica de aquel país”.
Con estas muestras basta y sobra para apreciar la buena
dosis de cursilería que les legó Quintero a los marxistas que le sucederían en
su cruzada chauvinista.
Algunos discípulos
Ha sido en las universidades venezolanas que el marxismo
petrolero ha encontrado refugio y libertad para desarrollar su labor
catequizadora. Especialmente durante la etapa de 40 años de democracia,
1958-1998, estos académicos marxistas gozaron de una total libertad de cátedra
para difundir su mensaje. Por ello se pudo crear una corriente poderosa de
marxismo en estos centros de enseñanza. Sin embargo, es posible advertir la
presencia de dos grupos, uno de marxistas teóricos, más ocupados con serios
estudios de teoría económica y un segundo grupo de activistas políticos
relacionado con el sector petrolero. Entre el primer grupo han figurado, entre
otros, Armando Córdova, Héctor Silva Michelena, su hermano Ludovico Silva,
Héctor Malavé Mata y, caso limítrofe entre los dos grupos, Domingo Maza Zavala.
El trabajo de los miembros de este primer grupo ha sido esencialmente académico
desde una perspectiva marxista. Entre el segundo grupo podemos mencionar a
Francisco Mieres, Ramón Losada Aldana, Gastón Parra y Carlos Mendoza Potellá
quienes, desde su tribuna universitaria marxista, adoptaron posturas en
ocasiones hasta agresivas contra las empresas petroleras concesionarias y los
gerentes y técnicos petroleros venezolanos. Sus mensajes frecuentemente han
estado cargados de resentimiento y de expresiones peyorativas en contra de la
Gente del Petróleo, poniendo en duda su
venezolanidad Este segundo grupo sería el que lideró el gran ataque que se
llevó a cabo durante la década de 1970 en contra de la PDVSA meritocrática,
ataque que promovió actitudes que llevaron al gran desastre petrolero
actual.
El trabajo erosivo de estos hombres en contra de la
industria petrolera y de sus gerentes fue factor contributivo a la llegada al poder de Hugo Chávez Frías. Más
aún, algunos de estos hombres, como Gastón Parra, Francisco Mieres, Carlos Mendoza Potellá y, guardando mayores
distancias, Domingo Maza Zavala, se convirtieron en colaboradores estrechos del
chavismo, sirviendo al llamado
“Socialismo del Siglo XXI” y formando parte integral del régimen que ha destruido
al país.
Gastón Parra contribuyó a la entrega de nuestra soberanía
De los marxistas petroleros universitarios que colaboraron con el
narco-régimen de Chávez, el que llegó más lejos en su aporte a la dictadura fue Gastón Parra, pues fue nombrado
presidente de Petróleos de Venezuela por Hugo Chávez en 2003, como punto
central de una maniobra premeditada para provocar la reacción de la Gente del
Petróleo. Luego de haber cumplido con esta indigna tarea fue recompensado por
el difunto autócrata con la presidencia del Banco Central de Venezuela,
posición en la cual lo encontró la muerte en 2008. Conocí bien a Gastón Parra
en la década de 1950, porque ambos éramos empleados de la Compañía Shell de Venezuela,
él en el departamento de Contabilidad, yo en el departamento de Exploración. En 1958, días antes de la caída de Pérez Jiménez,
él y yo formamos parte de un grupo de venezolanos que asaltó la Cárcel de
Maracaibo para liberar a los presos políticos, entre quienes estaba José Ángel
Paz Galarraga, logro que, al día siguiente, fuera atribuido por la prensa a
políticos de oficio quienes nunca estuvieron por allí. Graduado de Economista, Parra
se dedicó a la docencia. Sus amigos alegan que su permanencia de 12 años como
empleado menor de contabilidad en la Shell le permitió: “conocer esa industria
por dentro, percatarse de las manipulaciones contables de la empresa para ocultar
las cuentas reales de éstas con el fin de evadir el pago correcto de impuestos
y otros derechos de la nación, cuestión que atacó sin desmayo desde las
trincheras de sus libros, de la cátedra y de los auditorios universitarios y
académicos”, ver: .https://www.redalyc.org/html/280/28022784001/. Uno se pregunta como un empleado menor del departamento de Contabilidad
pudo descubrir esos inmensos “fraudes” y
porque tardó doce años en abandonar la empresa sabiendo para quienes trabajaba.
Gastón Parra fue capturado desde
temprano por las ideas marxistas y se dedicó a utilizarlas para atacar a la
industria petrolera que él consideraba “fraudulenta” y que, quizás, no había
apreciado debidamente sus talentos.
Parra fue un autor prolífico, de indudable capacidad de
trabajo y con una buena actuación universitaria. Su ideología extrema lo llevó
a colaborar con Chávez. Antes de la irrupción de Chávez en el poder, Parra
había ya publicado, en 1995, “De la Nacionalización a la Apertura, Derrumbe de
una Esperanza”, cuyo propósito fue atacar lo que la izquierda venezolana definió
como una “nacionalización chucuta”. Este libro fue publicado, en una segunda
edición, por el Banco Central de Venezuela chavista, en edición coordinada
(cuando no) por Carlos Mendoza
Potellá. Gastón Parra quiso una
estatificación a sangre y fuego, sin indemnizaciones a las empresas ex-concesionarias.
En este libro acusó a la Gente del Petróleo de conspirar con las empresas
multinacionales, urdiendo un fraude para permitirles una “nueva generación de predominio en Venezuela”. Según el libro de Parra y su
prologuista, Mendoza Potellá: “Los contratos de Asistencia Técnica y Comercialización, suscritos bajo
presiones chantajistas ejercidas sobre un gobierno que había aceptado términos
de negociación inconfesables, pocos días antes del tránsito formal de la
industria petrolera a manos del Estado, fueron los factores determinantes en
cuanto a una nueva configuración de los vínculos Estado-Corporaciones en los 26
años que siguieron, durante los cuales esa configuración se desarrolló y
consolidó…. en esos contratos se
plasmaron los pasos iniciales de la “apertura petrolera”, porque fue a través
de ellos que Exxon, Shell, Mobil, y Gulf, principalmente, pasaron a tener
injerencia en espacios distintos a los de sus antiguas concesiones… Fue así
como se inició el deterioro de la participación nacional en el negocio
petrolero, constituyendo la llamada "apertura petrolera" sólo el
capítulo contemporáneo de una política que ha tenido siempre el mismo signo: la
expropiación del patrimonio colectivo en beneficio del gran capital
transnacional y de las elites aprovechadoras criollas, cuya punta de lanza la
constituyeron entonces, y por casi 30 años, las cúpulas gerenciales de
mentalidad privatista enquistadas en los puestos de comando de la empresa
estatal”.
Esta y otras tesis de Parra fueron las
mismas, cada quien con su estilo generalmente pomposo y pesado, que los
marxistas petroleros enunciaron en su guerra perseverante en contra de la PDVSA
meritocrática, lo cual abrió la puerta a todos los resentimientos hasta ese momento
represados en las universidades y en algunas publicaciones de la izquierda extrema en contra de la industria
petrolera venezolana. Ni siquiera la estatificación de la industria petrolera
decretada por Carlos Andrés Pérez les fue aceptable. Era, según ellos, fraudulenta, puesto que no se han debido pagar
indemnizaciones ni contratar servicios de tecnología o de comercialización
internacional con las ex concesionarias.
Se
dio la curiosa circunstancia de que la Gente del Petróleo vio llegar la
nacionalización con desconfianza, por ser una estatificación más que una verdadera
nacionalización, al mismo tiempo que los marxistas petroleros la vieron llegar como
insuficientemente severa y radical. Gran habilidad demostró el general Rafael Alfonzo
Ravard al navegar por casi diez años entre los temores de la Gente del Petróleo
y los ataques del marxismo petrolero y hasta de líderes de los partidos del
“status”, AD y COPEI. Los bandos veían a
sus adversarios ideológicos como entreguistas: unos entregados al capital
petrolero internacional, los otros entregados al marxismo internacional.
Francisco Mieres y Carlos Mendoza Potellá.
Francisco Mieres y Carlos Mendoza Potellá
han sido dos de los más calificados representantes del marxismo petrolero que
encontró refugio en el recinto universitario. Junto a Gastón Parra ellos
también terminaron sirviendo y apoyando la oprobiosa dictadura hoy rechazada
por la inmensa mayoría de los venezolanos.
Francisco Mieres nació en Cumaná y siempre fue un bien
estudiante. Cursó estudios de Economía en París y en la Universidad Lomonosov
de Moscú, antes de obtener su doctorado en Economía en la UCV. Decía Mieres en la década de 1980, cuando la
deuda de PDVSA rondaba los U.S. $7000 millones y era enteramente manejable (hoy
está en U.S. $200.000 millones, a pesar del inmenso ingreso petrolero durante
el siglo XXI), ver: http://ance.msinfo.info/bases/biblo/texto/libros/BC.1985.a.2.pdf : “En esta Venezuela alegre y superficial nos agarramos
ahora a la internacionalización como la panacea que se nos está vendiendo desde
todos los medios informativos y de poder en el país, con la misma ceguera y
alegría con que nos lanzamos a la anterior panacea, la de la Faja del Orinoco,
que se nos ha revelado ahora como un fiasco y que en realidad se nos convirtió
en una especie de Faja Mituminosa, surtidora de mitos, de mitos consoladores
acerca de nuestro futuro… el estilo de planificación que consiste en cocinar los proyectos y los acuerdos en
seno de una pequeña cúpula petrolera o burocrática y luego venderlos a la
opinión pública por las vías que estamos acostumbrados por las vías espurias de
la pseudo información es una de las cosas de esta Venezuela que debemos cambiar”.
En ese discurso Mieres agregaba: “No podemos convertir a PDVSA en una nueva
monarquía petrolera… ese no es el camino de la Venezuela verdaderamente
democrática y participativa. Yo pienso que se ha abusado del poder”.
Así hablaba Mieres, sin sospechar que 20 años después él estaría defendiendo un
gobierno mucho más abusador que los gobiernos de la democracia venezolana y
promoviendo el desarrollo de una faja
del Orinoco que había definido como un mito.
A pesar del clima
duro de aquellos años Mieres siempre fue un adversario respetable y nunca tuve
dudas de que su postura obedecía a una convicción honesta, equivocada o no. Yo
le tuve respeto. Sin embargo Mieres sirvió a Chávez como Presidente de Corpoindustria y
embajador de Venezuela en Rusia. En su momento más político, estuvo inclinado a
seguir al General Raúl Baduel, caído en desgracia y enviado a prisión después
de haber sido el actor decisivo en restituir a Chávez en el poder.
Carlos Mendoza Potellá
ha sido más político que Mieres. Su producción
sobre petróleo ha sido prolífica y ha sufrido ligeras transformaciones en el
tiempo. En 1997 decía: “cuando contemplamos espectáculos
como los de la Tercera Ronda de licitación de convenios de operación de campos
"marginales … lo primero que viene a nuestra mente.. es aquella rueda de prensa desde Nueva York
con la cual el Ministro de Hacienda de la administración Lusinchi anunciara al
país la firma "del mejor refinanciamiento del mundo"….Y es que nuevamente nos
encontramos ante una presentación edulcorada, una utilización de toda la
técnica de George Lucas y Steven Spielberg para presentarnos como gloriosa una
vergonzosa jornada: la continuación del desmantelamiento de PDVSA, de nuestra empresa
petrolera, a precios de gallina flaca… Pero si la técnica
de fabricar mundos fantásticos es el principal instrumento de esta añagaza, la
condición necesaria de su éxito es la ignorancia generalizada y el
desinterés de la dirigencia política nacional, que reiteradamente hemos
denunciado y constituyen razón de ser de estos Apuntes.. Sin olvidar el alto
grado de responsabilidad de los cómplices….”.
Estas son
palabras de un político, más que de un académico. En 1997 decía: “A Alberto Quirós Corradi no le gusta que se
califique como "entrega" a un proceso no tiene otro nombre: la
entrega de los campos maduros licitados en la Tercera Ronda para su operación
por compañías extranjeras….Quirós confunde -a propósito y haciéndose el inocente-
"entrega" con traspaso de propiedad. Y pretende olvidar que el
concepto entrega, pertinentemente aplicado en éste y en todas las demás
manifestaciones de la "apertura petrolera", tiene otras connotaciones
fundamentales, que se relacionan con el desmantelamiento de la capacidad de
control y fiscalización del Estado venezolano sobre sus recursos de
hidrocarburos, al liquidarse el Ministerio de Energía y Minas. Que tienen que
ver con la eliminación del Valor Fiscal de Exportación y el envilecimiento y práctica
anulación de la Regalía en los contratos con compañías extranjeras. Es decir,
con la minimización de los principales instrumentos del Estado para hacer valer
su condición de propietario”.
Durante la
etapa chavista Mendoza Potellá ha sido embajador de Venezuela en Moscú y asesor petrolero de la
Presidencia del Banco Central de Venezuela, posición que ha conservado por
algunos años. Desde esta posición ha colaborado en la diseminación en nuestro
país de las ideas marxistas pero, a medida que pasa el tiempo y observa el
desastre petrolero, se ha ido convirtiendo en un moderado crítico de las
políticas del régimen, sobre todo en lo concerniente a la Faja del Orinoco,
cuyos recursos de petróleo pesado, dice, podrían quedarse en gran medida en el
subsuelo, por lo cual aboga por un regreso a la explotación de nuestros yacimientos
de petróleo liviano en la cuencas tradicionales. Después de 20 años Mendoza parece
enrumbarse en la dirección correcta.
La cosecha actual de discípulos
del marxismo petrolero da ganas de llorar
Hoy día el marxismo
petrolero ve con desconsuelo que no ha podido crear una escuela de seguidores
intelectualmente sólidos y honestos. Lo que existe hoy en el campo de expertos
petroleros chavistas da ganas de llorar: Fernando Travieso, David Paravisini,
Miguel A. Jaimes y otros. Jaimes llegó al cinismo de ofrecer un “diplomado petrolero”,
ver: http://lasarmasdecoronel.blogspot.com/2015/07/un-audaz-experto-chavista-ofrece.html
por la “módica” suma de Bs. 6000 (2015) en el cual ofrece, textualmente: “un estudio y
análisis crítico —como aspecto fundamental— como un nuevo énfasis de
investigación frente al tema del desarrollo del capitalista y la depredación de
los recursos naturales petroleros, desde sus inicios a nivel nacional, pasando
por la internacionalización, y finalmente una indagatoria acerca del proceso de
globalización”. ¿Comprenden
ustedes a este discípulo de Cantinflas?
Con teóricos petroleros como estos, gerentes
petroleros como el general Manuel Quevedo y empresas de servicios petroleros
como CAMIMPEG, no es sorprendente que PDVSA esté hoy en bancarrota.
Creemos que se requiere un estudio en mayor
profundidad de lo que aquí hemos esbozado para documentar a cabalidad como se
destruye una industria petrolera, al ponerlo en manos de charlatanes, ideólogos
decimonónicos y gerentes improvisados y carentes de honestidad.
5 comentarios:
Gustavo, en tu crónica te has olvidado del miserable de Rafael Quiroz Serrano, un arrastrado chavista que alababa el desastre de hambre y miseria, de picada total de la industria petrolera, caos económico y hecatombe social propiciada por el homínido de Sabaneta:
https://www.noticias24.com/venezuela/noticia/63876/rafael-quiroz-%E2%80%9Cla-politica-del-presidente-chavez-no-esta-equivocada%E2%80%9D-audio/
No me he olvidado de este miserable pero yo hablo de los marxistas petroleros y este engendro no tiene ningun basamento academico que lo haga incluible en mi escrito.. Este es un pobre aventurero que baila al son que le tocan.
Perdona la falta de acentos
Gustavo
Tienes razón.
El dejar las universidades en manos de socialistas extremos y comunistas fue el semillero que formó los ñangaras que destruyeron a Pdvsa y al país. Hoy en EE.UU. se está produciendo el mismo proceso, y la mayor parte de los profesores son liberales sino vehementemente anti-capitalistas. Para rematar, no permiten que se discuta las bondades y daños que puede producir un capitalismo desmedido. Éstos profesores sólo quieren que los estudiantes entren por el aro que han creado de odio a todo sistema distinto a socialista. A ver si los conservadores toman nota y comienzan a defender otras opciones. Son los jóvenes quienes debe tener todas las opciones para decidir qué creen es lo mejor.
https://lademocraciaesunaobligacionuniversal.wordpress.com/2018/05/14/la-izquierda-en-el-entramado-petrolero-de-venezuela-mailer-mattie/
mailermattie@yahoo.es
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