domingo, 10 de mayo de 2020

Dia de la Madre

                                                                     Filo y Cristina


Mi madre murió hace casi 50 años y no estuve presente para estar con ella. Estaba en viaje de trabajo en Holanda y por más rápido que regresé, ni siquiera llegué a tiempo para su entierro. Después de tantos años puedo recordarla, como ente abstracto, porque me he ido olvidando de ella, de su persona. Puedo acudir a sus fotos pero no es lo mismo. Mi imagen mental de ella se ha ido disipando. Eso sí, la recuerdo a través de lo que a ella le gustaba. Cada vez que veo unas bellas azaleas, y este es el mes en que florecen de manera hermosa donde vivo, recuerdo a mi madre. Su nombre era Filomena pero todos, familiares y amigos, la llamábamos Filo. Tenía una risa fuerte y contagiosa. Cuando en la oscuridad del cine del pueblo se reía, todos los asistentes a la función sabían que Filo estaba allí. Tocaba el piano en todas las funciones benéficas del pueblo. Por 40 años fue presidenta o principal  motor de la Casa Cuna “Consuelo de Marturet” de Los Teques, así llamada porque Consuelo fue su mejor colaboradora en esa obra. Aunque esa fue su obra magna, Filo también promovía toda clase de programas de higiene, de alimentación para madres lactantes, de limpieza de barrios, de alfabetización de adultos. Era una potencia de primera línea en nuestro pueblo. En Carnaval hacía los disfraces más originales para mi hermana, Cristina, quien se ganaba casi todos los concursos. Nunca supe si es que eran los mejores disfraces o si los jueces le tenían terror a mi madre.
Era una mujer apasionada en sus causas. Cuando mi padre y mis tíos, todos adecos, fueron apresados, durante la época de Pérez Jiménez, me llevó a la policía de Los Teques y pidió hablar con el jefe. Le dijo: “Aquí le traigo a Gustavo, quien es el único varón de la familia Coronel que aún no está preso. Déjelo aquí de una vez”. El pobre hombre balbuceaba: “pero, Doña Filo, como piensa usted….”.  La policía también le tenía terror.
Una vez el párroco de Los Teques, convocó a un grupo de jóvenes, entre quienes estaba yo, para organizar una corrida de toros a beneficio de la parroquia. Nos dijo: “Ustedes la organizan pero yo no puedo aparecer relacionado con el evento, porque la iglesia no aprueba de las corridas de toros”. Cuando fui a la casa y mencioné este plan a mi madre, se fue de inmediato a hablar con el sacerdote y le dio tremendo regaño. La parroquia también le tenía terror a mi mamá, quien – para rematar – era agnóstica pero cuyo mejor aliado en tareas benéficas para la comunidad fue el ilustre Padre salesiano Isaías Ojeda, a quien mi madre quería mucho porque me decía que se le parecía a su hermano Víctor. El parecido ciertamente no era ideológico, porque Víctor (García Maldonado)  había sido miembro fundador de la primera célula del Partido Comunista en Venezuela , junto con los hermanos Fortoul y José Antonio Mayobre. Pero si era en lo idealista porque ambos creían honestamente en su misión.   
Mi madre iba de casa en casa en Los Teques, pidiendo ropa para los ancianos, los llamaba sus viejitos. Nadie, por supuesto, se atrevía a negarle su contribución. Muchos años después de su muerte, yo fundé una organización Pro Calidad de Vida, con objetivos similares a los de mi madre, orientada no tanto a la caridad sino a la educación ciudadana. Esa vocación que descubrí un tanto tardíamente fue uno de los varios extraordinarios legados de mi madre.
En otras ocasiones he dicho que mi madre me transmitió para siempre una agresiva intransigencia en contra de la corrupción. Para ser intransigente contra la corrupción es necesario tener una hoja de vida limpia, lo cual no es fácil. Todos hemos cometido errores alguna vez, aunque hayan sido de pequeña magnitud. He contado antes que un día, cuando tenía unos 7 u 8 años, me jubilé del colegio y me fui a pescar sardinas. Después de esto salí con mi madre y nos encontramos con la maestra quien le dijo a mi madre: “Sabrás que Gustavo dejó de ir a clases la semana pasada”.  Y ella respondió: “creo que te equivocas. Mi hijo jamás haría tal cosa”.  Y seguimos caminando. Desde ese día hasta hoy nunca he hecho algo que pudiera ser catalogado como eludir mi responsabilidad. Quizás he sido injusto, quizás he ofendido sin querer, quizás he actuado con machismo, sobre todo cuando el machismo era “normal”,  pero nunca he traicionado aquella confianza ciega que me mostró mi madre y que me marcó para siempre.  
La gente muere. Mis padres murieron y son ya apenas dulces y semi-olvidados recuerdos. Nuestros muertos se van convirtiendo en ideas, perfumes, sonidos, risas y colores  que se van mezclando con nuestro Yo. Como estrellas en el firmamento, nuestros padres se convierten en brillantes puntos de luz, cada vez más lejanos. Y nosotros, viajeros a bordo de un cosmos que viaja cada vez más con mayor velocidad – después del “big Bang” -  hacia su disolución, solo podemos aferrarnos desesperadamente a los cada vez más vagos recuerdos de cuando éramos inocentes y felices, envueltos en la tibieza maternal.
Querida Filo: un recuerdo para ti este día.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A las verdaderas Madres, mujeres, y personas de tanto bien.

Benditas las que amamantaron y son, y han sido nuestra(s) madre(s)!
Una verdadera madre nunca abandona a un hijo/hija!

Algunos de nosotros hemos tenido mas de una madre, con su cariño,
amor, cuidados, concejos, y sentido femenino para nuestro ser!

Cómo decir que lo que fue nuestra primera habitación desde el vientre,
no es lo máximo que la naturaleza y los Dioses nos han dado de

demostración de nuestro origen mágico majestuoso y misterioso, por
no decir, real y tangible, pero que se escapa de nuestro completo
entendimiento y sapiencia verdadera.

Nunca podremos atribuirle al sexo opuesto y femenino, toda la gloria
que se merece, en conjunto con su ser más fuerte y protector y a veces
no tan o más inteligente.

Rindamos a ellas el culto que se merecen, y el deseo es que sigan
siendo, el vaso más frágil, y dispuestas a todo, aun para sobrevir en
este Mundo!

g.f.t.b.

Anónimo dijo...

Te dejo un bello poema de Edmondo de Amicis.

Se Fossi Pittore

Non sempre il tempo la beltà cancella
o la sfioran le lacrime e gli affanni:
mia madre ha sessant’anni,
e più la guardo e più mi sembra bella.

Time doesn’t always delete beauty
or tears and worries blemish it:
my mother is sixty years old,
and the more I look at her the more beautiful she seems.

Non ha un accenno, un guardo, un riso, un atto
che non mi tocchi dolcemente il core;
ah, se fossi pittore,
farei tutta la vita il suo ritratto!

She has no allusion, no look, no laugh, no gesture
which doesn’t sweetly touch my heart;
ah, if I were a painter,
I would paint her portrait all life long!

Vorrei ritrarla quando china il viso
perch’io le baci la sua treccia bianca,
o quando, inferma e stanca,
nasconde il suo dolor sotto un sorriso

I’d like to portray her when she lowers her face
so that I may kiss her white braid,
or when, ill and weary,
she hides her pain beneath a smile.

Pur, se fosse il mio priego in ciel accolto,
non chiederei del gran pittor d’Urbino
il pennello divino
per coronar di gloria il suo bel volto;

Yet, if my prayer was in heaven granted,
I would not ask for the divine brush
of the great painter from Urbino
to crown with glory her beautiful face;

vorrei poter cangiar vita con vita,
darle tutto il vigor degli anni miei,
veder me vecchio, e lei
dal sacrificio mio ringiovanita.

I’d like to swap life with life,
give her all the strength of my years,
see myself old, and her
rejuvenated by my sacrifice.

Edmondo De Amicis.

Anónimo dijo...

BENDICIONES para Ud.y su familia.