miércoles, 21 de noviembre de 2012

Venezuela: 13 años viviendo con un cadáver

Viviendo y durmiendo con un cadáver llamado revolución


Desde 1999 Venezuela vive y duerme con un cadáver arbitraria y erroneamente identificado como revolución. Este cadáver político es personificado por un paracaidista inculto, sin preparación alguna para las tareas de gobierno, llamado Hugo Chávez Frías. Su llegada al poder hizo posible la transformación de  un mandato normal en un proceso grotesco al cual se le llamó revolución, en burda imitación de lo hecho por  Fidel Castro en Cuba hace más de medio siglo.

Después de todos estos años de progresiva  putrefacción el cadáver – misericordiosamente -  se ha  apergaminado,  como le sucedió a la madre de Norman Bates, el protagonista de “Psycho”. Ya son pocos, Chávez y su escaso entorno íntimo, quienes siguen hablando de la “revolución” como si estuviese viva. El proceso politico venezolano existente consiste en primitivas acciones de  sobrevivencia en el poder, no importan ya las maneras de hacerlo ni el impacto que las decisiones que se toman puedan tener sobre el futuro de la nación. Es un proceso hasta ahora exitoso en su objetivo de poder, debido a la naturaleza poco ilustrada e indiferente de amplios sectores de nuestra sociedad y a la habilidad del paracaidista para mezclar una política de dádivas con promesas populistas, con la coacción y hasta ingredientes pseudo-religiosos que explotan la superstición de nuestro pueblo.

Lo que fué bautizado como una revolución se reduce a un caudillaje al estilo del siglo XIX, eso sí, con grandes cantidades de dinero petrolero. Como resultado de esa orgía de dinero  y de la total carencia de transparencia, Venezuela es hoy en un centro de corrupción y de inmoral desenfreno como no se había visto nunca antes en nuestro hemisferio.

Lo que motiva esta reflexión no es tanto hablar del cadaver llamado revolución, pués ese ya tiene algun tiempo en una silla de ruedas, acumulando el polvo de la indiferencia o hasta el desdén de quienes viven con el. Nuestro motivo de reflexión es la gente, nosotros los venezolanos,  quienes hemos consentido  en vivir y dormir con este cadáver en descomposición por largos años. Independientemente de las razones que hayamos tenido para consentir en esta perversión  el resultado sobre la psiquis colectiva es  el mismo:  a través de ese contacto, la sociedad venezolana ha adquirido  el hedor de la muerte y de la putrefacción, un fétor que tardará mucho tiempo en desaparecer, aun años después que la momia que lo causa haya sido enterrada.

La sociedad venezolana está impregnada del fétor de la muerte moral.   

Esta etapa de trece años podrá, inclusive, extenderse un tanto más. Digamos que puede llegar a ser de 15-20 años. A pesar de su horror podría ser considerada como historicamente breve. Pudiera pensarse, por lo tanto, que una vez superada, la sociedad venezolana estaría en capacidad de reanudar con rapidez una vida normal. Eso, lamentablemente, no es así. Un ser humano sometido a una experiencia aterradora, a un proceso de degradación física y espiritual, tarda mucho tiempo en recuperarse, aun después que haya cesado la causa directa de su degradación. En el caso de la sociedad venezolana el efecto es similar, quizás peor. Y lo será porque tenemos que ir a buscar  la causa de nuestra degradación social en nosotros mismos. No fué una imposición la que nos llevó  hacerlo. Fué el producto de una decisión colectiva conciente – activa o pasiva -  lo que llevó a la sociedad venezolana a vivir y dormir con un cadáver putrefacto por estos largos años. Aun quienes se opusieron a esa perversión y actuaron dignamnte  título individual no pudieron hacer, como sociedad, lo que hubiera sido necesario para impedirlo.

Esa decisión colectiva desnudó nuestra naturaleza como pueblo. Me lleva a preguntar donde quedaron aquellos sueños de grandeza de la sociedad democrática que emergió de la noche perezjimenista, aquella sociedad que tuvo líderes de prestigio continental, la que comenzó a constituir una clase media ilustrada y progresista, ayudada por el maravilloso empujón que le dió la inmigración europea de la post-guerra. La desaparición abrupta que ha experimentado esa sociedad nos hace pensar en las líneas de Keats: “Donde están los cantos de la primavera, adonde fueron?”. Pero a diferencia de Keats, quien nos recomienda: “No pienses más en ellos, tu también tienes tu música”, no logro encontrar música redentora alguna en este trágico arroz con mango que es la sociedad venezolana de hoy.

La sociedad venezolana deberá caminar por mucho tiempo con el pesado fardo de su sentido de culpa. Le pesará doblemente porque ha probado tener estrechos hombros. Algo deberá suceder en el futuro, algo que no vemos en el horizonte aún,  para que los venezolanos podamos quitarnos de encima el olor a muerte y putrefacción y podamos encaminarnos de nuevo, con la frente en alto, hacia la grandeza.

 

 

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El problema de origen es social: un país de irresponsables, regando hijos por todas partes, sin ética ni valores, con una dirigencia que, en vez de seguir una política de planificación familiar, educación e inmigración selectiva, creó el sistema clientelar que el chavismo perfeccionó.

Sí, estimado amigo, este sistema perverso, la prostitución de la democracia, fue creado por los adecos. Corrompidos hasta el alma -en la tarea los acompañó Copei-, cómodos en sus oficinas con aire acondicionado, se olvidaron de todos los principios, mientras anidaba el huevo de la serpiente que se los iba a engullir.

El sistema funcionó montado en la riqueza petrolera, que aflojó todos los resortes morales y el deseo de trabajar con honestidad. Tal riqueza, que pudo haber sido una bendición, nos convirtió en flojos y pusilánimes. Y a las pruebas me remito: después de estos insufribles años, hemos sido incapaces de sacudirnos el yugo de esta dizque revolución, que no es más que un inmenso cogeculo -y me perdonan la expresión-.

Este pueblo irresponsable eligió el peor de los caminos: un militar, con la ñapa de su pasticho fascio-comunistoide.

Ahora sale el otro cadáver insepulto de Giordani a decir que lo regalado se tiene que acabar. lo que podría y debería ser una política seria, el aumento de la gasolina, no es otra cosa que meterle la mano en el bolsillo a la clase media para seguir alimentando el insaciable y mostruoso sistema clientelar que han montado, para seguir arrojando limosnas a su "target" -para emplear el terminacho de los "expertos en marketing", esos pseudo genios que creen que con jingles y cuñas van a desalojar al mostruo con pretensiones totalitaria que nos arruina el futuro-. Lo mismo con las tales comunas, no otra cosa que una forma de control social, de Apartheid y de reparto de limosna.

Estamos jodidos. Saludos cordiales.

Anónimo dijo...

PD: es monstruo, no mostruo...

Anónimo dijo...

Si la unica salida es Maiquetia, entonces si estamos jodidos.

Si otras sociedades han podido superar sus fracasos, nosotros tambien podemos.

No hay riqueza suficiente para pagar a los mercenarios cubanos, a los porta franelas y aceitar la maquina de corrupción, asi que a pagar mas por todo y mas impuestos directos e indirectos Cuba lo ordena.

EL Gobiernos Venezolano tiene dos grandes burocracias dedicadas solo a mantener a Chavez en el Poder son Millones de Empleados en Cuba y Venezuela cuyo unico trabajo es que Chavez siga en el Gobierno y que firme los cheques.