El fallecimiento del águila
arpía fue reportado ayer por El Correo del Orinoco, como debe ser. El órgano
del régimen agregó que, mientras vivió, al águila arpía “se le suministraba piezas de animales vivos con la
intención de mantener su condición física y de instinto”. Correspondía a su condición de animal de presa
devorar vivas a sus víctimas, esa horrible criatura sacada de un cuento de Poe
o de Lovecraft.
Pretenden
deificar esa criatura, devoradora de vida, la que no comía moscas porque volaba
muy alto. Hoy nadie sabe ni siquiera de que murió, exactamente cuando murió y
donde están sus restos. Solo sabemos lo que nos dice El Correo del Orinoco. La
verdad del régimen es hoy la única verdad.
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