Ocho estaciones del vía crucis chavista
Estos 16 años de chavismo-madurismo en Venezuela han sido
nuestra Vía Dolorosa. Después que esta pandilla de miserables deje el poder y,
al menos, sus cabecillas sean debidamente castigados, el país se enfrentará a
largos años de recuperación física y espiritual. Las ocho características más
despreciables de este régimen han sido, en mi opinión, las siguientes:
La cobardía
Desde el principio el líder de la pandilla, Hugo Chávez
Frías, se reveló como un cobarde. Cuando estaba de servicio activo en el
ejército parece haber delatado a sus compañeros de armas, quienes fueron objeto
de una emboscada guerrillera. Así lo narra el General Carlos Peñaloza en su
libro: “El Delfín de Fidel”, páginas 143-145., (La emboscada de La Gloria).
Cuando da su golpe fracasado, en Febrero 1992, lleva a los soldados a la muerte
bajo engaño, según lo atestiguan sus biógrafos (“Hugo Chávez sin Uniforme”,
Marcano y Barrera, página 112) y lo admitió el mismo. Luego, se queda
paralizado en el Museo Militar, abandonando a sus compinches, lo cual le ganó
el remoquete de “Héroe del Museo Miliar” que le asignó Manuel Caballero.
Miembros destacados de su pandilla como Izarra y Soto Rojas traicionaron al
país colaborando con la invasión de Cubanos por Machurucuto.
La pandilla se esconde detrás de una Fuerza Armada
cómplice, armada con los dineros de la Nación, para cometer sus desafueros que incluyen
hasta el tráfico de drogas. Esa es la suprema cobardía.
Cobardes más
destacados: Hugo Chávez, Jorge Arreaza, Nicolás Maduro., Ministros de la
Defensa chavistas-maduristas
La deshonestidad administrativa
La corrupción durante estos 16 años ha sido nunca vista
en Venezuela. Esto es especialmente censurable ya que la bandera electoral de
estos miserables fue la anti-corrupción, la honestidad. Pero desde el principio
se revelaron como ladrones. Chávez recibió donaciones extranjeras antes y
después de llegar a la presidencia. PDVSA, CVG, Corpoelec, los ministerios, se convirtieron
en grandes centros de latrocinio, algo que está ampliamente documentado. La
corrupción ha tenido sus principales centros en Miraflores, en PDVSA, en la
Fuerza Armada y en el Ministerio de Finanzas pero su presencia ha sido
sistémica. Se estima que no menos de unos 200.000 millones de dólares han sido
robados por unos 400-600 funcionarios públicos de alto nivel, contratistas, banqueros,
familiares y otros parásitos del erario público. Ejemplos: los $25000 millones
dados a empresas de maletín para importaciones que nunca se realizaron; los $
4200 millones depositados en Andorra y los $11000 millones depositados en
Suiza; los contratos dados por PDVSA y Corpoelec a Derwick Asociados; los
$20.000 millones perdidos en las cuentas de FONDEN; las fortunas acumuladas por
los miembros y familiares de la pandilla sobre las cuales se comienzan a
recibir datos precisos.
Deshonestos más
destacados: Rafael Ramírez, Nelson Merentes, Tobías Nóbrega, Diosdado Cabello,
Alejandro Andrade, Tareck El Aissami, contratistas de PDVSA y de Corpoelec,
magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, miembros del CNE vendidos al
régimen.
La ineficiencia
Hemos tenido gobiernos corruptos pero eficientes, como
los de Pérez Jiménez y CAP I, gobiernos honestos y eficientes como los de
Betancourt, Leoni y Caldera I, poco corruptos y muy ineficientes como el
Herrera y muy corruptos e ineficientes como el de Lusinchi, pero nunca habíamos
tenido una combinación tan trágica de híper-corrupción e ineficiencia como el
de esta pandilla. Este régimen no ha hecho nada constructivo, se ha limitado a
destruir. Durante estos años se han caído los puentes, podrido las carreteras y
los edificios públicos, arruinado los hospitales y universidades, devaluada la
moneda nacional. Su política ha sido la de robar el grueso de los ingresos del
país y darle una parte pequeña a los pobres en forma de dádivas: comida
regalada pero semi-podrida; bonos; electrodomésticos en tiempos de elecciones.
La escasez que ha caracterizado estos años ha institucionalizado las colas y la
humillación del ciudadano.
Ineficientes más
destacados: Rafael Ramírez, Farruco Sesto, Iris Varela, María Eugenia Sáder, Isaías Rodríguez, Jorge Giordani, Izarrita,
Vladimir López Padrino, Jorge Rodríguez y su hermana Delcy, las varias damas
del Poder Ciudadano: Luisa , Gabriela, etc.
El culto a la personalidad
Aunado a la corrupción y a la ineficiencia el régimen
chavista-madurista ha cultivado uno de los aspectos más odiosos de las
dictaduras: el culto a la personalidad. Tal como en Corea del Norte, la Libia
de Gadafi y el África de Idi Amín o Teodoro Obiang, la figura del sátrapa
mofletudo es avasallante, en grandes y costosas
vallas pagadas con los dineros del país. En cada escuela de la Guardia
Nacional, por ejemplo, es obligatorio el llamado “Rincón del Comandante
Supremo”, con foto del difunto sátrapa y otros guilindajos. Se pretende reemplazar
la tragedia destructiva del autócrata
fallecido con una propaganda asfixiante que lo pinta como un líder
intergaláctico, casi divino. Se intenta vender al pueblo una imagen de estadista
y de conductor de pueblos en lugar de quien solo fue un hombrecillo cargado de
odios y amante del dinero de la Nación para solidificar su presencia en el
poder. La retórica oficial sobre el “líder” es de una nauseabunda melosidad,
por cierto promovida con entusiasmo por los visitantes parásitos de otros países
que se llevan millones de dólares después de cada discurso elogioso sobre el
fallecido, a lo Samper, José Mujica o Evo Morales. Porque no hay nada que les
guste más a los incoloros burócratas de turno que una buena jalada.
Adulantes más
destacados: Francisco Arias Cárdenas, Herman Escarrá, Diego Molero, William
Ojeda, Oscar Schemel, Ernesto Villegas
El entreguismo y el patrioterismo
Mientras se llenan la boca con términos tales como
soberanía nacional, dignidad
revolucionaria, segunda independencia, auto-suficiencia alimentaria, la verdad es que
nunca habíamos tenido un gobierno tan entreguista y patriotero como el
protagonizado durante estos últimos 16 años. Chávez se convirtió rápidamente en
perrito faldero de los Castro y les dio el dinero y el petróleo venezolano,
recibiendo a cambio guardaespaldas, “médicos” y asesores quienes controlan
muchos de los aspectos de la vida venezolana. Su relación con Fidel Castro
pertenece en un libro de texto sobre Sadomasoquismo. S entrega fue tanta que
allá lo remataron, enviando sus restos de regreso a Venezuela en un ataúd.
Maduro, por su parte, se fu a Cuba y allá lo adoctrinaron para convertirlo en
foca amaestrada del comunismo. Por ello fue nombrado por Chávez como su
sucesor. Cuando se enferme, irá para Cuba, donde lo operarán los mismos médicos
que operaron al difunto. Mientras estos dos personajes han sido traidores y entreguistas,
su retórica patriotera es diametralmente opuesta. Buena parte del tiempo que han
debido estar gobernando se lo han dedicado a insultar a los Estados Unidos o a
recoger firmas contra Obama. Por algo se ha dicho que el patrioterismo es el
último refugio de los bribones.
Entreguistas y patrioteros
más descarados: Hugo Chávez Frías, Nicolás Maduro, Jorge Arreaza, Ali Rodríguez
Araque, Alto Mando Militar, Tareck William Saab
La mentira como
política de estado
Este régimen no ha cesado de mentir. Para ello ha
establecido una manera de hablar siempre en futuro, la cual nunca es
comprobable. Por ejemplo: “a partir del año próximo no habrá niños de la
calle”, “Pronto mejorarán las prisiones”, “Este será el año del arranque
económico”, “No se devaluará la moneda”, “La crisis eléctrica desaparecerá con
las turbinas compradas a la empresa estadounidense Derwick”, “La Faja producirá
3 millones de barriles muy pronto”;
“estamos a punto de lograr la soberanía alimentaria”. Nunca habla en el
presente, para decir “logramos esto y aquí está la prueba”. Y cuando habla en
pasado es para tergiversar la historia, siguiendo las órdenes de sus amos los
Cubanos: “Bolívar fue un zambo socialista, Páez un traidor, PDVSA antes de nosotros
no servía para nada, antes si había corrupción…. Blá, blá, blá…”. Son muchos los pobres venezolanos quienes se
dejan engañar por esta mentira sistemática, porque desean creer
desesperadamente que el régimen que regala pollos y potes de leche, que les
dice que ellos son quienes mandan en Venezuela, le están diciendo la verdad. No
quieren oír a nadie decirles que solo la educación, el trabajo y el esfuerzo
propio los sacará de la pobreza. Necesitan que alguien les prometa que saldrán
de la pobreza sin trabajar, sin aprender una profesión, sin convertirse en
productores en lugar de ser dependientes del Estado demagógico.
Mentirosos más
cínicos: Hugo Chávez Frías, Nicolás Maduro, José Vicente Rangel, Ernesto
Villegas, Diosdado Cabello, Fernando Soto Rojas, Rafael Ramírez
La cursilería
Desde los aspavientos religiosos de Chávez hasta los
panes y penes de Maduro; desde la ruta de la empanada hasta los gallineros
verticales; desde la recolección de firmas contra Obama hasta el Plan de la
Patria; desde los viajes de Chávez y de Maduro acompañados de familia,
guardaespaldas y parásitos; desde las declaraciones de guerra de Chávez contra
Colombia hasta los desplantes de maduro contra los estadios Unidos; desde los
contoneos adiposos de Diosdado Cabello (“Chávez los tiene locos) hasta los
zapateados de Maduro y las canciones de Chávez; desde el nombre de Hugo Chávez
Frías para la Faja del Orinoco y los taladros petroleros con nombres de
terroristas, este régimen ha sido lo más
cursi, lo más ridículo que recuerde la historia venezolana . Se puede ser ladrón, ineficiente, adulante, entreguista
y mentiroso pero ser cursi es, probablemente, la estocada final para un régimen
político. El ridículo es el pecado mortal de cualquier político. Laureano
Márquez, Zapata y Rayma, entre otros agudos observadores de esa cursilería le
han dado hasta con el tobo.
Los grandes cursis
de la revolución: Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Cilia Flores, María Gabriela
Chávez, Diosdado Cabello, Fernando Soto Rojas, los militares que desfilan el 4
de Febrero cargados de medallas de latón, los poemas de Isaías Rodríguez, el
pajarito de Nicolás
El Odio
En Venezuela teníamos mucho tiempo sin que el odio
dominara nuestras relaciones. Quizás existió durante el Decreto de Guerra a
Muerte emitido por Bolívar, quizás durante las enconada luchas entre caudillos
mediocres en el siglo XIX, pero ciertamente no existió a partir de la muerte de
Gómez, excepto en la mente de acomplejados escritores influenciados por el
marxismo. Al llegar al poder Chávez desató el odio por la doble vía del odio de
clases y del odio racial. Los blancos
ricos son los grandes enemigos a quienes hay que aniquilar, dijo el
sátrapa. Y esa prédica, continuada por Maduro, representa uno de los crímenes
más detestables que la pandilla ha realizado en contra de la nación venezolana.
La prédica de odio ha terminado ahuyentando del país a la clase media, dejando
atrás un creciente sedimento social incapaz de valerse por sí mismo. El país es
hoy, en gran medida, una masa inerme, dependiente del régimen, enfrentado con
odio a una clase media que se niega a entregar los restos del país a la
marabunta. Hay odio de ambos lados y este es, sin dudas, el mayor crimen que ha
cometido el chavismo-madurismo.
Los mercaderes del
odio más despiadados: Diosdado Cabello, las mujeres del Poder Ciudadano, la
familia del sátrapa, Nicolás Maduro y su entorno, los representantes del
terrorismo árabe en Venezuela, como El Aissami y alguna gente de segunda o
tercera línea como Desiré Santos Amaral, Pedro Carreño, Iris Varela, o Darío Vivas. La raíz del odio se centra en
un gran complejo de inferioridad.
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