martes, 21 de febrero de 2017

Falsos y verdaderos líderes en la Venezuela del siglo XXI

Para escribir esta nota me he apoyado en la obra de Joanne Ciulla: “Ethics, the Heart of Leadership”, 2004

Una cosa es el liderazgo y otra cosa es el ejercicio del poder político. Nicolás Maduro ejerce el poder político pero carece de liderazgo. Luis Ugalde es un líder pero carece de poder político. Más aún, un gobernante puede cambiar la fisonomía de una nación pero no sería un líder a menos que cambie esa fisonomía para el bien de la Nación, no para su deterioro.
Un gobernante puede ser eficiente en la consecución de sus objetivos. Pero si esos objetivos son de engrandecimiento personal, de satisfacción de deseos de poder eterno, ese gobernante no es un líder sino, a lo sumo, un buen operador político. Esa es la historia del difunto, a quien sus herederos políticos llaman el Comandante Eterno, tratando de vivir políticamente llevando su ataúd a cuestas. Hugo Chávez fue un mandatario que ejerció el poder con eficiencia para lograr sus fines pero esos fines estaban lejos de ser los que necesitaba su país. Por ello, dejó al país en la ruina. Fue un operador político eficaz, no un líder en el verdadero sentido moral de la palabra.
James McGregor Burns, a quien hemos citado en el pasado, decía que un líder debe actuar en todo momento en un plano de valores de mayor nivel que sus seguidores, a fin de elevar la calidad de la conciencia colectiva. Un líder que trate de liderar en base a consensos, arreglos y negociaciones, tratando de lograr beneficios personales a costa de sus seguidores, ese no es un verdadero líder.
Por ello McGregor Burns ha desarrollado la teoría del verdadero liderazgo como un liderazgo transformador. Este tipo de líder no diluye sus valores y sus principios para complacer a la galería sino, de ser necesario, promueve el conflicto a fin de elevar la conciencia ciudadana. En Venezuela han surgido en el siglo XXI dos ejemplos de ese tipo de liderazgo: María Corina Machado y Leopoldo López, ambos dispuestos a transitar el camino más largo en aras de sus principios.  
Ese liderazgo transformador requiere de dos ingredientes esenciales: uno es el uso moral del poder y el otro es la congruencia entre la vida pública y la vida privada. El operador político ordinario generalmente exhibe un desdoblamiento entre su vida privada y su vida pública. Chávez fue un líder que careció de esos dos ingredientes. Su ejercicio del poder fue inmoral y su fachada pública era muy diferente a su vida privada, caracterizada por el machismo y la codicia. Usaba relojes de $50.000 pero decía que ser rico es malo, decía que donaría su sueldo a los niños de la calle pero llegaba a los hoteles más costosos del planeta con una legión de guardaespaldas, familiares, cocineros y correveidiles pagados por el pueblo. Se burló de sus seguidores y, para hacerlo, se entregó en brazos de los cubanos, quienes lo manejaron a su antojo y luego lo desecharon, cuando les pareció oportuno.
Lo que diferencia un operador político eficiente como Chávez del verdadero líder es el uso que se le da al poder. Si el uso del poder es para enaltecer, inspirar, unir, educar y mejorar a su pueblo, ese es un verdadero líder. Si el uso del poder es para el endiosamiento, el culto a la personalidad, el vivir a costa de la nación y enriquecer a su familia y amigotes, estamos ante un fraude.  
El problema del verdadero liderazgo se complica cuando el falso líder tiene carisma. Se habla mucho del liderazgo carismático pero el carisma que le permite a una persona persuadir al pueblo a seguirlo puede ser el peor atributo del verdadero liderazgo. Si ese carisma no se usa para enrumbar a sus seguidores por el buen camino no es posible hablar de verdadero liderazgo, el cual siempre debe tener un substrato ético y moral. Ese fue el caso de Hugo Chávez, un operador político de gran carisma, quien utilizó ese carisma para engañar a sus seguidores y tratar de convertirse en gobernante eterno, propósito frustrado por el destino. Si el destino no se hubiera atravesado probablemente lo tendríamos todavía mandando, consultando la hora en Rolexes, Patek Phillipes, Omegas y Vaucheron Constantines.
Llegará el día en el cual el líder venezolano será un seguidor de su pueblo, un líder de servicio. Estamos todavía lejos de ello. Cuando tenía unos seis años vi una película que nunca he logrado olvidar: “Gunga Din”, basada en el poema de Ruydard Kipling, quien  - a su vez – se basó en un hecho real. Es la historia del humilde ayudante que llevaba agua a los soldados ingleses en India y que se convirtió en el factor fundamental de la victoria, por su iniciativa y heroísmo. El humilde seguidor se convirtió en el líder.  La autora Joanne Ciulla cita otro ejemplo de este tipo de liderazgo en la obra de Herman Hesse: “Viaje hacia el Este”. El carga maletas de la expedición, Leo, es quien organiza al grupo, lo mantiene unido con sus canciones pero desaparece un día, lo cual causa la disgregación del grupo. El carga maletas era el verdadero líder.
En Venezuela hemos confundido por muchos años la figura del operador político con la figura del líder. De allí que con excepciones notables como Betancourt y algunos destellos de Leoni, Caldera I y CAP,  lo que hemos tenido en el poder a partir de 1958  son operadores políticos bastante mediocres, una mediocridad que llegó a su apogeo con Chávez y Maduro.
En Venezuela tenemos una masa de, digamos, unos diez millones de ciudadanos y  casi-ciudadanos, quienes hoy esperan al líder verdadero para llevar al país al sitio que le corresponde en el concierto civilizado de las naciones. Hay otros veinte millones de venezolanos quienes forman un gentío, el cual tendrá que ser convertido en ciudadanos, por la acción didáctica e inspiradora de los verdaderos líderes. Sin embargo ello requerirá de dos cosas: la presencia de verdaderos líderes en el poder y tiempo.

Este será un proyecto que tomará  dos generaciones.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Verdaderos líderes, tiempo y mucha paciencia y mano dura. Por cierto, si no conoce este libro, se lo recomiendo. Saludos:

https://www.pdf-archive.com/2015/05/08/bumeran-chavez/preview/page/1/

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con su comentario. Lideres fueron Betancourt,Leoni en un segundo nivel, mas abajo quizas Caldera 1 que despues fue un desastre total en su segundo mandato. De paso nos dejo a Chavez como regalo de despedida.
Hoy solo creo que Leopoldo y Maria Corina son lideres de verdad, y por eso Leopoldo esta preso y MCM no la ponen presa por su peso politico y carisma. Otro que tiene garra pero aun le falta experiencia es Jon Goicochea, que tambien esta preso. Los cubanos saben quienes pueden causarles problemas....

Gustavo Coronel dijo...

Los verdaderos líderes están emergiendo. Un país rico en talento como el nuestro no se va a quedar pasmado. Surgirán los líderes necesarios. Lo que es lamentable es que hemos sacrificado dos generaciones debido a la ignorancia y a la rapacidad. La venezuela que vendrá no la veré pero sé que vendrá.