Hoy ví un video del canal VIVE del régimen nico-castrista
que puede ser considerado uno de los últimos restos del país paleolítico que soñó
el difunto. Allí aparece a una jóven de incierta dicción hablando de las
toallas sanitarias de tela, lavables, como una efectiva respuesta al “capitalismo
salvaje”. Reaccionemos contra la manipulación de la oligarquía, dice la jóven,
utilizemos estas toallas de tela lavables y aprovechemos la sangre menstrual como
abono. La toalla sanitaria socialista iba a ser un componente mas de aquella
Venezuela que nos prometió el difunto pero se quedó en el aparato.
Abono menstrual para usarlo donde?
Pues en las siembras hidropónicas. Los vegetales cosechados serían distribuídos por PDVAL a precios subsidiados, por
estar semi-podridos. Con los huevos obtenidos de los gallineros verticales y
las empanadas de las rutas existentes en todo el país íbamos a comer
requetebién. Y no habría necesidad de dinero. Pagaríamos con las fichas
aquellas de la cuales habló el difunto con tanto fervor. Después de comer el
venezolano iría a caminar al Gran Parque de La Carlota, al menos quienes no
tuvieran clases con el profesor Aristóbulo
en la Universidad que iba a funcionar en Miraflores. En La Casona podrían
bañarse los niños pobres en la piscina, eso sí, siempre y cuando no andara por
allí una mujer preñada desnuda. Ningun ministro o militar iba a tener barriga
porque todos andarían en bicicletas iraníes, en lugar de andar en avión, como
los de antaño.
Menos mal que esa vaina no se dió.
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