Debo
hablar de dos personas, a quienes no identificaré más allá de decir que ambos
fueron ministros en Venezuela. Uno de ellos, bajo la presidencia de un presidente
de la etapa democrática. El otro, bajo la presidencia de Hugo Chávez Frías.
El
primero se graduó en la universidad del Zulia, de ingeniero petrolero. El otro,
dicen que se graduó de ingeniero mecánico en la universidad de Mérida.
El
primero desempeñó sus actividades durante la etapa democrática y se retiró del
ministerio a la vida privada. Hoy en día me notifican que este ministro, quien
ha sido mi amigo de muchos años, está delicado de salud y está siendo atendido en una institución del estado en un país que
no es Venezuela, una institución para personas quienes no pueden pagar la
atención médica privada. Su honestidad al servicio de su país ha sido "premiada" con la indigencia, no le ha
permitido tener una vejez libre de los acosos de la pobreza.
El
segundo ya no es ministro pero sigue “enchufado” en el perverso sistema burocrático que impera en
Venezuela. Se dice que el dinero que tiene acumulado no tiene parangón entre
los boliburgueses y que tiene un intermediario que se permite dar
propinas de cien mil euros en los hoteles de Europa. Su conducta ha sido
bochornosa en todo sentido: gerencial, ética y profesional.
La
tragedia de Venezuela está resumida en las trayectorias de estos dos hombres.
El servidor público honesto está hoy sin recursos, forzado a acogerse a la
protección de servicios de beneficencia en un país extraño. El malandro está
reventándose de dinero y probablemente podría pagarse, con lo que carga en el
bolsillo, un trasplante de corazón.
Sabemos
que la vida no es justa pero es difícil aceptar que sea tan injusta. No acepto
que Pastor Maldonado dilapide en cada carrera fracasada de F1 mil veces más
dinero del que requeriría un servidor público honesto para pagar su atención
médica. No acepto que el payaso de Nicolás Maduro gaste miles de dólares en
pagar dobles para él y la llamada primera combatiente, mientras haya
venezolanos que no se pueden limpiarse el fundillo. No acepto que los
bolichicos tengan castillos españoles y jets privados mientras los ciudadanos
amantes de la democracia estén en prisión. No acepto, en fin, que los ignorantes,
los corruptos, los entreguistas, los verdaderos enemigos de Venezuela, estén
hoy apoyados por una fuerza armada podrida hasta el tuétano, mientras el país
languidece y se coloca al nivel de los países más atrasados del planeta.
Esto,
compatriotas, no se puede arreglar por las buenas. Cualquier intento de
reconciliación y de diálogo con la marabunta que infecta la función pública
venezolana ofende a quienes no hemos perdido la dignidad.
No podemos resignarnos ante la injusticia.
3 comentarios:
Es adecuado que Ud., por decoro, no mencione al ministro honesto pero, ¿por qué no nos dice el nombre del corrupto?
Para mí es más que obvio: el dojo dojito...
Nombrar al ministro corrupto? entonces tendria que nombrar a "sopotocientos", a que si???
Me quedo la duda sobre cuanto ganaba un ministro durante la etapa democratica.
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