Nueva carta a la OEA

                                           NUEVA CARTA A LA OEA

Señores de la OEA:

¿Actuará la región frente al manotón del gorilaje venezolano?

 Venezuela se derrumba material y espiritualmente. Está en manos de un narco-régimen apuntalado por gorilas armados que la saquean con total impunidad. Venezuela está en caída libre política, económica y socialmente. Parece encaminada a paralizarse totalmente, a que se apague la última luz en el último caserío de la nación  antes de que el mundo exterior se dé cuenta de su tragedia y actúe. Como suele suceder, entonces será demasiado tarde.

Para que la OEA actúe de inmediato abundan las razones. El Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, integrado por matones a sueldo quienes no llenan los requisitos legales para sus cargos y quienes reemplazaron a otros magistrados igualmente indignos, a quienes se les ordenó renunciar en favor del nuevo contingente, acaba de limitar arbitrariamente las funciones constitucionales de la Asamblea Nacional. Esta pandilla de malhechores del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela viola impunemente la Constitución para impedir que la Asamblea Nacional actúe para corregir las trágicas desviaciones que existen en el país, incluyendo la generada en el seno mismo de ese Tribunal. Es la clásica situación de un gendarme armado hasta los dientes atropellando a un ciudadano ante los ojos de las autoridades.  

Existe en Venezuela un régimen que solía ser un petro estado, ahora convertido en un narco estado, abiertamente rebelado en contra de la constitución para afianzarse en el poder, ya que muchos de sus cabecillas saben que  les espera la cárcel. Es una situación que clama por una acción inmediata por parte de la OEA o, en su defecto, por un grupo de países de la región que haga honor a su condición democrática. El caso de Venezuela combina los peores abusos cometidos en la región contra un pueblo. El silencio y la inacción de la democracia hemisférica frente a este crimen contra los venezolanos solo puede definirse como complicidad.

No solo la OEA necesita actuar sino la Unión Europea, la ONU, todo organismo que represente al mundo civilizado (UNASUR no cuenta). En Venezuela se está asistiendo a la muerte bajo tortura de una nación. El régimen de Nicolás Maduro es corrupto, inepto e ilegítimo. No es posible que los gobiernos de las Américas sigan desconociendo la tragedia que se desarrolla hoy frente a sus ojos.

Los intentos hechos por los venezolanos para restituir su democracia han sido reprimidos y aplastados por el gorilaje del régimen. Los líderes democráticos están presos o perseguidos. La victoria electoral del 6 de Diciembre pasado ha sido desconocida por el chofer convertido en presidente, cuya nacionalidad ni siquiera se ha comprobado debidamente, como sería requerido por la constitución. La Asamblea Nacional, el poder legislativo, está siendo aplastada en estos momentos por la barbarie de los magistrados indignos del Tribunal Supremo de Justicia, apoyados con las armas por los narco-generales. Venezuela está bajo las garras de una fauna corrupta mientras su población va camino a una gigantesca crisis humanitaria.

Se requiere urgentemente una intervención de la región en Venezuela. No añadiré que, si no lo hacen,  el pueblo venezolano se inmolaría en defensa de su libertad. No puedo amenazar con ese desenlace porque el grueso del pueblo venezolano parece hoy resignado a aceptar pacíficamente cualquier humillación. Solo puedo decir que aun los pueblos más mansos tienen un límite a lo que pueden soportar y pueden pasar de la más resignada condición a una violenta venganza adornada con sadismo, como sucedió en la Libia de Gadafi.