**** Es la hora de la transparencia.
Sr. Gobernador:
Usted acaba de presentar sus saludos de fin de año a la colectividad de Barinas, pidiéndole abiertamente a los ciudadanos que luchen contra la corrupción. Lo felicito por su llamado. Su hermano llegó a la presidencia esencialmente debido a su promesa de terminar con la corrupción. Sin embargo, la corrupción gubernamental durante estos once años del régimen ha llegado a niveles nunca antes vistos en Venezuela. Esto que digo no es exageración sino algo documentable. La corrupción a la cuál me refiero no es solo la del robo de dineros públicos, aunque esa haya sido muy intensa, también hablo de la corrupción derivada del abuso de poder, del nombramiento de burócratas ineptos para las altas funciones públicas y de las violaciones numerosas a las leyes del país, incluyendo la constitución de 1999, ese librito azul que el presidente esgrime constantemente como guía de su régimen.
El reciente escándalo bancario protagonizado por seguidores del presidente como Arné Chacón y Ricardo Fernández, los empresarios buscados por fraude como Alejandro Uzcátegui, las obscenas comisiones obtenidas por ex-gobernadores y un ex-ministro de finanzas de la “revolución”, como Johnny Rangel, Antonio Rodríguez y Tobias Nóbrega, identificados en el juicio de Miami, Florida, por Franklin Durán, esos hechos de hiper-corrupción no pueden ser aislados. Por la gente involucrada es lógico suponer que sean parte de una descomposición gubernamental generalizada. Si ello fuese así, estaríamos ante el gigantesco fraude de una revolución podrida exhibiendo falsas pretensiones éticas.
Usted, como miembro importante del entorno presidencial, enfrenta hoy un gravísimo problema de opinión pública. La prensa nacional e internacional, miembros de la Asamblea Nacional como Ismaél García, numerosos analistas políticos y la gente de la calle lo están relacionando con miembros del malandraje financiero. En respuesta, usted ha amenazado con demandar a quienes expresen esas dudas. Esa no es la solución, Señor Gobernador. No se puede servir con eficiencia a la nación si hay millones de venezolanos quienes perciben al régimen, en general, como muy corrupto y lo ven a usted como envuelto en manejos turbios. Para usted no hay sino una sola alternativa, si es que desea recuperar la confianza de sus compatriotas: probar su honestidad. Y por qué debo hacerlo? se preguntará usted y agregará: Soy inocente hasta que alguien me demuestre culpable.
Y a ello respondo: eso es cierto en la mayoría de los casos, pero no lo es para los altos funcionarios públicos, quienes necesitan de la confianza de los ciudadanos para ser efectivos en sus cargos. La legislación moderna admite como válida la inversión de la carga de la prueba para los funcionarios públicos. La ley anti-corrupción aprobada por este régimen, en su artículo 46, consagra esa inversión probatoria al decir que “incurre en enriquecimiento ilícito el funcionario público que hubiera obtenido en el ejercicio de sus funciones un incremento patrimonial desproporcionado con relación a sus ingresos” y no pueda probar el origen legítimo de esa riqueza. Usted, como Gobernador de Barinas, ex-ministro y ex-embajador durante este régimen, debería poder presentar ante el país su hoja de activos financieros debidamente validada por auditores independientes, a fin de que pueda ser escrutinizada por la opinión pública. Lo único que puede salvar la reputación de los funcionarios de este o cualquier otro régimen es la transparencia.
Muchos venezolanos lo perciben a usted, justa o injustamente, como socio de una mafia que hacía o aún hace negocios con el gobierno. No hay otra manera de probar su honestidad que no sea a través de un cien por ciento de transparencia.
Déjeme darle un ejemplo de su problema de transparencia. En el sitio de internet de la gobernación de Barinas figura su dirección electrónica como http://adanchavez.psuv.org.ve/ . Que es esto? Es Usted el gobernador de todos los barinenses o es el líder del PSUV en Barinas? La prensa de su partido describe sus reuniones así: Prensa Psuv, 18-12-2009. “El gobernador del estado y miembro del buró político del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en Barinas sostuvo una reunión con los delegados y delegadas del congreso extraordinario de esa organización política con el fin de articular esfuerzos y trabajo en conjunto con el gobierno” (subrayados míos). Es decir, usted es de manera simultánea un funcionario público y un activista político.
Esto es corrupción. La corrupción, repito, no es solo robarse unos reales, como la define el grueso de la población. Corrupción es también el abuso de poder y el mal uso de los recursos del Estado para promover una agenda política partidista.
La corrupción no es pequeña o grande, como piensan muchos compatriotas. No hay tal cosa como la pequeña corrupción y la gran corrupción, es un concepto cualitativo, no cuantitativo. Usar mal los recursos del Estado, incumplir su deber de gobernante para todos los barinenses es corrupción tan punible como lo sería estar asociado a una mafia bancaria que ha robado miles de millones de dólares que eran de todos los venezolanos.
Le pido respetuosamente que usted se presente ante su pueblo como el Adán original, desnudo, con todas sus cartas sobre la mesa. Diga cuáles son sus bienes y explique a la opinión pública como los ha obtenido. Si usted lo desea pondré todas mis cartas sobre la mesa, junto a las suyas.
Es la hora de la transparencia,
Gustavo Coronel.
Usted acaba de presentar sus saludos de fin de año a la colectividad de Barinas, pidiéndole abiertamente a los ciudadanos que luchen contra la corrupción. Lo felicito por su llamado. Su hermano llegó a la presidencia esencialmente debido a su promesa de terminar con la corrupción. Sin embargo, la corrupción gubernamental durante estos once años del régimen ha llegado a niveles nunca antes vistos en Venezuela. Esto que digo no es exageración sino algo documentable. La corrupción a la cuál me refiero no es solo la del robo de dineros públicos, aunque esa haya sido muy intensa, también hablo de la corrupción derivada del abuso de poder, del nombramiento de burócratas ineptos para las altas funciones públicas y de las violaciones numerosas a las leyes del país, incluyendo la constitución de 1999, ese librito azul que el presidente esgrime constantemente como guía de su régimen.
El reciente escándalo bancario protagonizado por seguidores del presidente como Arné Chacón y Ricardo Fernández, los empresarios buscados por fraude como Alejandro Uzcátegui, las obscenas comisiones obtenidas por ex-gobernadores y un ex-ministro de finanzas de la “revolución”, como Johnny Rangel, Antonio Rodríguez y Tobias Nóbrega, identificados en el juicio de Miami, Florida, por Franklin Durán, esos hechos de hiper-corrupción no pueden ser aislados. Por la gente involucrada es lógico suponer que sean parte de una descomposición gubernamental generalizada. Si ello fuese así, estaríamos ante el gigantesco fraude de una revolución podrida exhibiendo falsas pretensiones éticas.
Usted, como miembro importante del entorno presidencial, enfrenta hoy un gravísimo problema de opinión pública. La prensa nacional e internacional, miembros de la Asamblea Nacional como Ismaél García, numerosos analistas políticos y la gente de la calle lo están relacionando con miembros del malandraje financiero. En respuesta, usted ha amenazado con demandar a quienes expresen esas dudas. Esa no es la solución, Señor Gobernador. No se puede servir con eficiencia a la nación si hay millones de venezolanos quienes perciben al régimen, en general, como muy corrupto y lo ven a usted como envuelto en manejos turbios. Para usted no hay sino una sola alternativa, si es que desea recuperar la confianza de sus compatriotas: probar su honestidad. Y por qué debo hacerlo? se preguntará usted y agregará: Soy inocente hasta que alguien me demuestre culpable.
Y a ello respondo: eso es cierto en la mayoría de los casos, pero no lo es para los altos funcionarios públicos, quienes necesitan de la confianza de los ciudadanos para ser efectivos en sus cargos. La legislación moderna admite como válida la inversión de la carga de la prueba para los funcionarios públicos. La ley anti-corrupción aprobada por este régimen, en su artículo 46, consagra esa inversión probatoria al decir que “incurre en enriquecimiento ilícito el funcionario público que hubiera obtenido en el ejercicio de sus funciones un incremento patrimonial desproporcionado con relación a sus ingresos” y no pueda probar el origen legítimo de esa riqueza. Usted, como Gobernador de Barinas, ex-ministro y ex-embajador durante este régimen, debería poder presentar ante el país su hoja de activos financieros debidamente validada por auditores independientes, a fin de que pueda ser escrutinizada por la opinión pública. Lo único que puede salvar la reputación de los funcionarios de este o cualquier otro régimen es la transparencia.
Muchos venezolanos lo perciben a usted, justa o injustamente, como socio de una mafia que hacía o aún hace negocios con el gobierno. No hay otra manera de probar su honestidad que no sea a través de un cien por ciento de transparencia.
Déjeme darle un ejemplo de su problema de transparencia. En el sitio de internet de la gobernación de Barinas figura su dirección electrónica como http://adanchavez.psuv.org.ve/ . Que es esto? Es Usted el gobernador de todos los barinenses o es el líder del PSUV en Barinas? La prensa de su partido describe sus reuniones así: Prensa Psuv, 18-12-2009. “El gobernador del estado y miembro del buró político del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en Barinas sostuvo una reunión con los delegados y delegadas del congreso extraordinario de esa organización política con el fin de articular esfuerzos y trabajo en conjunto con el gobierno” (subrayados míos). Es decir, usted es de manera simultánea un funcionario público y un activista político.
Esto es corrupción. La corrupción, repito, no es solo robarse unos reales, como la define el grueso de la población. Corrupción es también el abuso de poder y el mal uso de los recursos del Estado para promover una agenda política partidista.
La corrupción no es pequeña o grande, como piensan muchos compatriotas. No hay tal cosa como la pequeña corrupción y la gran corrupción, es un concepto cualitativo, no cuantitativo. Usar mal los recursos del Estado, incumplir su deber de gobernante para todos los barinenses es corrupción tan punible como lo sería estar asociado a una mafia bancaria que ha robado miles de millones de dólares que eran de todos los venezolanos.
Le pido respetuosamente que usted se presente ante su pueblo como el Adán original, desnudo, con todas sus cartas sobre la mesa. Diga cuáles son sus bienes y explique a la opinión pública como los ha obtenido. Si usted lo desea pondré todas mis cartas sobre la mesa, junto a las suyas.
Es la hora de la transparencia,
Gustavo Coronel.
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