Hace algunos años fuí invitado a cenar en una ciudad latinoamericana por el representante de un organismo internacional. La comida no fue buena. Al salir de la casa, otro de los invitados me comentó: “La comida era muy mala pero... escasa”. Me pareció muy adecuada su observación. Ahora, al ver que José Miguél Insulza se está auto-promocionando activamente para repetir al frente de la OEA, recuerdo la observación de mi amigo. Insulza es parcializado,si, pero... inelegante.
Hace unos dias, en entrevista en El Mercurio de Santiago de Chile, Insulza defendió su candidatura a la reelección afirmando que “la OEA está más viva ahora” que cuando él llegó en Mayo 2005. Añadió: “todo el mundo habla de ella…. Aunque sea con más polémica”. Es decir, Insulza piensa que el hecho de que la OEA sea más intensamente mencionada como ineficiente, complaciente con Cuba y con Chávez, inepta en su manejo de la crisis de Honduras y ciega ante los crímenes de las FARC, todo ello configura un logro.
“Mi trabajo ha sido intenso” afirmó, mencionando a Cuba, Bolivia y Nicaragua, países donde existen regímenes que van de lo autoritario hasta lo francamente dictatorial, ninguno de los cuáles ha recibido de Insulza otra cosa que buenos deseos.
En especial, su conducta frente al déspota venezolano, Hugo Chávez, ha sido decepcionante para todos los latinoamericanos quienes desprecian el régimen venezolano, violador impune de la Carta Democrática Interamericana. Su reciente declaración sobre la existencia de siete países miembros que “no pasarían el exámen de la Carta”, incluyendo Venezuela, es una señal clara de impotencia.
Que haria Insulza en otro período al frente de la OEA que no fuese el mantenimiento del status quo y la promoción, por omisión, de la dictadura chavista?
Su campaña personal de auto-bombo es francamente inelegante. Debería, al menos, tener la discreción de esperar ser promovido por algún país. La Secretaria General de la OEA no es un concurso de belleza (en cuyo caso Insulza tendría poco chance) ni una simple puja de poder político, donde las credenciales y el comportamiento pueden quedar a un lado.
Insulza no llena los puntos requeridos para sacar a la OEA de su marasmo. Ya nadie confía en ella, ni la izquierda extrema ni los gobiernos democráticos. Es, bajo Insulza, un incestuoso club de burócratas sobre alimentados.
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