Alvaro Uribe no debe pretender una tercera presidencia.

Aunque el presidente Alvaro Uribe de Colombia pudiera ser elegido con facilidad por una tercera vez, si se aprueba la modificación constitucional que lo permita, esto sería una mala decisión de Uribe y una violación de los valores y principios que lo diferencian de caudillos populistas latinoamericanos como Hugo Chávez, Daniél Ortega y Rafaél Correa, quienes ya pretenden (o comienzan a pensar en) ser presidentes “de por vida”. No es posible usar las mismas armas que uno critica en otros sin sufrir una importante pérdida de credibilidad.
Nadie es indispensable. Todos los líderes políticos pueden y deben ser reemplazados. En política quien se aferra al poder desvirtúa su misión de servicio a los pueblos y se convierte en déspota. Lo hemos visto suceder una y otra vez, generalmente por codicia y ansias de poder. La mayoría de quienes lo han intentado y lo intentan son gente inculta, acomplejada, mandona, sin sentido de grandeza: Velasco Alvarado, Fujimori, Chávez, Ortega, Mugabe, los Castro, Gadaffi, Assad, Rojas Pinilla, Batista. Alvaro Uribe debe tomar la decisión de no parecerse a este grupo indigno.
Pretender perpetuarse en el poder es también una admisión de fracaso en una de las más importantes tareas de un gobernante, que es la de preparar sus reemplazos.Esa pretensión va causando en el pretendiente un abandono del esfuerzo de formación de nuevos cuadros. Peor aún, va produciendo en ellos el deseo de rodearse de los peores, quienes no puedan “hacerles sombra”. Así vemos que en Venezuela el canciller es un chofer de autobús, el ministro de finanzas un viejo terrorista experto en explosivos y algunos presidentes de empresas del estado hasta secuestradores convictos y confesos.
Una tercera presidencia de Uribe atentaría contra el prestigio de la democracia Colombiana. Democracia es, por definición, un sistema basado en el predominio de intituciones y leyes, no en el predominio de un individuo y de sus caprichos. Lo que vemos hoy en Bolivia, en Ecuador, en Nicaragua, hasta en Argentina, son caudillos más o menos incompetentes, empeñados en jugar a la geopolítica en lugar de atender los problemas de sus pueblos.
Ojalá Uribe pueda ver esto y se mantenga fiel a su misión histórica.