Tiene mucho dinero en su bolsillo ya que el país, Venirán, produce petróleo y gas en abundancia. Sin embargo, debido a su ineptitud el país importa gasolinas, algo grotesco, como si el sahara importara arena para su desierto. Desde pequeño ha sufrido rechazos en el plano social, por lo cuál ha desarrollado un gran resentimiento contra la sociedad, especialmente contra los blancos y los judíos, a quienes ve como sus enemigos naturales. Se ha convertido en un fanático religioso, alternando la ortodoxia con la superstición. Es el único adorador del islám que anda con escapularios debajo del chaleco anti-balas.
Ha hecho de su vida una cruzada contra la sociedad estadounidense, a la cuál odia por su arrogancia y porque la considera, en su fuero interno, superior. Todos sus esfuerzos están dirigidos a tratar de bajarle la testuz a esa sociedad que se comporta como dueña del mundo.
Olvidando los problemas internos de su país: el desabastecimiento alimenticio, la violencia urbana, el abandono que impera en los servicios públicos, la protesta de los mejores, Ahmadinechav se ha dedicado a crear una alianza con los países forajidos del planeta a fin de tratar de lograr su objetivo anti-estadounidense. Para ello requiere mantenerse en el poder en el país. Por eso se asegura de ganar toda elección y de reprimir con gas del bueno cualquier protesta ciudadana.
Niega que haya existido el holocausto, no porque no crea que lo hubo, sino porque sabe que tal negativa ofende y hostiga a sus enemigos políticos. Niega que que en su país haya homosexuales y si encuentra uno lo liquida. Niega que tenga alianzas con las FARC o con Hizballah. Niega que la llamada fábrica de bicicletas de Guayana sea un centro de adoctrinamiento terrorista. Sus bancos lavan millones de dólares derivados del tráfico de drogas. Todas las semanas viajan, en un airbus, de Teherán a Caracas docenas de miembros de ese arroz con mango, a quienes se les dotan de documentos falsos para que puedan llevar a cabo misiones poco ortodoxas en “territorio enemigo”.
Por la mañana se levanta al grito del muezzin, por la noche se acuesta después de hablar con Monseñor Moronta. Almuerza con frutas y yogurt y cena con chicharrón.
Como injerto al fin, sin embargo, tiene una semilla estéril. No se puede reproducir. Está condenado a morir poco a poco, sin poder asegurar descendencia. Todos los esfuerzos que se hacen para diseminar el híbrido siniestro encuentran el fracaso.
Mahugo Ahmadinechav representa lo que llaman los biólogos un callejón sin salida.
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Uuuuf! De la que nos salvamos.
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