La primavera está con nosotros

Con saludos para Humberto Seijas Pttaluga, allá en Valencia

La avanzada de la primavera en Virginia es el árbol llamado Dogwood (Cornus florida), cuya flor blanca, amarilla o naranja es la flor del estado. 

Dogwood

Cerezos

Después de un largo e inclemente invierno hemos visto los Dogwoods, creo que son llamados Cornejos en Español, llenarse de flores pequeñas pero nutridas. Casi de inmediato han florecido las Peras ornamentales, que no dan frutas pero si una floración espectacular (Pyrus pyrifolia).  Son árboles de unos 5 a 6 metros de altura, sembrados masivamente a lo largo de las avenidas, llenando el paisaje de un vistoso color blanco.  La poetisa Edna St. Vincent Millay dijo de este árbol en flor:  it may not last the night, but ah my foes, and oh, my friends, it gives a lovely light.

Peras

Y pisándole los talones a las Peras viene la gloria de la primavera en Virginia, Washington DC y Maryland, la belleza que resulta indescriptible, que hay que ver para creer. Son los cerezos en flor. Están por todas partes y ofrecen un banquete a nuestros sentidos, sobre todo cuando el sol juega con las ramas cargadas de flores. Son sembrados en grupos, lo cual genera un efecto visual mágico. Siempre he pensado que deberíamos hacer lo mismo con nuestros apamates, curarles y araguaneyes, porque el árbol solitario es bonito pero más bonito es un grupo masivo de árboles del mismo tipo.

Y eso es lo que el famoso círculo alrededor del Potomac ofrece a los visitantes. En una zona (the Tidal basin) de unos tres o cuatro kilómetros redondos, no cuadrados,  limitada por los monumentos de Jefferson y de Lincoln, hay miles de cerezos en flor. Cada uno tiene su personalidad propia, su carácter, pero lo que impresiona es la inmensa concentración de los bellos árboles. Es, realmente, uno de los espectáculos más hermosos del planeta. Cada año vamos a verlos y cada año, al caminar entre ellos, lentamente, disfrutando del azul del Potomac y los rayos del sol jugando entre las flores blancas y rosadas , pienso en mi madre, gran amante de la naturaleza, a quien le hubiese gustado mucho verlos.

Este año, como dice Heinz de su salsa de tomate, la primavera se hizo esperar pero ha valido la pena, porque ha hecho aparición con fuerza inusitada, avasallante. La veo cada mañana desde mi ventana y  veo, con alegría, que el rito anual de renacimiento del  planeta está en su mejor forma. La comparto, gozoso, con conejos, pájaros y ardillas.