Si una nave extra terrestre aterrizase en Washington DC en los primeros días de Abril sus tripulantes dirían que habían llegado al planeta de los cerezos en flor. Ciertamente en la llamada Cuenca del Potomac, cerca de los monumentos a Jefferson y a Lincoln, el espectáculo es de una belleza indescriptible. Miles de cerezos en flor se suceden los unos a los otros, a lo largo de un circuito de unos cinco kilómetros de largo que bordea el río Potomac. Y por cada árbol hay diez o más seres humanos admirándolos en todo momento. La población de Washington crece mucho en esa semana de Abril, con gentes venidas de todo los Estados Unidos y de todos los países de la tierra. Se camina entre tejanos, tibetanos, franceses y saudís, todos hermanados en la contemplación de la belleza. Los enamorados nos piden el favor de sacarles una foto al lado de los cerezos blancos, cuyas ramas se vienen hacia el suelo por el peso de las flores. No solo es un espectáculo inolvidable sino una sensacional inyección de dinero para la ciudad. Los hoteles se llenan, los restaurantes rebosan, las tiendas venden, el metro siempre anda lleno de turistas que convierten cada vagon en una bulliciosa torre de babel.
En la semana de los cerezos en flor se combinan la belleza de la naturaleza con la creatividad del ser humano para proporcionarnos un espectáculo inolvidable, el cual disfruto plenamente cada año.
Si una nave extra terrestre aterrizase en Barrera del Rey, estado Carabobo, en Mayo, sus tripulantes dirían que habían llegado al planeta de los mangos. En esa época las calles del pueblo de Barrera y todos los alrededores están alfombradas de mangos que se van madurando rapidamente, dándole al ambiente un aroma pronunciado. El espectáculo es también bello pero salvaje. Las matas de mango crecen silvestres algunas, otras plantadas por el hombre, pero sin mucho orden ni concierto. Hay algunas espectaculares, solas y frondosas, imponentes como una mujer hermosa, en medio de la sabana y hay otras que han sido sembradas en bosquecillos, como las 20 matas que yo sembré en mi terreno de Sabana del Medio. Pero nadie viene a admirar el espectáculo, ni siquiera desde la cercana Tocuyito, donde también hay tantos mangos que los ven como un problema y no como una bendición. Como vecino de la zona por diez años, en Sabana del Medio, pensé en una ocasión iniciar en Barrera una Feria del Mango, donde se comieran tortas de mango, jaleas de mangos, batidos de mango, donde eligiéramos una Reina del Mango y tuviéramos conciertos corales y de jazz, en fin, algo que le zumbara el mango. A la primera reunión que preparé fueron diez personas y apenas tres a la segunda, quienes opinaban que debia ser el estado quien organizara y financiara la feria. Tiré la toalla.
En Barrera no hay hoteles, no hay biblioteca, no hay un solo cine. Eso sí, hay como diez ventas de caña. La gente es buena pero no parece mostrar mucho interés en hacer algo por el pueblo y con el pueblo.
Parece mentira que el planeta de los cerezos en flor y el planeta de los mangos sean el mismo planeta. Pero así es. La calidad de la vida en el planeta de los cerezos en flor es muy superior a la del planeta de los mangos. pero en ambos “planetas” hay gente buena. Simplemente tienen una filosofía de la vida y una educación ciudadana muy diferentes. Yo he vivido y he sido feliz en ambos. Ello es así porque todos somos una mezcla de pasiones silvestres y hábitos civilizados.
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