Por qué Chávez ya perdió.

Angustiado y solo.... el lumpen no lo ayuda.

Hasta observadores ocasionales del proceso electoral actual podrán darse exacta cuenta del por qué Chávez ya perdió, aún ganando. Aunque ello no sea aparente a corto plazo para muchos de quienes voten “por él”, si será evidente para una inmensa mayoría de los venezolanos. Resulta que esta es una elección legislativa, no presidencial. Y una elección legislativa debe ser decidida en base a la calificación de los candidatos a las posiciones legislativas en juego. Esto no es lo que un acosado Chávez ha podido hacer en esta ocasión. Sintiéndose solo y angustiado Chávez se ha tomado para sí esta elección, está actuando como si el fuera el único candidato de su bando. Para todo efecto práctico esto constituye una descalificación de sus seguidores, la negación de la existencia de un movimiento. Esta usurpación que hace Chávez del papel que deberían desempeñar sus candidatos representa una clara derrota para lo que llama “la revolución”. Ya resulta evidente que no existe tal cosa como una “revolución” y que no existe tal cosa como una ideología llamada socialismo del siglo XXI, a pesar de lo que alegan el rastrero Ivan Rincón Urdaneta o el mercenario Heinz Dieterich.
Lo que existe es un líder simiricuiri, Hugo Chávez, con mucho dinero petrolero en el bolsillo, viviendo una vida de mentira y de niño malcriado frente a una audiencia aterrada vestida de rojo. Este ritual, que ya cansa hasta a sus mismos seguidores, no incluye un proyecto organizado de país y mucho menos una masa crítica de seguidores pensantes. La fuerza motriz de Chávez ha sido el odio y sobre esa fuerza no ha podido construir algo duradero sino un frágil bahareque que hoy se derrumba. El chavismo no sobrevivirá a la desaparición de Chávez de la escena política. El lumpen que lo ha acompañado se fragmentará en busca de otros iluminados, de otros aventureros pródigos. Dentro de cuarenta años aparecerá otro de esos en una sociedad que genera un déspota cada cuatro décadas (cuéntenlas) y que parecería encontrarse bajo la maldición de un eterno volver a empezar.