Hace ya varios años, en Ecuador, un grupo de indígenas y ambientalistas fue convencido por un joven y brillante abogado estadounidense, Steven Donziger, que la empresa ChevronTexaco podía ser demandada por daños ambientales y que le podrían “sacar” varios miles de millones de dólares, de los cuales, por supuesto, una buena tajada sería para él y los miembros de su equipo.
Pensaría Donziger, no sin razón, que la probabilidad de ganar una demanda contra la empresa era excelente. En primer lugar la empresa Texaco, luego adquirida por Chevron, había estado activa por largos años en la Amazonía ecuatoriana y, aunque el gobierno del país la había declarado en cumplimiento de todas sus obligaciones legales y contractuales cuando se ausentó, ello no impedía que un grupo de ciudadanos la demandara por sentirse afectados. En segundo lugar, una empresa petrolera es uno de los objetivos favoritos de los grupos cívicos ambientalistas, de los actores de Hollywood y de organizaciones comunitarias para quienes la industria petrolera es satánica. La simpatía de la opinión pública estaría a su favor, sobretodo si se hacía una buena campaña en los medios.
No menos importante era el hecho de que el nuevo presidente de Ecuador, Rafaél Correa, parecía tener un sesgo muy conveniente en contra de las empresas petroleras privadas, y si estadounidense mejor.
De nada sirvió que muchos pensaran que, en todo caso, la mayor responsabilidad por daños ecológicos en la región le correspondía a PetroEcuador, la empresa del estado ecuatoriano, la socia principal de Texaco en la actividad y la cual había tomado la riendas de la operación y había continuado produciendo petróleo en la misma zona por unos 18 años después de la salida de Texaco de Ecuador.
En el seno de su equipo Donziger había pensado en estrategias no necesariamente ortodoxas para inclinar la balanza a su favor: intimidar jueces, organizar manifestaciones de protesta, comprar expertos, falsificar datos y reclutar ayuda de gente famosa como la actriz Daryl Hanna o de algunos miembros del Congreso estadounidense para captar simpatías para su posición. Esas estrategias no fueron hechas del conocimiento de los posibles financistas de la causa.
Lo cierto es que en 1993 Donziger pudo persuadir a una prestigiosa firma de abogados de Filadelfia, Kohn Swift and Graf, para financiar su proyecto. Al principio las cosas marcharon maravillosamente bien. El experto nombrado por la corte, Richard Stalin Cabrera, presentó un informe altamente condenatorio para Chevron, en el cual se pedían pagos compensatorios por hasta $26 mil millones de dólares (luego incrementados a más de $100.000 millones de dólares). El presidente ecuatoriano Rafaél Correa habló abierta y duramente en contra de la empresa y hasta presionó indebidamente a los jueces de la causa al llamar traidores a las autoridades ecuatorianas que, en el pasado, habían exonerado a ChevronTexaco de responsabilidad legal.
Sin embargo, el año pasado se le comenzaron a enredar las cosas a la parte acusadora. La firma financista de Filadelfia, liderada por Joseph Kohn, decidió retirarse de la asociación con Donziger, al enterarse de la existencia de un documental llamado “Crude”, originalmente diseñado y editado para mostrar cuan villana era Chevron y cuan buenos eran los acusadores. Chevron logró establecer la existencia de mucho material expurgado y obtuvo una decisión de las cortes estaounidenses para obligar a la parte acusadora a mostrar todo ese material. Lo que Kohn vió lo convenció de que había estado financiando a un grupo sin muchos escrúpulos. Como en el caso de las cintas de Nixon en Watergate, basado en el mismo enfoque estúpido de quien se cree todo poderoso, este material, al mostrarse en las cortes estadounidenses, mostró una cara totalmente diferente del grupo acusador, no ya de idealistas heróicos luchando contra un monstruo desalmado sino de oportunistas y malhechores que habían escrito una buena parte del informe “independiente” de Cabrera, que habían utilizado empresas consultoras estadounidenses para falsificar datos, organizado grupos callejeros para aterrorizar a los jueces, conspirado con miembros del gobierno de Correa para favorecer su causa y, hasta de proponer, aunque en tono de broma, matar a un juez. Extractos de los videos pueden ser vistos aqui:
http://www.law.com/jsp/cc/PubArticleCC.jsp?id=1202474168237
http://www.law.com/jsp/cc/PubArticleCC.jsp?id=1202474170007
while the complete released videos can be seen at http://www.law.com/jsp/cc/PubArticleCC.jsp?id=1202474598298&EXCLUSIVE_Chevron_in_Ecuador_mdash_More_of_the_Tapes_the_Plaintiffs_Dont_Want_You_to_See
Aún con estas dramáticas revelaciones el grupo de Donziger no se ha dado por vencido y, sorprendentemente, han encontrado otro poderoso bufete legal de Washington, Patton Boggs y otros socios que continúan financiando la operación.
Sin embargo, el torrente de información incriminatoria contra el equipo de la parte acusadora no ha amainado. Ahora son los documentos y diarios personales de Steven Donziger los que han sido requeridos por las cortes. El diario “The Philadelphia Inquirer” dice hoy, 7 de Enero de 2011, que las nuevas organizaciones que financian a los acusadores financistas pudieran “enfrentar altas probabilidades de no cobrar. Esto es debido al contenido de las cintas, en las cuales se muestra como los abogados acusadores usan tácticas duras, lo cual hará difícil que cualquier corte estadounidense acepte como justa una decisión ecuatoriana [contra Chevron] ”. (traducción mía es aproximada).
Este drama petrolero ecuatoriano se está acercando a su final. Pero, por lo que ya ha sido revelado, creo que sus efectos y repercusiones durarán un largo tiempo y afectarán, para bien o para mál importantes reputaciones del mundo corporativo legal y político, tanto en el sur como en el norte. La tenacidad del equipo legal de ChevronTexaco debe ser reconocida. Le han podido dar un vuelco al juicio que, apenas hace un año, parecía imposible, aúnque desde hace mucho tiempo se sabía que la acción legal en Lago Agrio estaba plagada de irregularidades. Ahora ChevronTexaco ha podido sacar a flote no una sino múltiples evidencias de mala práctica por parte del bando acusador, no solamente en el campo legal sino técnico, político y, sobre todo, ético.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario