sábado, 28 de mayo de 2016

Con la muerte de Julio Barroeta Lara murió el resto de mis Los teques


Julio Barroeta Lara, primero a la derecha, hacia 2010-2011

Las noches de Los Teques en 1945 eran el momento elegido para nuestras caminatas.   El frío bajaba del cerro de La Cruz y las calles se escondían detrás de la neblina. A mis doce años, ya estudiante del primer año de bachillerato en el Liceo “San José” , había ingresado a un grupo de “intelectuales” integrado por tequeños de las más variadas edades y colores, quienes caminaban desde las diez de la noche hasta bien entrada la madrugada, desde “el Pueblo” al “Llano” y regreso, ocho, nueve o diez veces.  Del grupo recuerdo a Luis Ayesta, muerto muy joven, al negro Federico Escobar, un maravilloso hombre mayor, autodidacta, quien sentía orgullo de pertenecer a un grupo joven de ínfulas intelectuales; al Chino Landaeta, marxista empedernido; algunas veces a mi tío, José Rafael Coronel; a Germán Luna, José Balbino León y algunos otros. La estrella intelectual de aquél grupo era Julio Barroeta Lara.

Julio, en 1983, foto de Pedro Zapata, El Nacional. 

Julio era un joven brillante y muy bien parecido, con un sentido del humor avasallante, siempre listo con la frase ingeniosa a flor de labios. En ese grupo aprendí a que me dijeran y a decir, aprendí el arte de la réplica aguda. Éramos lectores intensos de Herman Hesse y de Tomás Mann. Nos considerábamos “lobos esteparios” y nos identificábamos con Hans Castorp. No éramos del grupo de los asistentes a las retretas dominicales, en las cuales los muchachos y las muchachas del pueblo caminaban  por la Calle Guaicaipuro para ver y ser vistos, mientras la banda marcial bajo la dirección de Adelo Alemán tocaba pasodobles. Considerábamos eso por "debajo de nuestra estatura". La verdad es que éramos un grupo de grandes tímidos y no nos atrevíamos a hablar con las muchachas.
En esas caminatas llenas de neblina y aires frescos hablábamos de literatura, de música clásica y de nuestros sueños.  Luna hablaba de ópera, Elio de Hesse, yo de Mann, Luis y José Rafael  de economía y  Julio de muchas cosas,  como nuestro Pico de la Mirandola, todos siempre en un animado diálogo pueblo arriba y pueblo abajo. No recuerdo que nadie tomara licor y creo que solo Federico y Luis fumaban.
 De aquél pueblo de 12000 habitantes, refugio de tuberculosos , especie de Davos Platz tropical, saldríamos los miembros de ese grupo  a perseguir nuestros sueños, uno a París (José Balbino), otro a Italia (Julio), uno a Chile (Luis), yo a Tulsa, Oklahoma, dejando en Los Teques al Negro Federico, siempre esperándonos para poder compartir nuestros éxitos con orgullo o llorar con nuestros fracasos. El día que me fui de Los Teques a estudiar en Tulsa, hace ya unos 65  años, murió el Chino Landaeta en un accidente de tránsito.
Hace tres meses murió Julio Barroeta Lara, mi querido y admirado amigo de Los Teques. Por muchos años disfruté de su amistad. Éramos ante todo “tequeños”. Juntos fuimos a visitar a Aquiles Nazoa en su escondite de Cagua. Juntos continuamos caminando por las calles de Los Teques, hasta que el destino me llevó a otros lugares, para no regresar. Julio siguió viviendo en Los Teques y en San Antonio de los Altos, muy cerca de su querido pueblo. Tuvo que asistir a la transformación de sus y mis  Los Teques, de bello pueblo a horrible ciudad.
Una constante de su vida fue su amor por Los Teques. Escribió con belleza acerca de su gente y de su historia. Siempre lo vi como un ser superior y tuve la inmensa suerte de ser su amigo y de disfrutar por muchos años de su fascinante personalidad, refrescante como una maravillosa champaña BRUT de la mejor marca. Me acabo de enterar que murió hace tres meses en soledad. 
Pasé muchos años sin verlo. Con su muerte, ya no queda ninguno de mis viejos caminantes de Los Teques y de sus madrugadas.  Todos han desaparecido excepto en mi memoria.
Aún los veo, como si fuera ayer: jóvenes, animosos, optimistas, sonrientes, decididos a salir a conquistar el mundo desde nuestra pequeña aldea de montaña venezolana, decididos a perseguir sus sueños en las grandes metrópolis del planeta.
Tuvimos muchos logros pero  nunca podré olvidar la dulzura juvenil de aquellas noches.  
Hasta siempre, queridos amigos de mis Los Teques!   

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Otro valioso ser que se nos va...

Coronel, cuando nos comentara sobre su vision sobre la situacion actual de Espana.

Esperamos atentamente su comentario.

Liliana B.F. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Liliana B.F. dijo...

Sr Coronel buenas tardes lamento la perdida de su amigo y comparto con usted la tristeza que da ver Nuestro Los Teques, quisiera hacerle unas pregunta sobre su professor Jorge Losch alias puyula, estoy haciendo un curso en un Centro de capacitacion Que lleva su nombre voy hacer trabajo sobre el y sus estudiantes seria un honor si usted me podria ayudar... mil gracias! mi correo es deyfrely@hotmail.com