Los caminos menos transitados.

“Dos caminos se separan en el bosque amarillo
me apena que no pueda tomar ambos…
Estaré diciendo esto con un suspiro
Dentro de mucho tiempo….
Dos caminos se separaron en un bosque
Y yo tomé el menos transitado,
Y ello ha marcado toda la diferencia”.

“El camino menos transitado”
Robert Frost.

1.
La primera bifurcación que encontró mi amigo en su camino fue en un cumpleaños, su quinto o sexto. Entraban los niños invitados a la casa, con sus regalos, cuando vió llegar a uno sin regalo. Se le acercó y le dijo que sin un regalo no podía entrar. Su mamá lo oyó y le dijo: “Claro que puede entrar. Es tu amigo. Por eso es que está aquí”.
Desde aquél momento ha tenido claro que los amigos no necesitan traer regalos. Basta con su presencia.

2.
Tendría unos nueve o diez años e iba por la calle en Los Teques, con su mamá. Se toparon con la maestra de escuela quien le dijo a su mamá: “por cierto, debo decirte que tu muchacho faltó a clases el Martes pasado, se jubiló”. Al oir aquello mi amigo se aterró. Ese día, en efecto, se había ido a pescar sardinas a la Quebrada de La Virgen con Alí. Pero, oyó a su mamá contestar: “Creo que no es correcto lo que dices. Mi hijo nunca se ha nunca jubilado, él sabe que no lo debe hacer”.
En efecto, nunca más lo hizo. Ni en la escuela , ni en el trabajo, ni en términos morales, evadiendo responsabilidades. Ese momento lo marcó eticamente para siempre.

3.
Ya en bachillerato, en el Liceo San José de Los Teques, participó en un debate sobre el tema de “quienes van al cielo”. Cuando afirmó que la persona se salva por las buenas obras y no por la fé, los otros jóvenes lo abrumaron con protestas y hasta una que otra cuchufleta. Sin embargo, el joven sacerdote que moderaba la sesión puso orden y dijo: “Creo que lo que él dice merece respeto. Recuerden ustedes que Jesús nos dijo que la casa del padre tiene muchas puertas”. Y luego se le acercó y le entregó una medallita de San Juan Bosco, diciéndole: “Me gusta ver que tienes el coraje de mantener tus convicciones frente a la mayoría”. Hoy, 65 años después, mi amigo se mete la mano en el bolsillo y aprieta la medallita que le regaló aquél joven sacerdote, Rosalio Castillo Lara.



4.
En Tulsa, llegando a la universidad, mi amigo pasó su primera navidad solo, lejos de la casa. En nochebuena estaba en la cola del cine. Iba a pasarla viendo una película. Dos jovenes que estaban en la cola se apiadaron de él, le hablaron y lo invitaron a sentarse con ellas en el cine. Luego lo invitaron a pasar la nochebuena en casa de una de ellas, en familia. Cenó con ellos, lo hicieron sentir bien y apreciado, lejos de casa. La joven de la casa luego conocería a otro venezolano, también estudiante, se casaría con él y regresarían a vivir en Venezuela. Tuvieron cuatro hijos venezolanos y, años después, mi amigo tendría ocasión de ayudar a uno de ellos en un momento crítico en su vida.. Esa familia de Tulsa le enseñó que es preciso dar a los solitarios y a los más débiles toda la generosidad y compasión que podamos.



5.
Ya trabajando en Shell, la maravillosa empresa petrolera en la cuál estuvo por 20 años, entró en una etapa poco satisfactoria de su carrera. Fué enviado a Lagunillas a trabajar como ingeniero de perforación en el lago, realmente una democión. Una noche regresaba de su trabajo a las dos de la mañana, al hotel “Lagunillas”, donde estaba hospedado temporalmente. Había estado lloviendo, el helicóptero había estado a punto de ser alcanzado por un rayo y el pobre estaba cubierto de lodo de perforación de la cabeza a los piés. Al entrar al hotel se topó con una pareja muy distinguida, vestida de etiqueta. El hombre le dijo”Ah, me alegra ver que hay quien trabaja duro en esta empresa, mientras nosotros estamos de fiestas…. Como se llama usted?”
Le dió su nombre. El elegante caballero era un Director del Grupo Shell, de visita en Venezuela. Esa madrugada la carrera de mi amigo cambió y de allí en adelante ascendió de manera ininterrumpida. Siempre pensó que aquel encuentro había sido un evento de azar. Pero luego comprendió que lo imprevisto puede ser decisivo en nuestras vidas y que lo que se llama en inglés “serendipity” (de la isla de Serendipity, en el viejo Ceylan), ese hecho feliz e imprevisto que puede cambiar positivamente una vida, no es enteramente fortuito, solo parece suceder cuando uno está preparado para ello.

6.
Trabajando en Indonesia, en plena dictadura de Sukarno, la situación de mi amigo como empleado extranjero en Balikpapan, en la isla de Kalimantan, no era la mejor. Se le negaba todo, estaba limitado a ir de la casa a la oficina y de regreso a la casa. No había mucho que comer. Un pedido que había hecho a Hong Kong de comida enlatada, leche, etc. tenía largas semanas en la aduana de Balikpapan, sin que la empresa pudiera sacar las cajas. Un día formuló una estrategia y se fué a hablar con el jefe militar de la isla, un marxista furibundo. Le habló en Indonesio sobre sus cajas de comida y sobre la necesidad que tenía de obtenerlas. El militar lo escuchó, sonrió y llamó a un asistente y le ordenó poner “barang barang Tuan” en su jeep. Y le dijo: “Usted es el primer empleado extranjero de la empresa que me habla en mi propio idioma. Usted puede llevarse sus cajas”.
Cuando se es extranjero en un país, hay que respetar sus costumbres, su cultura y sus nacionales. Hay que hablarles en su propio idioma. Es un hábito que da excelentes resultados en la vida.

7.
También en Indonesia, los empleados extranjeros atravesaron una peligrosa crisis. Los trabajadores del sindicato marxista trataron de dar “un golpe de estado” y obtener el control de la empresa sentándose en la silla del Gerente General. Por ello, el Gerente General instituyó un programa de rotación entre los 15 empleados extranjeros, de forma tal que siempre, 24 horas al día, hubiese uno de ellos sentado en la silla cuya ocupación simbolizaba el control de la empresa. Esa confrontación duró cuatro meses, en los cuáles “la silla” estuvo siempre ocupada por los empleados extranjeros. El Gerente General, al irse a descansar, dejaba su escritorio abierto y, en las largas horas sentado en la silla, quien estuviera de guardia podía leer sus informes de personal y las maravillas que esos informes hablaban de ellos. Esto mantuvo la moral de los empleados muy en alto durante aquella dura prueba. No era por descuido que el Gerente General hacía esto, sino por una una estrategia para mantener su pequeño equipo motivado. Aprendió que no importa cuan dura sea la prueba, una persona motivada, con la moral en alto, puede superarla.

8.
Durante la década de 1970 se llevó a cabo la “nacionalización” (estatificación es un término más correcto) de la industria petrolera venezolana. Al principio todo parecía estar encaminado hacia un evento “sangriento” y xenofóbico en una Venezuela donde todos querían ser más nacionalistas que el vecino. En algun momento, sin embargo, los técnicos y gerentes de la industria petrolera, acostumbrados por años a mantener un bajo perfil, comenzaron a participar en el debate petrolero y pudieron mostrarles al país, incluyendo al presidente de la república, que ellos si conocían el negocio. Como resultado, el sector político debió moderar sus tendencias agresivas, lo cuál permitió una “nacionalización” civilizada, un proceso que tuvo mucho de transición organizada. Ese movimiento de los gerentes petroleros se gestó en la mente de unos pocos pero tomó rápido impulso al ser acogido por centenares de profesionales de la industria. Ello le enseñó a mi amigo que una pequeña minoría organizada y con claros propositos puede vencer a un sector político poco competente, aunque este tenga el poder en las manos y parezca todo poderoso.

9.
Años después, en Harvard, mi amigo compartió por escasos días una pequeña oficina con un político Filipino, quien decidió regresar a su país a tomar el bien ganado puesto de líder entre su pueblo. Todos le decían que ese paso equivalía a un suicidio, que el régimen imperante en aquél país nunca le permitiría actuar, que su vida estaría en peligro. Cuando se le hablaba de esto contestaba que uno no puede huir de su destino, que él era una pieza de un proceso que llevaría a la liberación de su país. Benigno Aquino regresó a Filipinas, fue asesinado al bajar por las escalerillas del avión que lo llevaba de regreso, pero su muerte abrió el camino para que su esposa, Corazón, fuese quien llevase finalmente la democracia al país. La saga de los Aquino le enseñó a mi amigo que cada quien tiene un papel que jugar y que nunca se puede olvidar que quien llega a la meta no es el único protagonista en esa gran carrera de relevo que es la historia. El nombre del líder solo representa la cabeza visible, la versión “taquigráfica” que simboliza el proceso que muchos héroes anónimos han hecho posible. Es especialmente en ellos, en esos héroes anónimos, en los cuáles debemos pensar y a quienes debemos agradecer. Esa es la grandeza de la especie. .

10.
Como miembro del Banco Interamericano de Desarrollo el primer trabajo de mi amigo fue en Bolivia. Encontró al país en medio de una horrible sequía y hambruna, con los niños muriendo de hambre en las calles. Regresó a Washington y escribió un artículo para el Washington Post sobre esta tragedia. El BID, logicamente, le llamó la atención por haberlo hecho sin autorización. Creo que estaban a punto de botarlo cuando lo llamaron del Congreso de los Estados Unidos para decirle que habían decidido, en base a su artículo, enviar una donación de $45 millones a Bolivia, para el alivio de la situación de los niños. De casi botado por el BID pasó a casi héroe. La moraleja: aunque seguir nuestros impulsos generosos pueda ser arriesgado no es posible vacilar a la hora de hacer algo por los demás.

Hay muchas encrucijadas similares en la vida de todo ser humano. Es como se reacciona frente a ellas, es el camino que se elige, el que determina nuestra calidad humana. Como Robert Frost ello generalmente se dice con un suspiro, al final del camino menos transitado.