jueves, 13 de diciembre de 2012

Jorge Luis Borges, el que coqueteó con la eternidad (I)


 
Para quienes nunca han visto u oído a Borges, aquí hay una entrevista que le hiciera la televisión española en 1976, cuando tenía unos 77 años: http://www.youtube.com/watch?v=YsRXm5RQJFI . Impresiona su sonrisa y su inocencia de niño.

La genialidad de Borges es hacernos creer, sentir, que está siempre a punto de traspasar la puerta que nos separa del gran misterio. Eso probablemente no corresponde a la realidad. Borges mismo parece haberlo confesado cuando dice: “No soy ni filósofo ni metafísico…lo que hecho es explorar las posibilidades literarias de la filosofía”. Y añadió: “no tengo ninguna teoría del mundo”.  Dice en El Aleph que la solución del misterio siempre es inferior al misterio, en si una gran intuición que parecería alertarnos contra la decepción de lo que nos será revelado…. siempre pensé que sería él quien lo haría.

Lo cierto es que Borges, así como Eliot, Blake, Donne, Kavafis y Pessoa, es uno de mis poetas favoritos, todos por la misma razón, porque van más allá de la epidermis y osan tratar de levantar el velo del cual habló Omar Khayam,con resignación, sin intentar jamás levantarlo. También me gustan Keats y Antonio Machado por otras razones, por la intrínseca belleza de su poesía.

He estado releyendo la obra poética de Borges, en una antología publicada en 1989 por María Kodama. Es presentada en secuencia cronológica, comenzando con su primer libro de versos (pagado por el mismo): “Fervor de Buenos Aires”, 1923. Aquí todavía no está Borges, apenas algunos atisbos de la grandeza que vendrá, como cuando dice: “aquí está el patio que ya no comparten sus ojos, allí la acera donde acechó su esperanza… nos hemos repartido como ladrones el caudal de las noches y de los días”. (“Remordimiento por cualquier muerte”).  
Me gusta lo que dice en “Atardeceres”: “la mano jironada de un mendigo agrava la tristeza de la tarde” y, especialmente, “el silencio que habita los espejos”.  En “Líneas que pude haber escrito…” menciona por primera vez a Whitman, quien será referencia frecuente en su vida.
Dice Borges que ya en ese primer libro está todo Borges pero que "solo él lo sabía".

“Luna de Enfrente”,  1925, su segundo libro de poemas, tampoco es como para saltar de emoción. Borges dice que en este libro quiso comenzar a ser argentino y hasta se compró un diccionario de argentinismos para sazonar sus poemas con estacas y pampas y espadañas. Supo que alguno que otro poema contnidos aquí se salvaría, por ejemplo: “El general Quiroga va en coche al muere”, en donde dice: “Ya muerto, ya de pie, ya inmortal, ya fantasma - se presentó al infierno que Dios le había marcado -  y a sus órdenes iban, rotas y desangradas - las ánimas en pena de hombres y de caballos”. Y de Montevideo dice: “eres el Buenos Aires que tuvimos, el que en los años se alejó quietamente”. Lo mismo que diríamos nosotros del  Quito de hoy, la Caracas que tuvimos. En este poemario asoman ya algunas aisladas genialidades: “el mundo es unas cuantas tiernas imprecisiones”… “yo comparto la tarde con mi hermana, como un trozo de pan”, “He dicho asombro donde otros dicen solamente costumbre”.

En “Cuaderno San Martín” aparece el Borges. En “Fundación Mítica de buenos Aires”  lo leo por primera vez:  “Y fue por este río de sueñera y de barro que las proas vinieron a fundarme la patria?”. Y sigo leyendo: “Lo cierto es que mil hombres y otros mil arribaron - por un mar que tenía cinco lunas de anchura - y aun estaba poblado de sirenas y endriagos - y de piedras imanes que enloquecen la brújula”. No he olvidado nunca aquello de : “una cigarrería sahumó como una rosa el desierto - La tarde se había ahondado en ayeres -  Los hombres compartieron un pasado ilusorio. Solo faltó una cosa, la vereda de enfrente”. 
 Borges llama un poema que aparece en este libro: “La noche que en el sur lo velaron” su “primer poema auténtico”. Allí dice: “Me conmueven las menudas sabidurías – que en todo fallecimiento se pierden – hábito de unos libros, de una llave…” y habla de una vigilia alrededor del muerto “reunida para acompañar y guardar su primera noche en la muerte”.

En “El Hacedor”,  1960, Borges sueña que le dedica el libro a Leopoldo Lugones y que este lo ha aceptado. En este volumen figura el extraordinario “Poema de los dones”, el primero de dos con igual nombre, el que comienza: “Nadie rebaje a lágrima o reproche –esta declaración de la maestría de Dios – que con magnífica ironía – me dio a la vez los libros y la noche…... ojos sin luz, que solo pueden leer – en las bibliotecas de los sueños”. En este poema comienza su obsesión del otro, que lo persigue durante toda la vida.: Al errar por las lentas galerías – suelo sentir con vago horror sagrado – que soy el otro, el muerto - que habrá dado los mismos pasos en los mismos días”. Y añade: ‘” Cual de los dos escribe este poema…..Groussac o Borges..”.
Por qué dice Groussac? Porque Paul Groussac también era ciego. Y Borges imagina que quizás Groussac, no él, escribió ese poema.

En “Ajedrez”, inspirado por Omar Khayam, deja ver un atisbo de lo que será su gran poema: “El Golem”, cuando dice: “Que dios detrás de Dios la trama empieza - de polvo y tiempo y sueño y agonías?”.  Y en memoria de Alfonso  Reyes: “Supo bien aquel arte que ninguno - supo del todo – ni Simbad ni Ulises – que es pasar de un país a otros países y estar integramente en cada uno”.

"Museo", 1960,  es una colección de fragmentos escritos por Borges y por su amigo Casares. Allí encuentro un poema de excepcional belleza, muy breve, titulado “Le Regret D’Heraclite”, el cual dice así: “Yo, que tantos hombres he sido –no he sido nunca aquel – en cuyo amor  (nota: otras versiones dicen abrazo) desfallecía Matilde Urbach”. Aparentemente Heráclito era su filósofo preferido, con su dicho: “Nadie se baña dos veces en el mismo rio”,  es decir, cada momento viene y se va para siempre. Si me apuran mucho diría que nunca he leído un poema de amor tan bello como ese.

“El otro, el mismo”, 1964, es el libro de poemas preferido por el autor, donde pueden encontrarse “El otro poema de los dones” y otros que él considera como de sus mejores,  como “El poema conjetural”, lo que el Dr. Laprida piensa antes de morir asesinado: “ Al fin me encuentro con mi destino sudamericano … en el espejo de esta noche alcanzo – mi insospechado rostro eterno… pisan mis pies la sombra de las lanzas que me buscan… el íntimo cuchillo en la garganta”.  

En “Límites” habla el Borges del misterio eterno: “Para siempre cerraste alguna puerta – y hay un espejo que te aguarda en vano…. creo en el alba oir - un atareado rumor de multitudes que se alejan: son los que me han querido y olvidado; espacio y tiempo y Borges ya me dejan”.

En “El Golem” hay horror, terror y la sugerencia de que todos somos hechuras imperfectas de un creador, arrepentido? :  "Algo anormal y tosco hubo en el Golem –ya que a su paso el gato del rabino se escondía…. En la hora de angustia y de luz vaga – en su Golem los ojos detenía – Quien nos dirá las cosas que sentía - Dios, al mirar a su rabino en Praga?”.

En “Alguien” Borges nos advierte: “las pruebas de la muerte son estadísticas – y nadie hay que no corra el albur de ser- el primer inmortal…

“Everness” merece una transcripción más extensa: “Solo una cosa no hay. Es el olvido. Dios que salva el metal – salva la escoria - y cifra en su profética memoria - las lunas que serán y las que han sido… y todo es una parte del diverso cristal de esa memoria, el universo – no tienen fin sus arduos corredores – y las puertas se cierran a tu paso – solo del otro lado del ocaso – verás los arquetipos y esplendores”.

Quiero terminar aquí, para ir a cenar. Mañana continuo con este pequeño recuento del Borges que utilizó la filosofía como herramienta para su obra poética.

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Habrá gente que no esté de acuerdo conmigo pero una de las injusticias más grandes de la historia es que García Márquez y Vargas Llosa tengan un Nobel y a Borges, por ser un verdadero genio, le haya sido negado de manera tan descarada.