El ex-presidente del Consejo Nacional Electoral, Francisco Carrasquero, uno de los funcionarios públicos más destacados del régimen chavista (por lo arrastrado), regresa con renovado entusiasmo a pedir, como lo hace la mujercita Morales, que la constitución venezolana se adapte constantemente a lo que desea el dépota. Así lo dice: “En el nuevo constitucionalismo todo se puede modificar”. Uno de los aspectos modificables, por supuesto, es la división de poderes, la cuál solo sirve, piensa el arrastrado, para obstaculizar los deseos del déspota.
“No hay que respetar ninguna docrtina, ninguna tradición”, expresó el arrastrado. Piensa que la constitución no es eterna…. tenemos meses que no la reformamos, hemos dejado pasar demasiado tiempo sin tocarla, pensaría el arrastrado antes de dar sus declaraciones. “Lo que es la política, el mercado, todo eso puede ser modificado”, agregó el arrastrado. Al mencionar la política pensó, mientras se jurungaba la nariz, en la presidencia vitalicia para su amo y señor.
El arrastrado argumentó que ya la constitución de 1999 había dejado de lado el concepto de separación de poderes al establecer la necesidad de que cooperasen entre sí. Según el arrastrado la separación de podres imposibilita la cooperación. Por eso será que, por ejemplo, que el ejército, la marina y la aviación no se hablan. O que los cardiólogos, pediatras y dermatólogos no se reunen para comparar experiencias. El arrastrado pretende decirnos que la división institucional entre poderes, uno de los componentes obligados de la democracia, equivale a ausencia de cooperación. Lo cierto es que la falta de colaboración entre poderes viene cuando es un déspota quien da las ordenes, cuando no hay nada que discutir sino acatar los deseos del déspota. El arrastrado sabe esto pero no lo dice porque entonces el déspota le corta el cambur.
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