lunes, 18 de octubre de 2010

Postal de Corea del Norte: el fusilamiento del Jorge Giordani norcoreano y otras historias

 
                             Corea del Sur, iluminada. Corea del Norte, a oscuras: la realidad.                       

En la década de 1990 entre un millón y dos millones de norcoreanos murieron de hambre, mientras las toneladas de comida enviadas por las naciones occidentales se quedaban en manos de los personeros del régimen para ser revendidas a precios exorbitantes. Hoy en día la talla de un coreano del norte es, en promedio, unos diez centímetros menor que la talla de los coreanos del sur. La economía de Corea del Norte es aproximadamente 15 veces menor que la de su vecino. Mientras el PIB per cápita en Corea del Sur es de unos $28,500 (2009), en Corea del Norte se estima en menos de $2000, ya que el gobierno no publica datos económicos.

Durante los últimos años el régimen ha exacerbado las restricciones económicas. Por ejemplo, solo las mujeres mayores de 40 años pueden ser buhoneras. Todos los demás trabajadores deben acudir a factorías estatales, aunque tales factorías no produzcan nada ni ellos reciban salario. La policía supervisa los mercados a diario para confiscar objetos definidos como “ilegales”, algunas veces hasta el maíz y el arroz. La venta de cosméticos, jabones y artículos de tocador, así como chucherías manufacturadas en China está prohibida por razones de “higiene”, pero no son producidas localmente en suficientes cantidades. La venta de ropa manufacturada en China también está prohibida, por ser de colores “muy fuertes”. Solo existe una televisora oficial, la cual emite programas de propaganda del régimen. No hay internet abierto al público.

En Noviembre 2009 el ministro de finanzas y planificación de Corea del Norte, Pak-Nam-Ki, de 77 años,  estableció un “corralito” gigantesco. Eliminó la moneda extranjera y cerró todos los mercados, limitando el dinero que cada quien podía tener a unos $30 y diciendo que, de ese momento en adelante, el gobierno les supliría todo lo necesario Ello llevó el precio de un huevo al equivalente de $11. Un cafecito en la calle se puso a valer $32. La economía simplemente colapsó. El líder de la revolución, Kim Jong-Il, admitió que la decisión había sido apresurada. Que se hizo? A pesar de que el líder había dado su aprobación a tan loco plan, agarraron a Pak-Nam-Ki, el Jorge Giordani de Corea del Norte, como chivo expiatorio y, Púm…lo fusilaron. Sin embargo, el caos producido por la decisión ha sido casi total y la población está, de nuevo, en peligro de morir de hambre. Los mercados no tienen arroz, vegetales, frutas o maíz. Los guardias aduanales que reciben a los visitantes ya no desean recibir whisky como soborno sino arroz.

El líder de la revolución, quien heredó el cargo de su padre, está muy enfermo. Tuvo una hemiplegia parcial y tiene diabetes y problemas renales serios. Por ello, le está dejando el coroto a su hijo, convirtiendo a Corea del Norte en una dictadura hereditaria que ha durado ya casi 60 años. Quienes han vivido en Corea del Norte y han logrado escapar a Corea del Sur o a China, descubren un mundo totalmente desconocido para ellos: mangos, papayas, autos, televisión abierta, internet, gente besándose en la calle, cajeros automáticos, la posibilidad de montarse en un avión para viajar a otros países, la maravilla de una olla que hace arroz sola, todo lo que en su vida en Corea del Norte jamás habían imaginado que pudiera existir en el mundo. Sobre todo, al llegar a esos países dejan de estar siempre hambrientos. En Seúl es posible reconocer a un coreano del norte, no tanto por su acento más gutural que el del sur coreano, sino por su cabeza grande en comparación con las extremidades, señal de malnutrición crónica. En Corea del Sur quienes escapan de Corea del Norte reciben automaticamente la ciudadanía surcoreana y son llevados a un centro de entrenamiento por tres meses, solo para enseñarlos a vivir en una sociedad libre. Al salir, le entregan $20.000 para que comienzen su vida en el país.

Mientras que de noche Corea del Sur brilla desde el espacio, Corea del Norte aparece como un agujero negro, triste y solo. La capital de Corea del Norte, Pyongyang, es la única ciudad que recibe cuidado, ya que es el único sitio del país donde pueden ir los extranjeros. Es una especie de Aldea Potemkin, diseñada para impresionar a los visitantes. El resto del país está en ruinas. En la capital, uno de los hoteles para visitantes, el Yanggakdo, es apodado “Alcatraz”, por estar situado en una isla en el río, lo cual le impide a los visitantes andar libremente por la ciudad. Quien pueda visitar otros sitios en Corea del Norte es siempre acompañado de dos “guías” quienes se vigilan mutuamente y le enseñan al visitante solo lo que ellos tienen instrucciones de enseñar.

La periodista estadounidense Barabara Demick ha vivido en Corea del Sur por diez años, ha visitado Corea del Norte varias veces y ha escrito un reciente libro basado en el testimonio de docenas de norcoreanos quienes han escapado de la pesadilla norcoreana para vivir en libertad. Este libro: “Nothing to Envy, Ordinary Lives in North Korea”, Speigel and Grau, 2010, ha servido de base a esta nota. Yo no he visitado a Corea del Norte. Ni pienso hacerlo!

Leyendo el detallado libro de Demick me parece que el modelo al cual tiende la revolución chavista es el de Corea del Norte, aún más que el Cubano. Si esto es así, ya ustedes se imaginarán para donde va Venezuela, si no le damos un tátequieto al loco.

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