Siempre he querido vivir en sociedad como un buen ciudadano, de la forma más armoniosa posible. En términos sencillos considero que un buen ciudadano es quien se educa lo mejor posible, levanta una familia honesta, trabaja, paga impuestos y las cuentas de los servicios públicos, cumple con sus deberes cívicos y ayuda en lo posible a que la sociedad progrese en base al esfuerzo colectivo. Esto es lo que hice por largos años en Venezuela y ahora hago fuera de mi patria. Considero también que un ciudadano tiene el derecho de buscar la felicidad dentro de la honestidad y ello significa disfrutar de las cosas buenas de la vida, siempre y cuando ese disfrute no se haga a expensas del bienestar ajeno.
Pero desde que Chávez llegó al poder mis posibilidades de vivir como buen ciudadano en mi país se fueron reduciendo progresivamente. Pronto me convencí que, aunque electoralmente legítimo, el caballero se comportaba de una manera crecientemente ilegítima. En 1999 eliminó el congreso elegido democraticamente, el sistema judicial y el consejo electoral y creó instituciones manejadas por sus amanuenses. Dió al traste con el sistema de contrapesos institucionales sin los cuáles ningun sistema de gobierno puede ser llamado democrático. Se hizo aparente que su victoria electoral le creaba un problema, porque hubiera preferido subir al poder mediante un golpe de estado. No estaba preparado para gobernar sino para mandar. Como paracaidista ignorante y resentido no tenía la más peregrina idea de como gobernar. De allí sus frecuentes viajes a Cuba, para que Fidel Castro, su mentor, le enseñara a mandar y a desmontar rapidamente el tinglado institucional que todavía le daba a Venezuela una semblanza de democracia. La combinación de una política de limosnas basada en el ingreso petrolero y su táctica de inspiración castrista de descalificar a los adversarios, llamándolos representantes del pasado, hizo posible que pudiera consolidar su poder político.
Mi primera acusación contra Chávez es que sus limosnas han empeorado el problema de la pobreza estructural venezolana. Repartir dinero como política de estado empobrece al país sin sacar a la gente de la pobreza. Sus limosnas han creado una nueva sociedad, un hombre “nuevo” dependiente de la dádiva y, por lo tanto, un esclavo del régimen. En este sentido Chávez asesinó la sociedad venezolana que encontró a su llegada. Lo que existe hoy es una sociedad degradada, mendicante, dependiente.
De 1999 a 2006 no dió ninguna señal de querer pasar del modo de mandar al de gobernar. Al contrario, se declaró en campaña política permanente y comenzó a gastar el dinero de todos los venezolanos en consolidar su poder en Venezuela y en convertirse en líder de una mafia fascistoide latinoamericana compuesta por parásitos: Castro, Ortega, Morales, Kirchner, Correa, Zelaya, a quienes compró con dinero y petróleo. Por ello sintió la necesidad imperiosa de controlar politicamente a PDVSA, la empresa que le da de comer a los venezolanos. Su empeño en controlarla terminó en Abril 2002, preso y llorando en Fuerte Tiuna. Solo la estupidez de un pequeño grupo y la acción del General Baduel, hoy en la cárcel, hizo posible su regreso.
Mi segunda acusación contra Chávez es el haber mal manejado el dinero de los venezolanos para entregarlo a sus amigotes ideológicos y a los mercenarios que lo han estado exprimiendo en nombre de la “revolución”. Como se han aprovechado de su ignorancia y egolatría para ordeñarlo! Hoy en dia el nombre de Venezuela anda por los suelos, empantanado, confundido con su imagen de coelacanto político, fósil viviente del cursi y pomposo caudillismo latinoamericano.
De 2006 a 2008 redobló esfuerzos para implantar en Venezuela una sociedad a la cubana y convertirse en líder regional y hasta mundial de una coalición anti-estadounidense. Para ello utilizó de manera corrupta e ineficiente los ingresos de la nación y, no contento con esto, aceleró el endeudamiento del país. Hoy dia la deuda nacional llega a cien mil millones de dólares y el ingreso nacional malgastado ha sido del orden de los ochocientos mil millones de dólares. En su intento de convertirnos en otra Cuba miserable y oprimida ha malgastado nuestro patrimonio y ha acentuado la naturaleza represiva, fascistoide, de su mandato. Y cuál ha sido el resultado? Está a la vista. El país está dividido. Lo que llama “revolución” se quedó atascado en el aparato, un mamotreto inservible que solo existe para su entorno inmediato de adulantes, adulantos y adulantas vestidos de rojo escarlata.
Yo lo acuso de haber arruinado a nuestro país en su vano intento de realizar un inepto proyecto de dominación fascista. Chávez y sus cómplices constituyen una mafia de castristas y castrados quienes tendrán que ir a la cárcel.
Desde 2009 el régimen fascista que trató de implantar en Venezuela se encuentra en claro proceso de desintegración. Ya nadie duda que agoniza, solo queda por saber cuando exhalará su último suspiro. Su grotesca revolución se derrumba. Lamentablemente también se derrumba el país. La electricidad, el agua, la comida, la educación, las misiones, la industria petrolera, todo se viene abajo. El crimen es todo poderoso. Sus colaboradores lo abandonan, ratas que saltan del barco que se hunde. Ya ni siquiera manda. Sus órdenes no se entienden ni se cumplen. Su figura obesa y grasosa adquiere cada día más la fisonomía del fracaso. Ahora entra en la última etapa de su propia pesadilla: la de la represión abierta. Esta es una etapa peligrosa para Venezuela y para la región porque una bestia herida es capaz de cualquier acción desesperada. Sus bárbaros armados han sacado a las manifestaciones un gancho de aspecto medioeval para intimidar a los estudiantes. Los periodistas y los humoristas son perseguidos. Como en la Venezuela pre-23 de Enero de 1958 las fuerzas cívicas cierran filas contra la dictadura, mientras algunos hampones como José Vicente Rangel hablan abiertamente de una situación de vida o muerte y llaman a matar.
Yo acuso a Chávez de incitar a una guerra civil como su última carta por jugar. No sabe este hombre lo que es la grandeza, la nobleza, el genuino amor por el país. Por ello quiere, como un Nerón redivivo, pegarle candela a Venezuela. Uno se pregunta para que quiere este hombre mantener una ficción de poder sobre un pueblo que lo desprecia y por el cual no puede hacer nada que no sea destructivo.
Cual es el objeto de mantenerse en Miraflores rodeado de fracasos e indignidades? Por qué insiste este pobre diablo en seguir bateando si está ponchao?
En mi condición de ciudadano venezolano yo le exigo que renuncie. Que se vaya bien largo al Zimbabue, a Corea del Norte, a Libia donde lo reciban, como el “jodio errante”, como la versión moderna del “barinés volador”, destinado a vagar eternamente por todos los sitios forajidos del planeta.
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