martes, 20 de mayo de 2014

Ramón Cornieles


Es maravilloso poder hablar elogiosamente de una persona viva. Generalmente en Venezuela se espera a que la persona muera para hablar bien de él/ella. Aprovecho el cumpleaños No. 90 de Ramón Cornieles para resaltar como, en la industria petrolera venezolana del siglo XX, una carrera destacada dependía esencialmente de los méritos de la persona, la famosa meritocracia que ha sido convertida en mala palabra por el régimen castro-chavista que hoy nos acogota.
Ramón Cornieles y Alberto Quirós Corradi son los mejores ejemplos que conozco de la meritocracia petrolera, aunque hay muchos más. Ambos comenzaron desde abajo y llegaron al tope en sus empresas, debido a la constancia, la perseverancia, el talento y su capacidad para tomar decisiones, algunas posiblemente difíciles o incomprendidas en el momento pero casi siempre  reivindicadas en el mediano plazo.
Cornieles y Quirós son también ejemplos de ciudadanía útil.  A los 82 años Quirós se mantiene como una referencia obligada en las columnas de opinión sobre nuestro país y se acaba de graduar de Magister en Bioética en la Universidad Central de Venezuela (con que se comerá eso? , preguntará Diosdado) y Ramón Cornieles escribe, asiste a conferencias, opina y ejerce a tiempo completo su profesión de ciudadano. Otro quien acaba de cumplir 90 años, muy activo, luciendo casi como cuando tenía 60, es Diógenes Madrid, mi querido Diogenito de la Universidad de Tulsa, compañero de tantos momentos felices de mi vida. Todas las semanas Diógenes se reúne con otros amigos para conversar sobre el país en una especie de Pentágono maracucho.
Pero, volvamos a Cornieles. Lo conocí en su bastion favorito, la refinería de Cardón, la cual él manejó por muchos años. Creo que fué en 1977 que Pequivén, la empresa petroquímica, fué adscrita a PDVSA, a fin de tratar de salvarla del desastre. Aquella empresa tenía unos 4000 empleados y solo necesitaba no más de 1500. EL General Alfonzo Ravard me llamó un día y me dijo que habían decidido enviar a Ramón Cornieles a manejar el rescate de esa empresa. Ello dejaría a la refinería de Cardón sin Gerente  General. Quisiera yo reemplazarlo por uno o dos años?
Como Director de PDVSA yo era una especie de mono de la baraja. Donde me necesitaban iba.  Y para Cardón me fuí.  Para un geólogo sin conocimiento real de la función de refinación, esta no era una tarea fácil. La llevé a cabo, como lo hice es otra historia. Lo importante es que Cornieles se fué a la Petroquímica y la limpió de tal forma que la convirtió en una empresa sana y floreciente en poco tiempo, llegando a convenios con los sindicatos que permitieron rebajar la nómina en unos 2000 empleados. Cuando Cornieles se fué de Cardón me llamó y me dijo: “Mira, Coronel, no te metas con mi refinería. Ella anda perfectamente. Nada de estarla embelleciendo, no cometas pendejadas”.
 Sin embargo, eso fué lo que yo hice: embellecerla, pintar los tanques. De la refinación como tal se encargaron Leo Wilthew y Luis Hernández, quienes si sabían de eso. Un día le pregunté a Crispiniano Rodríguez, Gerente de Personal, que hacían los empleados de la refiner;ía en su tiempo libre. Y me respondió: “lo que usted haga. Si usted juega yoyo, todos van a comenzar a jugar yoyo”.
Yo comencé a sembrar árboles. En esa tarea conté con la colaboración de una magnífica persona llamado Armando Coronel, sin relación familiar conmigo. A la semana de haber comenzado teníamos a una legión de empleados de la refinería sembrando árboles. Creo que allí están todavía esos árboles, ya grandes. A menos que los haya cortado la revolución.
La última vez que ví a Ramón fué hace unos 12-13 años. Me lo encontré en un avión regresando a Maiquetía desde Maracaibo. Me ofreció una colita a Caracas en su auto, el cual resultó no tener operativos los limpia parabrisas. Lo supe cuando nos  cayó un palo de agua en la autopista y tuve que servir de limpia parabrisas humano. Al llegar a Caracas, el auto se nos apagó en la autopista. Quien tuvo que empujar? El suscrito.
Cuando arrancamos de nuevo, Ramón me dijo: “Nos tomamos unas cervezas en Plaza Venezuela”? . Y yo le dije: “Lo que yo voy a tomar es un taxi para la casa, Ramón”.
He seguido su actividad incesante en Internet. Ramón Cornieles:  Un gran ejemplo de buena ciudadanía venezolana!



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esa es la gente buena que tuvimos, gente decente, ahora los malandros rojos lo primero que hacen cuando maduro, la mujer, dafade damidez, la iris gallera o diablodado los enchufa, es comprar cherokee 2014 importada directo del pais al que ellos culpan del desastre de su robolucion.

Víctor J. Silva G. dijo...

Tuve la oportunidad de conocer a Ramón en sus 80+. era una persona apacible, de caráter firme y con una grandisposicíon de aprender y de enseñar. que descances en paz, apreciado amigo.