Septiembre sin alba.

**** Los Jenízaros del Chimborazo voltean sus calderos, las FARC sin mono y sin piedad y un Chávez revolcado.


Septiembre no ha sido un buen mes para el extremismo de izquierda latinoamericano. En Venezuela una mayoría del 53 por ciento le ha dicho a Hugo Chávez que lo rechaza, derrotando su tinglado hamponil que incluye un CNE prostituído, unas fuerzas armadas compradas y el control del dinero y los recursos del estado. En Colombia murió el mono Jojoy la senadora Piedad Córdoba ha sido despojada de su condición de parlamentaria por haberse comprobado su complicidad con el narcoterrorismo de las FARC y su conchupancia con el régimen de Hugo Chávez. En Ecuador, la policía nacional, a la usanza de los jenízaros turcos, voltearon sus calderos protestando por mayores salarios, poniendo al autoritario Rafaél Correa a llorar como resultado de gases lacrimógenos usualmente reservados para el pueblo.

Emulando fenómenos asociados con el calentamiento global un deslave político parece recorrer a América Latina. Se tambalea el extremismo de izquierda en la región, no tanto debido a una activa oposición como a la ineptitud de los líderes extremistas. En Ecuador, Correa había comenzado a hablar de disolver al congreso, en vista de que ni sus mismos partidarios aceptaban sus propuestas. Las FARC perdieron a su jefe militar y se encuentran profundamente desmoralizadas. Sus partidarios en el régimen venezolano y sus voceros colombianos están finalmente recibiendo el repudio de la región. En Venezuela, un Chávez está cada vez más de espaldas al pueblo y ve impotente como se erosionan sus pretensiones de hegemonía regional, de liderazgo mundial y hasta su misma permanencia en el poder.

Los mejores teóricos del extremismo como Heinz Dieterich se muestran indignados por la estupidez de Chávez, quien parece arrastrar al resto de la pandilla izquierdista latinoamericana hacia el abismo. Para Dieterich, ya Chávez parece ser un caso perdido. Su derrota del 26S se combina con el colapso de la economía cubana, las loqueteras de Fidel, la desintegración moral de Daniél Ortega, la frivolidad de la Sra. Kirchner y las cursilerías de Evo (“vamos todos los presidentes para Quito!”), para configurar un cuadro melancólico para las fuerzas de la extrema izquierda latinoamericana. Mucho de este deslave se ha acentuado abruptamente en septiembre.

Como es predecible el acartonado liderazgo político latinoamericano reacciona a estos eventos con lentitud y con característica falta de dignidad. Según Jaua lo sucedido en Ecuador es “un golpe promovido por los Estados Unidos”. Convocan a reuniones de emergencia a UNASUR y a la OEA y presidentes y cancilleres expresan su “preocupación”. Chávez pide piedad para Piedad. El crimen electoral venezolano que le da a Chávez una mayoría de asientos legislativos con una minoría de votos es visto con indiferencia en la región.

Quizás la más eficiente política a seguir en este caso es, como lo hace los Estados Unidos, carecer de una política, darle cuerda al izquierdismo latinoamericano para que cave su propia tumba. La pasividad estadounidense en América Latina parecería estar funcionando sorprendentemente bien.