Venezuela llega al cinco de Julio de 2012, doscientos un
años de la declaración de su independencia, sumida en una gran tragedia. Es la tragedia de una nación dividida, amenazada
de anomía, a menos que podamos torcer el rumbo diabólico que le ha impuesto un
sátrapa mentalmente desequilibrado.
La decisión que tomaron nuestros antepasados ese 5 de Julio
de 1811 costó miles de vidas. Nuestros compatriotas de la época fueron a la
batalla a pesar del alto precio que tendrian que pagar. Fueron a pelear
por la independencia, unos por lealtad a sus jefes pero muchos con plena
conciencia de lo que estaba en juego. Todavía hoy, en las noches tranquilas de
Barrera y Carabobo, uno cree oír los gemidos de quienes allí murieron para
darnos la libertad.
Pero hoy llegamos a un nuevo aniversario con nuestra independencia
comprometida por una invasión de fanáticos enviada por un asesino antillano,
con la aquiescencia de un traidor. Hoy día hay Cubanos en áreas que afectan
intimamente nuestra seguridad como nación. Están entrometidos en nuestros
procesos de identificación, en los cuerpos de seguridad, en el palacio
presidencial, en los barrios, son superfluous intermediarios de compras que
hace Venezuela en el exterior y reciben nuestro petróleo como una dádiva. Quien funge de presidente de
Venezuela es anestesiado en La Habana, no en su tierra, tiene casa allá, hasta
da sus discursos con acento Cubano.
Llegamos a nuestro día de independencia con un ejército que
no garantiza nuestra independencia, colonizado ideologicamente y reblandecido
por los privilegios que la satrapía ofrece a quienes desea comprar.
Llegamos a nuestro día de independencia con una industria
petrolera en manos ineptas y corruptas, hipotecada parcialmente a países
extranjeros a cambio de un dinero que sirve para consolidar un proyecto político
perverso. Llegamos a ese dia con una Faja del Orinoco estancada, con inmensos recursos petroleros no
desarrollados por falta de inversión y de tecnología, así como por la carencia
de una planificación estratégica sensata.
Llegamos a nuestro dia de independencia más dependientes que
nunca de la comida importada y de un solo rubro de exportación, el petróleo.
Hoy hay millones de venezolanos dependientes del estado paternalista, eso
sí, a cambio de vender su lealtad a un enfermo de poder. Una sociedad con tantos millones de dependientes no puede
ser independiente.
Llegamos a nuestro dia de independencia con un régimen
basado en dogmas ridículos y en abuso de poder. Ningun país puede ser independiente
si sufre bajo un régimen politico autocrático, el cual le niega a millones de sus
ciudadanos una efectiva participación en la toma de las decisiones que nos
afectan a todos.
Llegamos a nuestro dia de independencia obligados a escuchar
a un presidente de lenguaje cloacal y ofensivo, a un predicador del odio, a un
hombre quien es la antítesis de un conductor de pueblos. Solo las naciones que
tienen líderes verdaderos pueden llamarse verdaderamente independientes.
Doscientos un años después de aquel cinco de Julio de 1811
tenemos una Venezuela en retroceso. Pero nadie podrá ayudarnos si no nos
ayudamos a nosotros mismos. Solo los venezolanos podemos restaurar la majestad
presidencial y la dignidad ciudadana. Hoy es un día de vernos en el espejo y
enfrentarnos con nuestra trágica realidad,
la cual está más cerca de Haití y de Africa que de Chile y Costa Rica.
No es hoy un día para celebrar nuestra involución sino para decidirnos
a actuar en contra de la tragedia que nos azota, actuar contra el régimen que
abusa de nosotros a fin de revalidar para nuestro pueblo la categoría de bravo
y abandonar la categoría de sumiso que el sátrapa le ha ido inyectando a realazos. No hablo de un golpe armado, en
el cual no creo. Hablo de una abierta e implacable insurgencia moral, algo
mucho más poderoso que un golpe primitivo como el que dió el sátrapa en 1992.
Pido a mis compatriota llevar de nuevo el gentilicio a su
nivel de 1811.
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