domingo, 15 de julio de 2012

Una canción de la infancia




Cuando tenía unos cinco años vivía en la calle Sucre#17 de Los Teques. Nuestros vecinos eran los Taborda, los Caputto y los Infante. A las cinco de la mañana me despertaba porque estaba a cargo de  ir a buscar las arepas para el desayuno. En el fondo de una casa cercana, calle arriba, estaban los budares. Las arepas iban saliendo una a una, su aroma llenando todos nuestros sentidos. Las iban raspando al salir para quitarles el exceso de carbón pero era precisamente ese contacto con el budare lo que les daba el olor y sabor maravilloso.

Yo me alegraba de salir de la cama a horas tan tempranas porque, por alguna razón, a esa edad dormía muy poco. Estaba despierto hasta la medianoche en la cama, oyendo los sonidos y las conversaciones de las casas vecinas a través de las delgadas paredes. Estaba despertando al mundo y todo para mí era nuevo y valioso de escuchar, las risas y los llantos.

Todas las noches me deleitaba oyendo una canción que me cantaba Ramona, quien pretendía dormirme con ella. Ramona fué mi cargadora, a quien vi morir muchos años después, pero no antes de que nos reconociéramos por una última vez, ella de noventa años y yo de unos cincuenta. En aquel momento, una pequeña eternidad después, ella me vió adulto y hasta con bigotes y me dijo, sorprendida, que yo no era su Gustavo. En  efecto, no lo era ya.

Aun así, la cargué en mis brazos y la arrullé hasta su muerte, con la misma canción que ella me cantaba cuando niño.

Esa es una canción que nunca  he podido olvidar y espero que alguien me arrulle con ella el día de mi muerte. Se llama “Palomita Blanca” y es de autor anónimo, de una extrema dulzura. Aquí les transcribo su letra y un arreglo de la melodía para piano, el cual es excelente pero, sin embargo, no refleja exactamente la ternura que siempre he asociado con la canción.


PALOMITA BLANCA

Palomita blanca,
Copetico azul,
Llévame en tus alas
A ver a Jesús!…

Ay! Mi palomita…
A quién yo adoré,
Viéndose con alas,
Me dejó y se fue!....

Me encontré un pastor
Y le pregunté:
“Y a mi palomita,
¿No la ha visto usted?”

Él me contestó,
Con mucho dolor:
“A su palomita
No la he visto yo!...”

Me subí a una torre,
A verla pasar…;
Como no pasaba,
¡Me puse a llorar!....




10 comentarios:

Patrimonio FHE dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Aparte del Himno Nacional y de esta canción se les canta mucho "arroz con leche", es increíble cómo esas canciones se quedan en la mente tantos años después y siguen cantándose a los niños antes de dormir.

Anónimo dijo...

Yo tengo un bebe de 20 meses y se la canto para dormirlo... Muy hermosa. No recordaba las estrofas del Pastor. Gracias!

Unknown dijo...

He amanecido con está canción en mi mente. No la recordaba completa. Está Es la versión que cantaba de niña hoy ha pasado medio siglo de eso.... gracias por publicar esta versión.

CARLOS LUGO dijo...

Yo la Recuerdo con esta estrofa,

"Ella no comía
ni trigo ni arroz
solo se mantenía
con todo mi amor"

Gracias por tan Bello Recuerdo.

Guskraft dijo...

Hoy, casualidad, de la nada, empezar a cantar esta canción. Buscando información sobre ella, encontré tu blog. Saludos

L U Z L O P E Z dijo...

Cuál es la que te sabes?

Unknown dijo...

Esta cancion me recuerda mucho mi infancia...Saludos y bendiciones para todos

Luís Mejías dijo...

Yo nací en el pueblo de Cantaura, Anzoategui, y todas las tardes mi tía Amarilis me cantaba esa canción mientras el cielo se llenaba de arreboles, y una extraña tristeza entraba en mi alma de niño de tan sólo 3 años. El cielo retaba a mi espíritu, y mientras el sol moría en un espectáculo tan bello y grandioso, desde esa edad amé y me pregunté porqué el cielo me hablaba sin decir una palabra. Un día leyendo la Biblia lo entendí: Dios sin yo conocerlo, me estaba arruyando por medio de esa canción, oía la voz de mi tía, pero era Él, Dios, quien me decía que un día lo entendería. JESÚS murió por mi y por quien lo quiera aceptar, que el había creado los Cielos, y esos Cielos contaban de su Gloria. Esa canción tan bonita y triste es un llamado de Dios, lo querrás oír tú?

Anónimo dijo...

Que pavoso