He estado leyendo un volumen que
narra la vida de Winston Churchill desde el punto de su vista de sus palabras,
tanto escritas en sus múltiples obras como dichas en sus discursos en el
Parlamento Inglés, en los teatros de guerra y en las diferentes ciudades de
Inglaterra, Europa y Estados Unidos donde se desplazó incesantemente durante su
vida pública. En una ocasión, durante la II Guerra, cruzó siete veces el Atlántico
en seis meses, para ir a hablar con Roosevelt. El volumen se llama “Churchill: el poder de
las palabras”, por Martin Gilbert (“Churchill: The power of words”, 2012) y
contiene 200 extractos de su obra y discursos durante las diferentes etapas de
su larga y fructífera vida. Fue una vida extraordinaria, llena de grandes
triunfos y grandes derrotas. Como aconseja Kipling, sin embargo, supo
administrar la una y la otra con ecuanimidad. No se dejó seducir por esos “dos
grandes impostores”, como los llamó el poeta.
Churchill fue, alternativamente,
un modelo de precocidad y un politico que experimentaba etapas de estancamiento,
si no de retroceso, en su carrera. A los
16 años le dijo a su amigo Murland de Grasse Evans que algun día él salvaría
Londres e Inglaterra del desastre. A los
23-24 años fue a la India, a Arabia, a Sur Africa como soldado y como periodista
de guerra, haciéndose famoso por escapar de manos de los Boers. Fue derrotado
como candidato al Parlamento a los 24 años. En fin, su vida política sería un
arriba y abajo incesante. El poder de sus palabras lo llevó al Parlamento y, en
varias ocasiones, a los gabinetes ministeriales. Pero fue solo en 1940 cuando
llegó a ser Primer Ministro, reemplazando a Neville Chamberlain. Tenía 65 años,
una edad en la cual se piensa que muchos politicos van de salida. En el umbral de su vejez este hombre
entraba en la mayor y más espectacular aventura de líder politico alguno. En
ese momento dijo: “Sentí como si caminara al lado del destino y que toda mi
vida pasada hubiese sido una preparación para este momento y este reto…. Tenía
impaciencia de que llegara la mañana pero dormí profundamente…”.
Sería muy laborioso hilvanar un
resúmen de este extraordinario documento, haciendo énfasis en las maravillosas
palabras que salían de la mente de aquel hombre. Son muchos quienes han dicho
lo que él dijo pero pocos, quizás nadie, lo han dicho como él. Su palabras eran
mágicas, como pertenecientes a un mundo superior y reluciente, aun en las
ocasiones más difíciles para él y para su patria. Nunca bajó su tono noble. Como
no envidiar a un pueblo que tiene líderes como ese?
En esta nota trato de identificar
cuatro cualidades que creo haber advertido en las palabras y la vida de
Churchill: Grandeza, Sinceridad,
Compasión y Sencillez.
La grandeza de sus palabras fue
sobrecogedora. El hombre habló siempre en un tono que inspiraba a sus oyentes o
a su lectores. Pareció siempre estar colocado en un sitial superior, dando la
sensación al público que quien hablaba podía escrudiñar el futuro o, al menos,
ver bastante más lejos que el común de los mortales. La Sinceridad fué manifiesta.
Hablaba de las victorias obtenidas pero también de las derrotas sufridas. Fustigó
las tiranías alemanas y japonesas pero, al mismo tiempo, alababa la disciplina
y la eficiencia de sus ejércitos. Se opuso al sistema politico soviético pero
admiró abiertamente el heroismo de su pueblo. No vaciló en admitir que el
imperio británico había colapsado en el Pacífico. Churchill no sabía hacer lo
que hoy se llama “spin”, eso de convertir un error en acierto a través de la
propaganda política. Tuvo la suerte de que su pueblo aceptó oir la verdad y
reaccionó positivamente a sus exigencias de trabajo y a sus duras ofertas de
“sangre, sudor y lágrimas”.
La compasión siempre lo acompañó.
Le tocó hablar en el Parlamento a la muerte de sus grandes adversarios
politicos, Chamberlain, entre ellos. No confiaba en De Gaulle y, sin embargo,
reconoció que se había ganado el puesto de líder de la Francia. Se identificó
con el pueblo de su país pero también con el pueblo europeo. Amaba a los
Estados Unidos, no en vano su madre era de Brooklyn, de apellido Jerome. Soñó
con un día en el cual USA e Inglaterra serían un solo país, debido a su
lenguaje y sus culturas tan parecidas. Nunca olvidó a los pequeños. Para ello
tuvo la suerte de contar con una esposa, Clementine, quien lo acompañó durante
el largo trayecto de su vida, siempre sonriente, siempre a su lado.
Y, por supuesto, la sencillez. La
majestad de sus palabras vino, precisamente, de su sencillez, de su
extraordinaria habilidad para presentar los escenarios politicos y sociales más
complejos de manera facilmente asequible al más humilde “cockney” londinés.
Nada de clichés, nada de pomposidad, nada de narcisismo.
La vida de Churchill debería ser
estudiada cuidadosamente por nuestros jóvenes politicos , esos maravillosos
jóvenes quienes tendrán a su cargo marcar el rumbo de la Venezuela nueva. A los 40 años todavía estarán aprendiendo,
pero ya será posible, para ellos, adoptar actitudes de grandeza, sinceridad,
compasión y sencillez desde los primeros momentos de su vida pública. Y esa cualidades los llevarán a los más altos
destinos.
Palabras
de Churchill.
A los 23 años participa en la
batalla de Omdurman y habla de los dervishes: “The roar of their shouting had
swelled like the surf on a rocky shore….their end only anticipated that of the
victors…time will in due course brush both combatants away”.
A los 40 años es miembro del
gabinete. “What does the nation expect of the new national government? Action.
Not hesitation, action; not words, action; not agitation..”.
Y: “The old wars were decided by
their episodes rather than by their tendencies. In this war the tendencies are
far more important than the episodes. Without winning any sensational victories
we may win this war”.
A los 49 años, derrotado, dice: “I
am too old a campaigner to be disheartened by the ups and downs of political
life”.
A los 59 años escribe un artículo
sobre Alemania: “We are confronted with the monstrosity of the Totalitarian
state. All are to think like. No one is to disagree”.
Y a los 64 años dice: “the idea
of handing themselves over, lock, stock and barrel, body and soul, to one man,
and worshipping him as if he were an idol; that has always ben odious to the
whole theme and nature of our civilization”. Suena similar al caso de nuestra
Veneuela.
“I must warn the House that we
cannot guarantee immunity and that we must expect further losses”.
Ante una inminente invasion alemana
a la isla: “Every man and woman will therefore prepare to do his duty whatever
it may be, with special pride and care”. Simple pero grandioso.
Y esta reflexión que es mi favorita:
“The only guide to a man is his
conscience; the only shield to his memory is the rectitude and sincerity of his
acions. It is very imprudent to walk through life withouth this shield ,
because we are often mocked by the failure of our hopes and the upsetting of
our calculations; but with this shield, however the fates may play, we march
always in the ranks of honour”.
Churchill vivió 90 años y meses.
El presidente Kennedy dijo de él : “Reclutó el idioma Inglés y lo envió a la
batalla”.
8 comentarios:
Dr. Coronel: no se si conoce este libro: hitler y churchill: HITLER Y CHURCHILL: LOS SECRETOS DEL LIDERAZGO.
ANDREW ROBERTS, TAURUS, 2003
Si no, se lo recomiendo. Saludos.
4 de Junio de 1940. Una de mis citas favoritas de Churchill:
We shall go on to the end, we shall fight in France,
we shall fight on the seas and oceans,
we shall fight with growing confidence and growing strength in the air, we shall defend our Island, whatever the cost may be,
we shall fight on the beaches,
we shall fight on the landing grounds,
we shall fight in the fields and in the streets,
we shall fight in the hills;
we shall never surrender, and even if, which I do not for a moment believe, this Island or a large part of it were subjugated and starving, then our Empire beyond the seas, armed and guarded by the British Fleet, would carry on the struggle, until, in God’s good time, the New World, with all its power and might, steps forth to the rescue and the liberation of the old.”
Excelente el libro o que propone el amigo Anónimo 1. Por allí lo tengo en la biblioteca. Churchill tuvo una vida espectacular. Quizás lo único que le reclamaría es haber atacado lo que quedaba de la flota francesa en el mediterráneo, algo que hoy todavía se discute mucho y genera controversia de toda clase. Saludos Gustavo.
CURCHILL fue el mas eximio político del Siglo XX. Además de un egregio escritor. Gano el PREMIO NOBEL DE LITERATURA.
Hola:
Churchill tuvo, en efecto, ue ordenr un ataque a la marina Francesa, el cual costó 1200 vidas abordo de esos barcos. En su discurso al Parlamento explicó que se había visto obligado a ahacerlo porque el comandante naval francés insitía en entregar los barcos a Alemania, en línea con el Tratado de rendición suscrito por Francia con Alemania. En ese caso, alegó Churchill, no tuvo otra alternativa que impedir, a toda costa,que los barcos fueran usados contra inglaterra. Un doloroso episodio. Churchil amaba Francia y hablaba bien el idioma.
Como dices, un episodio trágico de la guerra.
Hay un libro, demoledor, sobre lo estúpido de la guerra y donde se resaltan los múltiples errores que se comenten y que cuestan vidas hasta en el mismo bando, así como el horror y la violencia de la guerra total ("la guerra real nunca llegará a los libros" cita el autor -se me escapa a quien cita-)
Tiempo de Guerra, Paul Fussel.Edic. Turner. 2003.
A propósito del libro sobre Churchill y Hitler, es un detallado estudio de dos tipos de liderazgo. Nos hace falta el de Churchill. El otro estilo, con sus variantes, lo estamos sufriendo ahora mismo
Dicen que al enemigo no se le dan armas, pero qué diferencia entre el verbo de un Churchill y lo que tenemos nosotros para enfrentar al sátrapa (*). Lamentablemente esa es la verdad. Esto sería otra cosa si tuviéramos un Churchill.
La tarea que tenemos por delante es titánica. Ojalá quien está recibiendo esa responsabilidad esté a la altura, aunque un lobo viejo como el que escribe lo dude.
(*) Ojo tarifados que pululan ocasionalmente por acá, yo voto por la oposición y, en relación con
el libro sobre Churchill y Hitler, el sátrapa entra en la categoría del liderazgo hitleriano. Realmente un libro muy interesante.
Hablando de liderazgo: ayer, Bill Clinton, con su discurso, le compró la reelección a Obama. Eso se llama liderazgo -más allá de otras consideraciones sobre Clinton-, no la vaina penosa que tenemos en Venezuela, por todas partes
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