El pasado domingo 3 de marzo apareció en El
Universal una entrevista hecha por el periodista Ernesto J. Tovar a Alí Moshiri,
presidente de Chevron Africa-Latinoamérica. Es una entrevista que no puede
considerarse como puramente técnica sino también como política, muy política. Fue,
en mi criterio, desafortunada, no solamente desde el punto de vista ético sino
hasta desde el punto de vista estratégico.
Fue éticamente frágil porque el Sr. Moshiri
avanza una clara demostración de apoyo a un régimen que ha sido funesto para la
industria petrolera venezolana y para la nación misma. Moshiri expresa orgullo
por la estrecha relación que Chevron ha tenido con la PDVSA de Rafaél Ramírez,
una empresa maltratada, muy poco profesional, a la cual la Chevron de Moshiri
le inyectó el año pasado dos mil millones de dólares, con el propósito
declarado de estimular la producción del campo de petróleo pesado Boscán. En la
entrevista Moshiri rehusa dar detalles sobre la utilización que se ha hecho de ese
dinero por parte del régimen, alimentando así especulaciones sobre lo que podía
ser un destino poco ortodoxo. Moshiri también se exhibe orgulloso de su
estrecha relación con el Ejecutivo Nacional, declaración que va más allá de los
límites comerciales para validar un régimen autoritario y anti-democrático que
ha sido nefasto para el país.
En momentos en los cuales las empresas
extranjeras en la Faja del Orinoco exhiben mucha cautela para invertir, dado el
ambiente político negativo existente en el país, Moshiri se muestra optimista, “bullish”, dispuesto a “ampliar las inversiones en
PetroPiar” y hace énfasis sobre como
Chevron y PDVSA “se ayudan mutuamente”, sugiriendo una relación casi simbiótica
que no vacilo en definir como peligrosa para Chevron, no así para la PDVSA de Ramírez,
la cual necesita todo el dinero y ayuda que pueda obtener, al precio que sea.
Moshiri no puede evitar hablar de la
situación de Chevron en Ecuador, donde una conspiración de abogados
estadounidenses y ecuatorianos, ayudados por falsos expertos ecuatorianos, por
jueces corruptos y por miembros del equipo de gobierno de Rafaél Correa con el
concurso del presidente mismo, pretenden extorsionar a la empresa para quitarle
unos 19000 millones de dólares. Moshiri se refiere a esta situación como causada
solamente por un grupo de abogados estadounidenses en contra del país, cuando
esa no es la verdadera historia. Peor aun, Moshiri habla de buscar la
intervención del ALBA y de UNASUR para resolver ese problema, organismos
claramente politizados y al servicio de una ideología anti-empresa. Esto parecería
estrategicamente indeseable pues valida un papel de árbitro para organismos que
no están orientados hacia lo comercial sino hacia lo político.
La entrevista con el Sr. Moshiri tuvo lugar
apenas unos cuatro días antes de que se informara oficialmente la muerte de
Hugo Chávez en Caracas (aunque probablemente no murió en esa oportunidad ni en
Caracas). Ello acentuará aun más la incertidumbre del clima político y
económico en Venezuela y acentúa la naturaleza extemporánea de sus
declaraciones.
En mi opinión, El Sr.Moshiri metió la pata.
Creo que ha olvidado su tarea de mantener su empresa a salvo de los vaivenes
políticos en los países donde tiene actividad, alineándose políticamente y “acostando”
a Chevron, en Venezuela, con una PDVSA
profundamente desacreditada.
Paradojicamente, la corporación ha dado una
gran batalla ética ante la justicia internacional para exponer el fraude del cual
es víctima en Ecuador. Tendríamos que pedirle a la verdadera Chevron ponerse de pie. O, puede una
corporación de inmenso tamaño permitir que coexistan actitudes tan diversas en su
seno?
No hay comentarios:
Publicar un comentario