El balancín que se detuvo
El 23 de diciembre pasado falleció el ingeniero de petróleos Alberto Santiago. Lo recuerdo con afecto desde que fuímos compañeros de estudios en la Universidad de Tulsa, Oklahoma, el alma mater de centenares de venezolanos. Mi recuerdo de Alberto es el de una persona de extrema sencillez, cordial, callado. Terminó su maestría en Tulsa y regresó a venezuela al servicio del Ministerio de Energía y Petrólkeo, donde permaneció por largos años. La vida nos llevó por diferentes caminos pero siempre lo ví como un representante digno de la profesión, un hombre honesto a carta cabal. Le envío a su esposa Aura, a sus hijos, mi sentida condolencia por su pérdida. Para mí, cuando alguien habla del camino de Santiago, pienso en la recta, limpia y fructífera trayectoria profesional de Alberto.
3 comentarios:
Gran persona, Albertico, si mal no recuerdo natural de Lagunillas. Asi hay muchos casos de zagaletones (es decir, jovenes en edad puber) que salieron del pueblo a los Estados Unidos a echarle pichon a los estudios, y volvian. Asi era esa maravilla de pais que era Venezuela.
Y la vamos a recuperar, por Santiago, y por millones mas.
Estos tipos, las polillas rojas, tienen el sol en la espalda, Gustavo.
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