Un amigo me envia las declaraciones del sapo Roy Chaderton, empleado de Hugo Chávez en la OEA, las cuáles transcribo de seguidas:
"Se acuestan en una acera, comen arepas de cochino clandestinamente, les dan jugos y alimentos para mantenerse vigorosos”, aseguró el embajador de Venezuela ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Roy Chaderton. Se trata de estudiantes que obedecen a “intereses, instrucciones e inspiraciones (de la oposición política a Chávez) que no tienen nada que ver con el vigor y la combatividad juvenil”, añadió el diplomático en declaraciones a medios estatales de prensa.
Este sapo no tiene nada que hacer como no sea tratar de defender al corrupto dictador de la oleada de protestas populares que surge en Venezuela: la toma de Guaraguao por los obreros de PDVSA; la huelga en el Zulia; la prisión de líderes sindicales en Guayana; la huelga de hambre estudiantil refozada por huelgas de pisioneros políticos y miembros de otros sectores de la sociedad civil venezolana que se multiplica por todo el país.
Mañana tendremos el placer de gritarle “sapo”enfrente de la OEA, en Washington, cuando protestemos contra él y contra su amo, el indigno adorador de Gadaffi, de Mugabe y de todos los forajidos y asesinos del planeta, a quienes invitó a Margarita la semana pasada, a un costo de U.S. $15 millones para los venezolanos.
Pobre sapo Chaderton, para lo que ha quedado.
Pobre sapo Chaderton, para lo que ha quedado.