Ver escrito de Olga K en : http://polisfmires.blogspot.com/2015/04/olga-krnjajsky-los-chavistas-que-estan.html
Apreciada Olga K:
Como uno de los venezolanos quienes viven en el
exterior le doy las gracias por sus buenos deseos expresados en los primeros
párrafos de su escrito titulado: “A los chavistas que están aquí y a los
opositores que se fueron”, publicado en el blog de Fernando Mires y, veo, que también en Noticiero Digital.
Pero de
seguidas dice usted algo que suena menos amable: dice que lo que toque hacer en
la Venezuela de hoy solo puede ser hecho por quienes se quedaron. No estoy de acuerdo, Olga. Tendríamos que
estar viviendo en el siglo XIX para decir eso y agregar que “los que se fueron no
están”. Digo esto porque la presencia física no es la única presencia real.
También existe la presencia espiritual y anímica, la cual puede ser tan
efectiva o, aún más efectiva, que la mera presencia física. No tiene usted
razón al decir que “lo que toque hacer lo harán solamente quienes estén allá físicamente”.
También quienes estamos fuera de Venezuela podemos hacer aportes reales y
efectivos a la recuperación de nuestra patria.
Dice usted que “lo harán y pagarán las
consecuencias en Venezuela”, como si solo ustedes, por el hecho de no poder o
no querer irse del país, sean quienes paguen las consecuencias de lo que está
sucediendo en Venezuela. Es cierto que nosotros, quienes estamos afuera, no carecemos
de leche, harina PAN o papel higiénico, pero si carecemos de la posibilidad de
vivir civilizadamente en nuestro país, la cual vemos como la única manera aceptable de
vivir en Venezuela. Mientras quienes se han ido no hablan despectivamente de quienes se han
quedado, algunos de quienes se han quedado, como usted, tienden a hacernos
sentir culpables de haber ido a buscar libertad y dignidad de vida en otras
tierras.
Dice usted que, “si ustedes lo hacen bien allá,
ello nos permitirá a nosotros regresar a la patria”. Se equivoca usted al pensar
que solo la presencia física en Venezuela puede darle un vuelco a la situación
venezolana. Para que ello fuera cierto, la población debería estar mucho más
activa en la protesta de lo que está. Le reitero que, desde el exterior, los venezolanos pueden hacer una labor
efectiva en pro del restablecimiento de
nuestra democracia y muchos la están haciendo, probablemente con mayor eficacia
que quienes están allá viéndose el ombligo. No me refiero a usted, a quien no
conozco, sino a quienes hacen sus colas
calladamente y con mansa resignación, o piensan que todo se resuelve con
diálogo y amor entre la oposición y el régimen. .
En su escrito usted es ruda con nosotros, a
conciencia, al decir que cualquiera manifestación que hagamos en el exterior,
en otras calles o en otras aceras, es solo bueno para una reseña de prensa o un
cotilleo twittero. Agrega usted, inclusive, que nuestras iniciativas pueden ser
la excusa para que el gobierno los haga sufrir más a ustedes. Supongo que se
refiere a las sanciones en contra de los bandidos del régimen por parte de USA.
Eso se hizo desde afuera, Olga, no desde las colas de PDVAL o supermercados,
donde los venezolanos otrora libres son tratados y humillados como esclavos.
Usted dice que habla de hechos objetivos cuando nos acusa de
pantalleros. Sin embargo, quienes estamos afuera podríamos decir que en el país
casi no existe oposición sino resignación, cuando no componendas subterráneas
de porciones de la oposición con el régimen.
Usted dice que puede permitirse la crudeza en el
hablar porque cuatro de sus hijas están afuera. Sea usted tan cruda con ellas
como deseé, Olga, pero recuerde que afuera también están un millón de
venezolanos quienes no somos hijos suyos y no nos gusta que nos critiquen por
negarnos a bajar la cabeza.
Usted se va apasionando a medida que escribe. Nos
pide que “no sigamos justificando nuestra partida porque nadie nos lo está
pidiendo”. Quienes estamos afuera no tenemos que justificarnos ante nadie. En
ocasiones, cuando alguien nos ataca por habernos ido, explicamos las razones
por haberlo hecho pero no vituperamos a quienes se han quedado.
Agrega usted algo inaudito. Nos dice: “superen la
culpa con la que solo ustedes se auto flagelan”. Usted delira, Olga. Qué culpa
puede sentir quien va en busca de la libertad y de una vida digna, sin tener
que ser marcados como animales para comprar un pollo en un mercado? Qué culpa
puede sentir quien decide no escuchar a Maduro balbucear sus disparates todos
los días y quien va en busca de una educación y de su auto-realización como ser
humano? No hay culpa en hacer esto, Olga. Lo que sí hay es angustia y solidaridad por quienes dejamos atrás, por quienes no
pudieron o quisieron irse con nosotros.
Pide usted que no les digamos a ustedes desde la distancia
que salgan a la calle a matarse. Nosotros nos hemos limitado a decir que es
preciso rebelarse en contra de la pandilla infame que ha saqueado a Venezuela.
No se trata de incitar a la violencia. Se trata de que la defensa de la dignidad
y de la decencia no se ejecuta desde la cola del supermercado sino en la calle
o en el exilio, que son legítimas manifestaciones de rebeldía.
No sé a quienes se dirige usted cuando dice:
‘Supérenlo. Se fueron. Punto”. Porque la gran masa de venezolanos de la
diáspora que está luchando por ser ciudadanos cabales en otros países no tiene
por qué darse por aludida por sus palabras. No tenemos nada que superar. Quienes
son jóvenes podrán regresar. Quienes no lo somos moriremos afuera, pero de pie.
La patria se lleva adentro, no de la boca para afuera.
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