English version below the spanish version
La visita de funcionarios del gobierno estadounidense al dictador venezolano,
Nicolás Maduro, revela una profunda incoherencia moral y estratégica. Moral,
porque por varios años el gobierno de USA se ha negado a reconocer al régimen
de Nicolás Maduro y ha aplicado sanciones personales a prácticamente todos los funcionarios
de alto nivel de ese régimen, por violaciones a los derechos humanos, por
lavado de dólares o por narcotráfico. Ha llegado al punto de ofrecer $15
millones por la cabeza del autócrata, suma significativa que demuestra cuán
culpable considera USA a Maduro de crímenes contra su pueblo y contra la
seguridad de la región. Nicolás Maduro es uno de los pocos aliados de Vladimir
Putin y ha llegado a decir públicamente que le suministraría apoyo militar. Su
antagonismo evidente contra los Estados
Unidos es asunto de muchos años, primero
como lugarteniente del dictador Hugo Chávez, luego como su remplazo. Estas
sanciones personales impuestas a los chavistas son de orden moral, a diferencia
de las sanciones económicas en contra del régimen que pudiesen definirse como
sanciones geopolíticas orientadas a erosionar al régimen y acelerar su salida
del poder, lo cual se ha logrado parcialmente, aunque no hasta el extremo de
causar su colapso definitivo.
En la visita de la última semana de funcionarios del gobierno de Biden a
Maduro, quien se hizo acompañar por los funcionarios más podridos del régimen,
los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez, se discutieron posibles concesiones
mutuas las cuales representarían una descarada violación de los principios
morales que deberían caracterizar un gobierno democrático. Esa visita, en sí, representa:
UNA ENTREGA DE PRINCIPIOS
1.
un reconocimiento explícito del régimen ilegítimo de Nicolás Maduro, lo
cual lleva inevitablemente a un relativo desconocimiento del gobierno interino
de Juan Guaidó;
2.
Una reversión vergonzosa de la sanción moral mantenida por USA durante años
al chavismo/madurismo;
3.
La posibilidad de la eliminación de sanciones personales y/o económicas al
régimen de Nicolás Maduro. USA pasaría, de catalogar a Maduro como un criminal
con su cabeza puesta a precio, a aceptarlo como jefe de estado, con quien es
perfectamente posible hacer “negocios”;
4.
Una aceptación tácita de que el sistema de justicia en la Venezuela de
Maduro es una farsa. La liberación de dos rehenes de Maduro que se decían enjuiciados
y condenados por el sistema judicial se ha llevado a cabo mediante una simple
llamada telefónica de Maduro a los carceleros. Nos alegra por los rehenes, pero
nos entristece que USA sea parte activa
en esta farsa contra la justicia;
5.
Una admisión por parte de los Estados
Unidos que el crimen paga, al pedir el diálogo en México como parte de las “negociaciones”
efectuadas. Un diálogo que representa una entrega ética de grandes proporciones
y que solo beneficiará a Maduro y a su permanencia ilegítima en el poder.
6.
Una indicación de que los funcionarios culpables de crímenes a los
venezolanos y de apoyo a los terroristas del planeta, desde las FARC hasta
Hezbollah, podrán “negociar’ su impunidad.
UN ERROR ESTRATÉGICO
1.
Todo esto arriba enumerado parece estar sobre la mesa de negociación ¿a
cambio de qué?: a cambio de suministro de petróleo venezolano, en volúmenes que
puedan remplazar la pérdida de petróleo ruso, ya que el gobierno de USA ha
decidido cortar la importación de petróleo ruso;
2.
Esta importación de petróleo ruso a USA representa aproximadamente un 3% del consumo total de petróleo de los Estados
Unidos. Este es un volumen que puede ser remplazado por aportes de países como Brasil,
Guyana, Arabia Saudita, y otros productores. Ciertamente, la producción
doméstica de los Estados Unidos podría incrementarse en ese volumen, o en volúmenes
aún mayores, quizás del orden de hasta un millón de barriles al día.
3.
Estados Unidos podría hacer compras de petróleo para sus reservas estratégicas
a los países del medio Oriente
4.
Estados Unidos podría hacer una intensa campaña informativa para mitigar el
impacto psicológico de la estrechez de suministro temporal, producto de la crisis,
ya que lo que está sucediendo no es tanto una crisis energética como una crisis
política con un importante componente psicológico. Lo que ha hizo Biden ayer fue
un error: anunciar el cese de la importación de petróleo ruso y añadir que los
precios de la gasolina irían a subir. ¡Si lo dice el presidente, todo el mundo
sale corriendo a la gasolinera más cercana!
EL ARREGLO CON MADURO NO ES BUENA IDEA BAJO
NINGUN
ESCENARIO GEOPOLÍTICO
1.
Si la crisis rusa-ucraniana se resuelve en los próximos meses la estrechez
energética tendería a resolverse y la aproximación de Biden a Maduro perdería
mucho de su significado, menos aún del que tiene en este momento;
2.
Si la crisis rusa-ucraniana se intensifica y pasa a ser una guerra mundial,
entonces Venezuela se convertiría en una fuente obligada de suministro de petróleo
para Occidente, en un objetivo de guerra y se impondría un control total de ese
recurso mediante la eliminación del régimen de Maduro, el cual es afín a Putin
y su reemplazo por un gobierno pro-occidental.
Esto es algo que los cascos azules de las Naciones Unidas
y/o la OEA, junto a una legión de voluntarios venezolanos, han debido hacer
años atrás, lo cual hubiera ahorrado mucho sufrimiento a los venezolanos y
hubiese evitado el total colapso nacional que se experimenta hoy. Quienes
sugirieron ese escenario fueron tildados de guerreristas, sedientos de sangre.
Se dijo y se sigue diciendo que “el problema de los
venezolanos lo resolvemos los venezolanos”. En el mundo de hoy cuando alguien
estornuda en el Tibet es porque alguien tiene gripe en Nicaragua. La situación
de hoy en materia de ambiente, de pandemia, de guerra y de energía ilustra
poderosamente esa estrecha interdependencia.
ENGLISH VERSION
The visit of U.S. government
officials to Venezuelan dictator Nicolas Maduro is morally and strategically
incoherent. Morally because, for several years, the US government has refused to
recognize the regime of Nicolas Maduro and have applied personal sanctions to
most of the high-level officials of the regime for human rights violations,
money laundering and/or drug trafficking. The U.S. even placed a $15 million reward
for the autocrat's head, a significant amount that illustrates how guilty they
considered Maduro.
Today Nicolas Maduro is one of
Vladimir Putin's few allies and has gone so far as to say that he would provide
him with military support. His blatant antagonism against the United States has
been known for many years, first as a lieutenant of Hugo Chavez and now as his
replacement. These personal sanctions imposed on the Chavistas are of a moral
nature, unlike the economic and geopolitical sanctions aimed at eroding the
regime and accelerating its exit from power.
Last week's visit by Biden
administration officials to Maduro, who received them accompanied by the
regime's most corrupt officials, brothers Jorge and Delcy Rodriguez, discussed
possible mutual concessions that would represent a violation of moral principles
that should guide the actions of a democratic government. Principles were
surrendered, because:
1. It represented an explicit
recognition by the Biden government of the illegitimate regime of Nicolas
Maduro and a correlative weakening of support to Guaidó’s interim government;
2. A reversal of the moral
sanctions maintained by the US against the Maduro regime;
3. A potential softening of the personal and/or
economic sanctions against the regime of Nicolas Maduro and willingness to “do
business” with the dictator;
4. An acceptance that the justice
system in Maduro's Venezuela is a farce. The release of two Maduro prisoners
who had been tried and convicted by the judicial system was carried out through
a simple phone call from Maduro to the jailers. We are glad for the prisoners,
but saddened to see that the United States played a role in this farce against
justice;
5. An admission by the United States
that crime pays, by promoting a dialogue between Maduro and the opposition in
Mexico. Such a dialogue represents an ethical surrender of great proportions
that will only benefit Maduro’s illegitimate stay in power.
6. An indication that Maduro and
his cronies, who are guilty of crimes against Venezuelans and of supporting global
terrorism, from FARC to Hezbollah, will be able to survive in power with
impunity.
ALSO A STRATEGIC MISTAKE
1. All this listed above seems to
be pursued by the U.S. in exchange for the supply of Venezuelan oil, to replace
the cut in Russian oil import;
2. Such an import accounts for
approximately 3% of the total oil consumption of the United States. This is a
volume that could be replaced by contributions from countries such as Brazil,
Guiana and Middle East oil producers. U.S. domestic production could certainly increase
by, perhaps, 700,000 to one million barrels per day.
3. The United States could also
purchase oil for its strategic reserves from Middle Eastern countries
4. The U.S. government could carry
out an intense information campaign to mitigate the psychological impact of the
temporary supply constraints resulting from the crisis, which has an important psychological component.
THE ARRANGEMENT WITH MADURO IS
A BAD IDEA UNDER MOST GEOPOLITICAL SCENARIOS
1. If the Russian-Ukrainian crisis
is resolved in the coming months, the oil crunch would tend to be resolved.
Biden's approach to Maduro would lose meaning;
2. If the Russian-Ukrainian crisis intensifies and becomes a world
war, then the Venezuelan oil resources would become a war target and the pro-Russian
Maduro regime eliminated.
This is
something that a blue helmet force of the United Nations and/or the OAS,
together with a legion of Venezuelan volunteers, should have done years ago,
which would have saved the Venezuelan people a lot of suffering.
Some Venezuelan opinion makers
say that "the problem of Venezuelans should be solved by
Venezuelans." In today's world, when someone sneezes in Tibet it is
probably due to the fact that somebody has the flu in Nicaragua.
The world is strongly interdependent
and nations can no longer hope to be self sustainable.