APUNTES PARA UNA HISTORIA
DE LA GENTE DEL PETRÓLEO DE VENEZUELA
CAPÍTULO IV
LOS GRANDES GERENTES DEL PETRÓLEO
NOTA:
CAPITULO I PUEDE
LEERSE EN LINK:
CAPITULO II
PUEDE LEERSE EN LINK:
CAPÍTULO III PUEDE LEERSE EN LINK:
En el primer capítulo ofrecimos una historia de los primeros miembros de la
Gente del Petróleo. En el segundo capítulo hablamos del espíritu comunitario y
de los aportes comunitarios hechos por
la Gente del Petróleo. En el tercer capítulo tocamos el tema de los grandes
pensadores, cronistas e historiadores del petróleo. En este capítulo deseamos
abordar el tema de los gerentes venezolanos del petróleo, de algunas de sus características
y de cuál ha sido el balance de su
actuación, especialmente en la etapa que va desde 1970 hasta el final de siglo
XX.
IV. LOS GRANDES GERENTES DEL
PETRÓLEO VENEZOLANO
A la memoria de Guillermo Rodríguez Eraso y de Aberto Quirós Corradi
Me referiré en este capítulo al gerente petrolero venezolano del primer
nivel, es decir, Gerentes Generales, Directores o presidentes de las empresas
petroleras y de la Casa Matriz, Petróleos de Venezuela.
Lo primero que debo decir es que si usted hoy trata de buscar información
sobre este tema en Internet, seguramente se encontrará con algo como esto:
Sep. 7, 2017 - Ocho gerentes de la estatal petrolera de Venezuela -PDVSA- fueron
detenidos por presuntos hechos de corrupción como el robo de crudo,
Oct 12, 2017 - Entre los
detenidos se encuentran gerentes y
directivos de Petróleos de Venezuela (PDVSA).
Nov 21, 2017 - El fiscal general
de Venezuela, Tarek William Saab, ha informado este lunes de que la Policía ha
detenido a 21 gerentes de
la compañía PDVSA
Y mucha más información de este tipo. Pero, no es de esta clase de “gerentes” de quienes deseo hablar en este capítulo. Sobre
esta epidemia de corrupción gerencial en el sector petrolero venezolano durante
la etapa chavista-madurista hablaremos en un capítulo posterior. Aquí deseamos
hablar de los gerentes petroleros de verdad, los hombres y mujeres quienes
manejaron la industria petrolera venezolana desde los años de 1970 hasta el fin
del siglo XX.
Formación
de un gerente petrolero
En el período 1950-1998 la formación de un gerente petrolero venezolano no
dejaba mucho campo a la improvisación. No había sorpresas. Estos procesos
estaban asistidos por expertos en el sector de los recursos humanos. Al llegar a la posición de gerente de primer
nivel de una empresa petrolera, es
decir, un Gerente General de refinería, de un campo de producción, de
comercialización petrolera o de finanzas, el empleado petrolero generalmente ya
tenía una antigüedad de unos 15 a 20 años en la empresa o en el sistema (otras
empresas del sector). Estos empleados, quienes habían ingresado a las empresas
a los 22 años en promedio, recién salidos de la universidad, tendrían unos
38-42 años o más al llegar a esos niveles de responsabilidad. Tenían ya una
formación de años en una organización de tradición, caracterizada por disciplina
y por un sistema de ascensos por mérito. Estaban generalmente casados, con dos
o tres hijos en edad escolar. Sus primeros años habían transcurridos en
actividades propias de su especialización: geólogos, ingenieros de producción y
de yacimientos; geofísicos y petrofísicos, economistas, refinadores, toda la
gama de técnicos necesaria para manejar una empresa petrolera. Los expertos en
recursos humanos asistían a los supervisores en la evaluación de los empleados
y descubrían de manera temprana sus preferencias de carrera, ya estuviesen orientados
a la especialización o hacia una visión más amplia del negocio. Los primeros llegarían
a ser los técnicos de carrera, bien remunerados y progresando en su pirámide de
especialización. Los segundos formarían el semillero de gerentes y ejecutivos
de la empresa y progresarían en una pirámide paralela a la de los
especialistas. De esta manera era posible, por ejemplo, que un destacado petrofísico
pudiera llegar a ganar un salario igual al de un Gerente General o, aún, un
Director de la empresa. Esta progresión de carreras en paralelo permitía a los empleados seleccionar sus
preferencias sin estar presionados por consideraciones puramente monetarias.
En mi caso, siempre pensé que no sería geólogo de carrera. No estaba al
nivel de excelencia técnica de otros colegas quienes si se casarían con la
geología para toda la vida. Amaba y amo a la geología, pero ella no ha sido el
único amor de mi vida y ello fue advertido desde temprano por mis supervisores
y gente de recursos humanos de la empresa SHELL, la cual me becó durante mis estudios en Tulsa,
Oklahoma y me empleó por 20 años. A los
once años de ser geólogo, la empresa me convirtió en un ingeniero de
operaciones de producción, luego en un gerente de exploración de una pequeña
filial (Shell Sur del Lago) y en gerente de relaciones técnicas y de
planificación estratégica, con mucho contacto con los expertos en Desarrollo
Organizacional. En PDVSA fui miembro de la primera Junta Directiva y, en
paralelo, Gerente General de la refinería de Cardón y luego miembro de la Junta
Directiva de Maraven y vicepresidente de Meneven, una carrera de casi 30 años. Cuando
llegué a ser miembro de la Junta Directiva de Maraven tuve acceso a mi archivo
personal y me di cuenta del cuidado y del interés que la empresa había puesto
en el desarrollo de mi carrera.
Actitudes
y Credos del gerente petrolero
Las tareas de un gerente petrolero no tenían horario de trabajo fijo, era
una responsabilidad de 24x7. Para muchos de estos gerentes el trabajo era la
primera prioridad. Pensaban que su deber principal era hacia la empresa. Se
sentían miembros de un cuerpo de gerentes profesionales. El primer presidente
de PDVSA, General Rafael Alfonzo Ravard, los definió así en uno de sus
discursos recogidos en “Petróleos de Venezuela, cinco años de normalidad
operativa”: “La gerencia profesional es la única que debe ser utilizada en el manejo
de las empresas estatales. Es solo en base a la aplicación de principios
gerenciales permanentes y válidos, lo cual requiere una actitud propicia y una
sólida convicción, que el gerente profesional puede remplazar lo que en
empresas familiares tradicionales se deriva de los intereses propietarios”.
En efecto, el gerente profesional no es propietario, no establece sus propias
reglas. No tiene necesidad de inventar sino seguir las normas y procedimientos
establecidos de antemano. Actúa en base a los mejores intereses de la
organización y de sus clientes (stake holders). Participa activamente en el
proceso de toma de decisiones y está siempre listo a defender la empresa y a
desconocer órdenes o a renunciar si advierte que las decisiones no se están tomando
de la manera correcta y transparente. Esta
convicción fue lo que llevó a la Gente del Petróleo a la protesta generalizada
en 2002 y 2003, cuando Hugo Chávez actuó
para politizarla. El precio que pagaron por su actitud digna fue alto. Pagaron
con sus empleos, su seguridad y el futuro de sus familias. Fue un acto
colectivo de sacrificio, algo que – lamentablemente - no todos los venezolanos han sido capaces de
valorar en su justa dimensión. ¿Por qué? Precisamente porque nuestro país
carece de una masa crítica de ciudadanos que sean tan conscientes de sus
deberes como de sus derechos. En la función pública venezolana no existe una
tradición de honestidad y, por ello, las actitudes dignas no son comprendidas.
Ingredientes
esenciales
Los ingredientes esenciales del gerente petrolero profesional y de carrera
generalmente incluían el pleno conocimiento de su tarea, la juiciosa aplicación
de esos conocimientos, la responsabilidad al accionista y stake holders y la
honestidad en la acción. En el caso de la empresa propiedad del Estado el deber
del gerente petrolero profesional se orientaba hacia la defensa del verdadero
interés público, no de los partidos políticos o grupos con agendas propias.
La actividad del gerente petrolero profesional estuvo regida, por mucho
tiempo, por la meritocracia, la cual fue
transformada en una mala palabra en la Venezuela de Hugo Chávez y sus
seguidores, especialmente Rafael Ramírez, Ali Rodríguez y Eulogio del Pino. El
progreso basado en los méritos propios y la calidad de la actuación es la
antítesis de lo que ha ocurrido en la industria petrolera durante los años del
chavismo, dado que la designación y avances de los gerentes chavistas han
estado basados en la lealtad a Chávez o Maduro, no importa cuán ignorantes y
corruptos puedan ser. Peor aún, la
corrupción ha sido promovida como recompensa a la sumisión.
Los
gerentes petroleros con quienes tuve la oportunidad de interactuar
Sería imposible mencionar a todos los gerentes petroleros con quienes tuve
la oportunidad de interactuar, ya que conocí y trabajé junto a docenas de estos
hombres y mujeres. Recuerdo, en especial, a mis compañeros gerentes de Shell,
Maraven, PDVSA y Ministerio de Energía y Petróleo. En Exploración y Producción,
a Gustavo Inciarte, Nelson Vásquez, Alex Lorenz, Brígido Natera, Claus Graf y
Gustavo Feo Codecido. En Refinación a Ramón Cornieles, Luis Hernández, Leopoldo
Aguerrevere y Leo Wilthew. En Finanzas a Pablo Reimpell, José Mavarez y Oliver
Campbell. En Recursos Humanos a Héctor Riquezes, Alejandro Fernández, José
Capobianco, Eustoquio García, Aníbal Martín, José Antonio Lecuna, Nelson
Olmedillo y Antonieta López. En las juntas directivas de PDVSA, Maraven y
Meneven, al General Rafael Alfonzo Ravard, Julio César Arreaza, Alirio Parra,
Luis Plaz Bruzual, José Martorano, Víctor Petzall, Andrés Aguilar, José Rafael
Domínguez, Mauricio García Araujo, Julio Sosa Rodríguez, Pedro Burelli, Luis
Giusti, Ramón Espinasa, Fernando Sánchez, Carlos Padrón Amaré, Gustavo
Aristeguieta, Rómulo Quintero, Ramón Mantellini, Alberto Quirós, Carlos
Castillo, Samuel Wilhelm, Mario Rodríguez, Rafael Pardo, Jorge Zemella, Arnold
Volkenborn, Román Duque Corredor, Emilio Abouhamad, Bernardo Díaz, Francisco
Pradas, Néstor Ramírez, Luis Rivero, Roberto Mandini, Frank Alcock, José
Giacopini Zárraga, Guillermo Rodríguez Eraso, Ernesto Sugar, Jack Tarbes,
Nicanor García, Julio Trinkunas, Arnaldo Salazar, Alfredo Gruber y tantos
otros. Esta es una lista hecha de memoria y necesariamente incompleta, pero da
una idea de la calidad de gerencia petrolera que tuvo el país cuando estos
hombres y mujeres estuvieron al cuidado de la industria petrolera.Tristemente
muchos de ellos han fallecido, algunos relativamente jóvenes como Jorge
Zemella, Carlos Castillo, Mauricio García Araujo o Samuel Wilhem y, en general,
pocos de ellos han dejado un record de sus experiencias en la industria. Esta
contribución es todavía posible y altamente deseable porque la palabra escrita
permanece por más tiempo en la conciencia humana que la palabra que se lleva el
viento. Todos ellos tienen una importante historia que contar.
Gerentes
petroleros y cultura organizacional
Estas notas tienen una apreciable dosis de subjetividad porque es muy poco
lo que se ha escrito sobre el tema. Descanso en mi memoria y experiencia
personal pero reconozco que será necesario que otros petroleros hagan aportes
de sus propias experiencias, a fin de que podamos adquirir una idea clara de
cómo se comportaban internamente estas organizaciones.
A diferencia de lo que suele suceder en el campo político y de las
burocracias gubernamentales, los gerentes petroleros venezolanos no llegaban a
sus organizaciones a comenzar desde cero con el apoyo de sus íntimos
colaboradores. Se insertaban en un engranaje pre-existente, el cual contenía
creencias, valores y actitudes que se habían ido consolidando durante los años
de vida de la empresa. Estos valores, creencias y actitudes corporativas
influían sobre la conducta de los
gerentes individuales. En Lagoven, por ejemplo, los procesos de toma de
decisiones estaban basados en el trabajo colectivo. Las recomendaciones para la
acción se iban madurando de manera progresiva hasta llegar al tope jerárquico,
donde la decisión final rara vez difería de las recomendaciones generadas de
forma colectiva.
En empresas como Corpoven, la cual
fue el producto de una amalgama de varias empresas de mediano tamaño y no
poseía en el momento de su creación el legado de una cultura organizacional pre-existente,
la toma de decisiones poseían ingredientes individuales de mayor peso. Los
gerentes tendían a trasplantar a la nueva empresa la cultura organizacional de
la empresa de dónde provenían.
En Maraven, la cultura
organizacional presentaba diferencias con la disciplina “prusiana” que
caracterizaba a Lagoven. Shell había sido pionera en Venezuela en las técnicas
de desarrollo organizacional, las cuales no rehuían el conflicto en la
organización, considerando su afloramiento como una condición necesaria para su
solución. Maraven heredó este enfoque, el cual permitía a los gerentes de alto
nivel expresar libremente, a veces de manera vehemente, sus puntos de vista, lo
cual generalmente hacía la toma de decisiones un proceso menos tranquilo que lo
que podía suceder en Lagoven. La alta
gerencia de Maraven enfatizaba la importancia de una visión corporativa para
sus directores, en preferencia a una visión funcional. No existían directores
de Exploración y Producción, de refinación o de finanzas como tal, sino
directores corporativos. Se esperaba que todos los directores desarrollasen una
visión integral de la empresa, lo cual ayudaba a minimizar los celos territoriales.
En Meneven, donde estuve por breve tiempo como vicepresidente encargado de
la presidencia, la cultura era predominantemente operacional de producción y
refinación. La toma de decisiones sobre aspectos tales como la comercialización,
y la planificación estratégica habían sido siempre reservadas a la casa matriz
pre-nacionalización. Quizás por esto Meneven no pudo sobrevivir como empresa
filial integrada, a pesar de que su calidad operacional era muy buena.
Los gerentes se insertaban en un engranaje bien consolidado pero no
queremos decir con esto que no pudiesen hacer contribuciones a modificar la
cultura organizacional existente. Las iniciativas de los gerentes podían a
veces cambiar la cultura organizacional pero, rara vez o nunca, el cambio podía
llamarse revolucionario sino, más bien, evolucionario. Líderes excepcionales de
las empresas antecesoras, como fuera el caso de Lee Raymond en Exxon
o John Loudon en Shell, podían
dejar una profunda huella en sus organizaciones. Creo que este fue el caso de
Guillermo Rodríguez Eraso en Lagoven y de Alberto Quirós Corradi en Maraven.
PDVSA, empresa creada para administrar la industria petrolera
nacionalizada, fue un caso especial de cultura organizacional. Fue creada y, de
inmediato, integrada por gerentes y
especialistas llegados de diferentes empresas operadoras o del sector público
venezolano, careciendo, por tanto, de una cultura propia de la organización,
excepto aquellos rasgos comunes de disciplina y eficiencia que prevalecían en
la gerencia profesional de las ex -concesionarias. Allí entró en juego la
habilidad y competencia gerencial de su presidente, General Rafael Alfonzo
Ravard, quien rápidamente estableció un grupo de cinco directrices
fundamentales que habrían de constituir la regla de oro para la nueva empresa.
PDVSA se guiaría por:
· La Normalidad Operativa, ya que la industria petrolera
era una actividad 24x7, no podía darse el lujo de pararse
· La Gerencia Profesional, porque una empresa comercial no
puede manejarse con miembros de una secta política
· La Meritocracia, la recompensa a los esfuerzos y al
comportamiento honesto y profesional
· El Apoliticismo, ya que una empresa no debe convertirse
en un brazo de un partido político o en la herramienta de un caudillo para
consolidarse en el poder, so pena de ir a desastre
· Autosuficiencia Financiera, porque la necesidad de
inversión y de mantenimiento de la empresa debe ser atendida oportunamente
y no puede depender de aprobaciones
burocráticas o politizadas
A medida que pasó el tiempo y el sector político fue perdiendo el respeto
por la industria petrolera que mantuvo en los primeros años de la
nacionalización, esas cinco guías de acción se fueron debilitando. Herrera
Campíns le robó su auto-suficiencia financiera, el bipartidismo adeco- copeyano
erosionó la meritocracia y el apoliticismo y la llegada de Hugo Chávez al poder
le daría el golpe de gracia.
Los
grandes gerentes petroleros venezolanos
Dos hombres ilustran la extraordinaria calidad del gerente petrolero
venezolano: Guillermo Rodríguez Eraso y Alberto Quirós Corradi. Ellos
representan, por cierto, una muestra fehaciente de la democracia y movilidad social
que imperó en Venezuela durante una buena parte del siglo XX. Guillermo Rodríguez
Eraso era miembro de una familia aristocrática, mientras Alberto Quirós Corradi
provenía de una modesta familia, el padre inmigrante canario, la madre merideña
de clase media. Ambos llegaron en base a sus esfuerzos al tope de sus empresas
y de la industria petrolera venezolana, hermanados por el talento.
Guillermo
Rodríguez Eraso
Guillermo Rodríguez Eraso fue miembro de una antigua familia venezolana
que, en 1860, había adquirido la Quinta Anauco, la cual permaneció en su poder
por cien años hasta que fue donada a la Nación en 1958 por los nietos de
Domingo Eraso, Henrique Eraso, Cecilia Eraso de Ceballos y Mercedes Eraso de
Rodríguez Landaeta, la madre de Guillermo, para ser la sede del Museo de Arte
Colonial.
Guillermo nació en Chucán. Edo. Miranda, Venezuela, el
24 de noviembre de 1923. Hizo sus estudios de Primaria y de
Secundaria en el Colegio San Ignacio de Caracas. Se graduó de Geólogo en la Universidad Central de
Venezuela en Octubre de 1945, ingresando de inmediato en la Creole Petroleum Corporación. Realizó estudios de Post-Grado en la Universidad de Stanford hasta
alcanzar el título de Master en
Ciencias.
En Creole comenzó como Geólogo
de Campo, luego fue Geólogo de Investigación, de Reservas y otras posiciones
técnicas de cada vez mayor importancia. Ascendió en la empresa hasta llegar a
ser Vicepresidente de Creole Petroleum Corporation y, después de la
nacionalización, Presidente de Lagoven, posición que conservó hasta el momento
de su jubilación. Falleció en Julio 2012 a los 89 años.
Tuve bastante
contacto con Guillermo, sobre todo después de la nacionalización. Antes de ese
evento las empresas Creole y Shell, donde yo trabajaba, eran grandes rivales,
tenían culturas corporativas diferentes y, como el aceite y el vinagre, eran
difíciles de mezclar. Esa rivalidad se minimizó durante el gran debate que
precedió a la “nacionalización”, cuando los gerentes y técnicos de ambas
empresas reemplazaron sus recelos mutuos
con el propósito común de lograr un proceso lo más beneficioso posible para el
país.
En especial trabajé
muy estrechamente con Guillermo y otros presidentes de filiales en el proceso
de racionalización que llevó las 15 empresas operadoras originales a cuatro
empresas, una tarea cuya coordinación me tocó llevar a cabo durante 1976. Allí
pude calibrar la estatura gerencial de
aquel hombre. Sus lúcidos memos sobre el proceso, sus intervenciones en las
discusiones, su liderazgo, fueron esenciales para llegar al excelente resultado
obtenido, una racionalización operacional y corporativa sin “muertos o
heridos”. La personalidad cordial, culta y respetuosa de Guillermo
fue fundamental para la obtención de ese resultado.
Guillermo
Rodríguez Eraso era un gran caballero, de maneras naturalmente finas y
sencillas. Tenía una sonrisa fácil con la cual desarmaba tensiones o
situaciones incómodas en las reuniones en las cuales participaba. Era un gran
conciliador y ello lo hizo particularmente útil durante la difícil transición
de la industria petrolera concesionaria a la industria petrolera en control del
Estado.
¿Cuál era su
característica como gerente? En la década de 1970, cuando Guillermo ascendió a
la presidencia de Lagoven, la empresa exhibía una disciplinada cultura corporativa de corte
burocrático heredada de Exxon, donde las decisiones se tomaban en el seno de
comités, rara vez por una sola persona. La empresa operaba como un ejército,
férreamente disciplinado, en el cual había poca latitud para el individualismo.
No quiere decir esto que las diferentes personalidades de sus gerentes fueran
asfixiadas por la uniformidad burocrática sino que el proceso de toma de
decisiones seguía un protocolo ya probado en múltiples ocasiones, poco dado a
la improvisación. Por ejemplo, Ernesto Sugar era incisivo y de mecha corta y Jack Tarbes paciente y cordial, pero a nivel
corporativo ambos actuaban armoniosamente, como miembros de un engranaje bien
aceitado.
Guillermo
Rodríguez Eraso, como presidente de Lagoven, fue un hombre de equipo, un
“armador”, enfatizando la acción colectiva a la acción individual. Después de
la nacionalización su papel contributivo se hizo más importante por su estrecha
amistad personal con el presidente de PDVSA, General Rafael Alfonzo Ravard, lo
cual le permitió ejercer mayor influencia sobre las decisiones fundamentales
tomadas por PDVSA en materia de desarrollo de la faja del Orinoco, la racionalización
de las empresas y el sector de la refinación.
Guillermo era
miembro de una clase mantuana venezolana pero su personalidad era sencilla,
campechana, poco dada a la formalidad. En una visita de la directiva de PDVSA y el
General Rafael Alfonzo a Paraguaná el grupo visitó la refinería de Amuay, la
cual se veía reluciente, y la de Cardón, donde yo acababa de ser nombrado
Gerente General, y se veía menos atractiva, aunque estuviera en excelentes condiciones
operacionales. En el viaje de regreso a Caracas, Guillermo hizo algunos
comentarios sobre la apariencia de Cardón que mortificaron mucho a Alberto
Quirós, el presidente de Maraven. Al llegar a Caracas, Alberto me llamó para comentarme
lo duro que habían sido los comentarios sobre Cardón y de allí salió un
programa especial de mantenimiento de las instalaciones en Cardón que coincidió
con, o generó un extraordinario año operativo en la refinería.
En otra ocasión
Guillermo nos visitó en la oficina principal de Maraven, situada en el bello
Edificio La Estancia, donde estábamos celebrando un aniversario de la empresa.
En su entusiasmo los empleados habían adornado las paredes con mucho papel
dorado. Al llegar, Guillermo sonrió al ver aquello y Alberto, intuyendo su
desaprobación, le dijo: “Bueno, Guillermo, tu sabes que hasta un 20 % de cursilería
es aceptable”. Y Guillermo le respondió, secamente: “Pero aquí
se pasaron de ese tope, Alberto”.
Recuerda Gustavo
Quintini que Guillermo instituyó el Carnet para Jubilados, con el cual estos
funcionarios retirados de la empresa tenían libre acceso a sus instalaciones. El
primer carnet fue para el médico jubilado Dr. Augusto León, quien se negaba a
visitar su empresa porque le pedían la cédula a la entrada.
Nos cuenta
Armando Segnini que : “a partir de 1976 la junta directiva de Lagoven, por iniciativa de GRE inicio visitas
regulares (4-5 anuales) con permanencia de 1 1/2 días, incluyendo
recorridos por las instalaciones, presentaciones, conferencias, desayunos,
almuerzos, cenas, eventos en los cuales yo pude intercambiar repetidas
veces con GRE. Luego ya en la junta directiva de Lagoven lograba hablar
diariamente con él”. Agrega: “Guillermo fue un excelente Presidente, ejecutivo
muy capacitado, de carácter prudente, preciso, moderado, educado, equilibrado,
respetuoso y más importante aún, muy querido
y apreciado por todos; logrando mantener a Lagoven en lugar prominente”.
Luis Moreno
Gómez nos dice: “Guillermo fue siempre muy cordial y muy claro en distinguir
entre los negocios y la amistad. Siempre estuvo animado por alcanzar los
mejores resultados para la empresa, el mayor éxito financiero con la menor
inversión posible. Durante su pasantía geológica mantuvo relaciones excelentes
con sus ayudantes de campo para quienes siempre fue Guillermo”. Luis Moreno
Gómez agrega que “Guillermo fue un gran conocedor del venezolano lo cual le
permitió trabajar bien en equipo, ya como gerente o como presidente de la
empresa. Recordaba los nombres de todos los empleados, a todos los niveles.
Usaba notas informales para comunicarse con sus colegas y se orientó mucho
hacia la promoción de organizaciones comunitarias y a la atención de familias
de menores ingresos”. Tuvo una grata manera de generar confianza y estuvo
siempre dispuesto a otorgar su reconocimiento a quien hacía bien su trabajo”.
Héctor Riquezes, experto en gerencia, nos
dice lo siguiente sobre Guillermo Rodríguez Eraso: “Me tocó trabajar para el Dr. Guillermo
Rodríguez Eraso en dos oportunidades, primero siendo él Vicepresidente de
Creole y luego como Presidente de Lagoven. Pocos meses antes de la fecha de la
estatización de la IPN, siendo VP de Creole, Guillermo encabezó
un proyecto destinado a identificar candidatos venezolanos
capaces de reemplazar a los pocos norteamericanos que aún quedaban en
nómina, y planificar el proceso, el cronograma y las condiciones de
substitución. Guillermo me honró invitándome a asistirle en ese
delicado proyecto.
Durante esa experiencia me
impactó su continua y amplia “visión de helicóptero” al tomar en consideración
la incidencia que cada designación de reemplazo tendría sobre la operación,
sobre los colegas y sobre el propio candidato. En cada decisión
consideraba tanto los efectos de corto plazo cómo los de mediano y largo
plazo. Todo esto envuelto con un alto componente de calidad,
profundo conocimiento del ser humano, mucha tolerancia y
disposición a dar un paso atrás para luego avanzar tres hacia adelante.
Riquezes prosigue diciendo: “Cuando
Guillermo era Presidente de Lagoven, yo me desempeñaba en la subgerencia de
Recursos Humanos. En ese tiempo me correspondió hacer presentaciones ante la
Junta Directiva de Lagoven o asistir como invitado a escuchar presentaciones de
terceros. Admiré la técnica que utilizaba Guillermo para presidir la Junta.
Hecha la presentación, atendidas las aclaratorias y respondidas las preguntas,
Guillermo solicitaba al presentador abandonar el salón.
Luego estimulaba la opinión de los directores e
invitados, permitiendo la libre discusión y solo al final intervenía para
exponer lo que consideraba era el consenso del grupo
“dictando la minuta” al Secretario. La precisión de ese “dictado”
mostraba un don de síntesis digno de admiración. Catalogo este estilo
como el del “servant leader [líder servidor]”.
Agrega Héctor Riquezes: “Guillermo fue el
centro de una importante tradición de Creole/Lagoven: el brindis familiar de
Navidad. El estacionamiento de la Empresa era tomado por los empleados y sus
familiares el día de Navidad de cada año para oír las palabras de Guillermo y
brindar con una copa de champaña por los éxitos logrados y por un mejor
año nuevo. En esa oportunidad Guillermo “rendía cuentas” ante los
empleados y de esta forma agregaba un importante ingrediente de humanización a
una empresa que tenía fama de ser muy prusiana”.
Alberto Quirós Corradi
Cuando Alberto
Quirós fue nombrado presidente de Lagoven, ello representó una sorpresa para
muchos. Venía de la presidencia de Maraven, una empresa de cultura
organizacional diferente, gran rival de la empresa a la cual iba a presidir. Es
preciso dar a los empleados de Lagoven de entonces un merecido aplauso por la
manera profesional y disciplinada con la cual recibieron a un gerente de estilo
tan diferente. Al poco tiempo se vería que Alberto era diferente, sí, pero no
por ello menos experimentado y valioso que quienes lo habían precedido en la
presidencia de aquella gran empresa. Al llegar a Lagoven la periodista Marianne
Marrero le hizo una extraordinaria entrevista para la revista NOSOTROS, la cual
me ha servido mucho para escribir esta nota sobre el gran gerente petrolero que
fue Quirós.
En 1952 Alberto
estudiaba medicina en la Universidad del Zulia, cuando la dictadura de aquel
momento cerró las universidades. Alberto debió interrumpir sus estudios y
emplearse en la empresa Richmond en una posición muy modesta, en el patio de
materiales de la empresa. En 1953 ingresó a Shell y fue enviado a Casigua,
remoto lugar del estado Zulia. Cuando se bajó del avión Alberto dice que pensó
en devolverse pero el avión seguía viaje hacia otros sitios aún más remotos. En
Casigua, dice Alberto, aprendió a “no sentirse solo”, conoció el valor de las
pequeñas comunidades y comenzó a apreciar la labor heroica y anónima de quienes
en silencio construían al país.
Durante doce
años Alberto trabajó en los campos de Shell: La Concepción, La Paz, Bachaquero,
Cardón y Lagunillas, donde ocupó su primera posición gerencial, como gerente de
Relaciones Industriales de Occidente. Allí lo conocí yo, alrededor de 1961.
En 1970 Alberto fue
nombrado Director de Comercio y Suministro de la empresa Shell, ya en Caracas.
Y en Noviembre de 1974 fue nombrado presidente de Shell. Ya para ese momento,
Alberto y yo compartíamos la experiencia del intenso debate petrolero que
precedió a la nacionalización. Íbamos juntos a dar charlas y a participar en
Foros petroleros. Nos llamaban el Dúo Dinámico. En el IV Congreso Petrolero
Venezolano compartimos posiciones directivas y dimos la batalla a favor de una
nacionalización hecha profesionalmente, sin pasiones políticas. En 1976 Alberto
fue nombrado presidente de Maraven.
Alberto se
definía a sí mismo como un gerente integral: por formación era un hombre de
Relaciones Industriales, por experiencia llegó a ser un experto comercializador
y finalmente un gerente integral, de esos que poseen una amplia visión del
negocio, lo que él y Guillermo llamaban una visión de helicóptero. Durante su
estadía en los campos conoció el valor de la integración comunitaria, de sumar
voluntades, cualidad que lo haría mentor de jóvenes generaciones. En su etapa
comercializadora aprendió a ver el negocio petrolero como de naturaleza
internacional, no parroquial, la enfermedad que aqueja a muchos quienes hoy
manejan nuestra industria petrolera. En su fase gerencial integral desarrolló
sus cualidades de liderazgo y de visionario petrolero y ciudadano.
Al llegar a
Lagoven Alberto pudo combinar el individualismo que predominaba en Maraven con
la acción colectiva que prevalecía en Lagoven y trató de lograr, con éxitos y
fracasos, la mezcla óptima de los dos estilos. Alberto era partidario de
mantener la pluralidad de operadoras bajo la sombrilla de la casa matriz, a fin
de que no se perdiese la capacidad de comparación que permite evaluar la
eficiencia. La empresa única, decía, era la gran enemiga de la eficiencia y los
ejemplos de Pemex, Pertamina, YPF de Argentina y otras empresas únicas del
estado le han dado la razón.
A diferencia de
la mayoría de los gerentes petroleros Alberto llevó una activa vida pública y comenzó a escribir artículos de prensa y, por
varios años, publicó un libro anual contentivo de los artículos aparecidos
durante el año. Por ello su obra escrita es sustancial. Al hacer esto Alberto rompió otro molde
tradicional, el cual impedía que los petroleros hablaran libremente ante el
país. En especial Alberto escribía frecuentemente sobre el tema del poder
político y del poder empresarial y de su área de interacción. En su criterio la empresa estatal de
petróleos debía ser un ejemplo para el resto de la administración pública, lo
que él llamaba la “contaminación al revés”, pero el área de actividad de la
empresa petrolera estatal debía estar limitada, no debería entrar a tratar de
componerlo todo en el país, pues ello sería peligroso para su propia integridad
corporativa. Hoy vemos como el desvío de la empresa hacia actividades no
medulares ha terminado por arruinarla.
En la entrevista
para NOSOTROS arriba citada Alberto habló de su familia, de Yolanda su esposa y
de sus cuatro hijos; Alberto, Yolanda, Sandra y Ricardo. Pasé muchas horas
felices con la familia Quirós, grandes anfitriones, en almuerzos, cenas o,
simplemente, reuniones a las cuales asistíamos como casi miembros de la familia.
Cuando Alberto, ya enfermo, iba a pasar unos días en Florida, íbamos para allá
a compartir con ellos momentos de amistad, cargados de recuerdos sobre nuestro
pasado común en la industria.
A Alberto le
tocó llegar al final de su carrera sin lograr lo que la meritocracia le
hubiera debido dar: la presidencia de PDVSA. Ya la política se había
metido en la industria y la identificación partidista ya había comenzado a
pesar más que las credenciales profesionales del candidato.
Mucha gente
joven le consideraba como su mentor. No solo fue Alberto un líder de su grupo
generacional sino mentor de nuevas generaciones.
Nos cuenta Luis Pacheco que fue “Durante los eventos del 2002 y 2003, del
mal llamado paro petrolero, que llegué a conocer con más profundidad las
cualidades humanas y de liderazgo de Alberto. A mí me tocó vivir ese ingrato
período muy de cerca, y gracias a la amistad que habíamos construido, Alberto
me invitaba a unas reuniones semanales de discusión política que hacía en su
oficina en la Av. Francisco de Miranda en Caracas. En esas reuniones, en una
oficina adornada de su memorabilia y de copias de los libros que recopilaban
sus artículos, Alberto sostenía audiencia. Rodeado de un verdadero "roster
de estrellas" de petroleros de su época en la industria - Pablo Reimpell,
Mario Rodríguez, Renato Urdaneta, Arnold Volkenborn, Emilio Abouhamad, Alfredo
Gruber, entre los que recuerdo - Alberto indagaba y analizaba la situación y
dirigía el debate hacia propuestas de cómo salir de ese atolladero”.
En efecto, Alberto era un armador, como
también lo era Guillermo, pero – además – era un goleador. Escuchaba mucho pero
desarrollaba sus propias ideas en base a todo lo que escuchaba. Con frecuencia
lograba darle al problema una solución de esas que llaman “outside of the box”,
es decir, muy originales y novedosas.
Características del gerente petrolero
venezolano del siglo XX
·
De actitud
cordial y contributiva
·
Frecuentemente
sencillo aunque absorto en su trabajo, lo cual lo hacía aparecer como desligado
del quehacer nacional o hasta arrogante
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Llevaba a
cabo su trabajo en equipo o daba muestras de brillantez individual, dos facetas
que podían ejercerse en diversos momentos, cuando las circunstancias así lo
dicten
·
Visión de
helicóptero
·
Conciliador
mientras no estén involucrados los principios, pero sin temor al conflicto
cuando ello lo amerite
·
Dispuesto a
poner su posición y su carrera a riesgo para bien de la institución
·
Reflexivo
sobre las consecuencias posibles de sus decisiones
·
Personalmente
íntegro
Los ejemplos que hemos descrito arriba nos
permiten enumerar estas características que le fueron comunes, aunque admito
que están un tanto idealizadas. No pretendo afirmar que todos los gerentes
petroleros venezolanos del siglo XX hayan estado adornados, en igual medida, de
todas estas características. Mi experiencia personal, después de trabajar con
decenas, si no centenares de ellos, me permite decir que, en su inmensa
mayoría, estos gerentes poseyeron en grado apreciable estas características.
Pertenecieron a una gran familia que antepuso su deber a cualquiera otra
consideración.
Yo estoy muy orgulloso de ellos.