La versión en español sigue a la versión en
inglés/ The Spanish version follows the English version
America’s compassion and leadership have been
the source of much national pride and explain why millions of people from other
countries have come to this country to fulfill their American dream made of
equality of opportunities, social mobility, respect for the law, ethical
government, a flourishing environment for the arts and sciences, the chance to
find their place under the sun, where they can be somebody and speak with their
own voice.
President Ronald Reagan found a proper
definition for this America when he spoke, in his farewell address, of a “shining
city upon a hill”, see: https://www.youtube.com/watch?v=c32G868tor0 . He spoke
of moral clarity, integrity, courage, of attributes that in his view
characterized the global posture of America. Reagan had his blunders but he was
mostly able to lead by example.
The same can be said of Woodrow Wilson, always
full of dreams. He proposed Fourteen Points to be implemented after
the First World War, including a League of Nations. His proposal was not put
into practice at the time but still remains as one of the purest expressions of
U.S. political idealism.
And
so was Abraham Lincoln. The Russian writer Leon Tolstoy said: ‘His
greatness consisted in the integrity of his character and the moral fiber of
his being”. His legacy has been one of moral courage and leadership.
His words still resound and move us: “With malice toward none; with charity for
all; with firmness in the right, as God gives us to see the right”….
Franklin
D. Roosevelt emphasized moral leadership. He led the country through economic crisis
and global war and put in motion social security regulations about minimum
wages and protection for labor. We still remember his “Good Neighbor” Policy.
Harry
Truman and his Secretary of State, George Marshall helped the reconstruction of
Europe through the Marshall Plan. In his confrontation with General Mac Arthur,
Truman reasserted civilian rule over the military.
As General
Mark Clark said, and his words can be read in the cemeteries of Europe’s
battlefields: If ever proof were needed
that we fought for a cause and not for conquest, it could be found in these
cemeteries… All we asked was enough soil in which to bury our gallant dead”.
John Kennedy
led the drive to put a Man in the Moon and bring him back alive, a first step
in the travels of Man to the stars. He also was the force behind the Alliance
for Progress and the Peace Corps.
Lyndon Johnson
promoted racial integration efforts and, says Doris Kearns Goodwin, did “the right thing, he did the moral thing, he
did the ethical thing. By making those civil rights laws, by making Medicare,
aid to education, war on poverty, he was trying to bring America closer to our
ancient ideal.”
The ousting of
Richard Nixon called for the action of the political leadership across partisan
boundaries. It was both a tragic and luminous moment in U.S. history.
America has
led the world by example, fighting for universal values and ideals of freedom
and democracy, receiving with open arms the “tired, the poor,
the huddled masses yearning to breathe free".
American global leadership has often been, as someone has said:
strong but not rude; bold but not bully;
humble but not timid; proud but not arrogant.
The essence of American greatness is to have been a world
leader in the maintenance and defense of moral values, democracy, freedom and
universal principles.
But today American political leadership is claiming to be
making America great again by calling for the opposite of this fundamental
posture of supreme concern for the world. The call today is for America First with its
echoes of “Germany, Germany
above all,
Above all in the world”. It is calling for “patriotism” versus Globalism; for
promotion of the use of contaminant fossil fuels against the need of the planet
to resort to renewable energy; for going against global environmental efforts, claiming
parochially that that “our air is clean”, as if air was subject
to political boundaries.
Although the current leadership has shown strong resolve to
help in the fight against cruel and ignorant Venezuelan dictator Nicolas Maduro,
this has not been a globally coherent policy of defense of democracy since, in
parallel, has maintained friendly ties with equally brutal dictatorships, as in
the case of Turkey and Saudi Arabia and has shown inexplicable softness for Russia’s
Putin and, even, paternal tenderness for the dictator of North Korea.
How to really make America great again requires a
reaffirmation of its moral leadership. Today America is drifting away from this
fundamental posture and raising tribal flags. This is the wrong direction to
take for a country so big and powerful, in a planet that has grown so
interdependent, where national boundaries are losing meaning due to the immense
global problems faced by humanity.
VERSIÓN EN
ESPAÑOL
COMO
RESTITUIRLE GRANDEZA A AMÉRICA
El liderazgo
global y la compasión exhibida por América explica la razón del sentimiento de orgullo
nacional y el por qué millones de personas de otros países han llegado a este
país a fin de tratar de lograr su sueño americano, con igualdad de
oportunidades, movilidad social, respeto por la ley, gobierno ético, un
ambiente floreciente en las ciencias y en las artes y la esperanza de encontrar
un lugar bajo el sol, en el cual puedan ser alguien y hablar con su propia voz.
El Presidente
Ronald Reagan encontró una definición apta para esta América cuando habló, en
su discurso de despedida, de la “resplandeciente
ciudad en la colina”, ver: https://www.youtube.com/watch?v=c32G868tor0.
Reagan habló de claridad moral, integridad, coraje, atributos que en su
perspectiva caracterizaban la postura moral de América. Reagan cometió errores
en su presidencia pero – en general -
pudo liderar con el ejemplo.
Lo mismo puede
decirse de Woodrow Wilson, siempre soñador.
Propuso Catorce Puntos a ser puestos en práctica después de la Primera
Guerra Mundial, incluyendo la Liga de Naciones. Su propuesta no prosperó en el
momento pero aún representa uno de los momentos más claros de idealismo
político americano.
Lo mismo
Abraham Lincoln. El escritor ruso León Tolstoi dijo: “Su grandeza consistió en
la integridad de su carácter y en su fibra moral. Su herencia es una de coraje y liderazgo moral”. Sus palabras
todavía resuenan, conmovedoras: “Con
malicia para nadie, con caridad para
todos, con firmeza en el derecho, como Dios nos permite ver ese derecho”.
Franklin D.
Roosevelt enfatizó el liderazgo moral. Condujo a su país a través de la crisis
económica y de la guerra mundial y puso en marcha regulaciones de seguridad
social como el salario mínimo y la protección laboral. Todavía recordamos su “Política
del Buen Vecino”.
Harry Truman y su Secretario de Estado George Marshall
ayudaron a la reconstrucción de Europa después de la segunda Guerra mundial en
base al Plan Marshall. En su confrontación con el general Mac Arthur Truman
reafirmó el control civil sobre el poder militar.
Como dijo el General Mark Clark, sus palabras se
encuentran en los cementerios de los campos de batalla de Europa: “Si se necesitara alguna prueba de que luchamos por
una causa y no por conquista, ella puede verse en estos cementerios… todo lo
que pedimos fue suficiente suelo para enterrar a nuestros valientes muertos”.
John Kennedy lideró el programa que llevó a un hombre a la Luna y lo trajo
de regreso sano y salvo, una primera etapa en la conquista del espacio por el
hombre. Fue también el líder de la Alianza Para el Progreso y de los Cuerpos de
Paz.
Lyndon Johnson promovió la integración racial y, según Doris Kearns
Goodwin, hizo “lo moralmente correcto al
promover las leyes de derechos civiles, creando Medicare, ayudando a la
educación, combatiendo la pobreza. Trató de acercar a América sus ideales
originales”.
La salida de Richard Nixon fue posible debido a la acción del liderazgo político
bipartidista. Fue tanto una tragedia como un momento luminoso en la historia
estadounidense.
América ha liderado al mundo con el ejemplo, luchando por valores de rango universal y por ideales de
libertad y democracia, recibiendo con los brazos abiertos a “los cansados, los pobres, a las masas anhelando
la libertad”.
El liderazgo global americano ha sido
con frecuencia, como alguien dijo: fuerte
pero no rudo; atrevido pero no bravucón; modesto pero no tímido; orgulloso pero
no arrogante.
La esencia de la grandeza de América es
haber sido un líder mundial en la defensa y mantenimiento de valores morales,
democracia, libertad y principios de rango universal.
Pero hoy el liderazgo político americano
pretende hacer a América grande de nuevo mediante la adopción de posturas
opuestas a las de una prioritaria atención a los problemas mundiales. El
llamado hoy es América Primero, eco de aquella “Alemania, Alemania, sobre
todos, sobre todo el mundo”. Se contrapone el “patriotismo” al globalismo. Se promueve la energía fósil, contaminante, a expensas de la
necesidad global de utilización de energía renovable; va en contra los esfuerzos
de conservación ambiental, alegando de manera parroquial que “nuestro aire es limpio”, como el aire
estuviera sujeto a límites territoriales.
A pesar de que el liderazgo actual ha
mostrado un fuerte apoyo a la lucha en contra de la cruel e ignorante dictadura
de Nicolás Maduro en Venezuela, esta bienvenida postura no ha sido coherente a
nivel global, ya que en paralelo con la defensa de la democracia en ese país,
se mantienen lazos amistosos con dictaduras igualmente brutales como las de
Turquía y Arabia Saudita y se ha mostrado una inexplicable debilidad en la relación con la Rusia de Putin y hasta
una ternura paternal con el dictador de Corea del Norte.
Como hacer a América grande de verdad
requiere una reafirmación de su liderazgo moral. Hoy América se está divorciando
de esa postura fundamental para levantar banderas tribales. Esta es la
dirección opuesta a tomar para un país tan grande y poderoso, porción de un
planeta que ha llegado a ser tan interdependiente, en el cual las fronteras
políticas están perdiendo vigencia debido a los inmensos problemas a los cuales
se enfrenta la humanidad.