ESTE ES EL LIBRO DE ERICH KAHLER
ESTE ES LIBRO DE SARAH BAKEWELL
Un libro que adquirí
por primera vez en la década de 1950 aún me acompaña fielmente, tanto en su
edición de 1956 en inglés como en su edición de 1988 en español. En inglés se
titula “Man the Measure”, magistralmente traducido al español y publicado por
el Fondo de Cultura Económica con el bello título de “Historia Universal del
Hombre”. El autor de esta extraordinaria obra fue Erich Kahler, escritor judío
nacido en Viena, inmigrante a los Estados Unidos durante la segunda guerra
mundial y profesor por muchos años en Princeton, donde formó un círculo de
intelectuales integrado, entre otros, por su íntimo amigo Thomas Mann y,
ocasionalmente, por Albert Einstein.
Erich Kahler - quien falleció en 1970 y a quién nunca logré
conocer, - se convirtió, por virtud de ese libro en uno de mis mentores,
ayudándome a comprender el sentido de la vida desde una perspectiva humanista y
estimulando mi afición por la belleza, tanto la existente en la naturaleza como
la creada por el hombre.
El concepto
clave en el libro de Kahler, el cuál
-por cierto –todavía puede obtenerse en Amazon (la edición en español
cuesta $35), es la definición que hace de lo esencial humano, es decir, su
capacidad de trascender, de separarse de los límites de su “yo” para ser capaz
de sentimientos vicarios, incluyendo la empatía. Esa facultad de trascender que
Kahler define como lo tipicamente humano lo lleva a analizar sus tres
manifestaciones: una es la existencia, la segunda es la historia, la tercera es
la actitud propiamente dicha de ser humano. Esto último, nos advierte Kahler,
puede sonar redundante pero no lo es, ya que, a pesar de ser una característica
típicamente humana, dista de estar presente en todos los miembros de nuestra especie. Todos quienes la muestran son humanos pero no
todos los humanos la muestran.
Al estar consciente
de su individualidad y de un mundo que lo rodea, el hombre desarrolla inevitablemente nociones
del tiempo pasado y del tiempo por venir, de historia. Su conciencia de ser
humano lo lleva a ser capaz de ponerse en los zapatos ajenos y establecer relaciones
de amistad, compasión y respeto por la dignidad del ser humano.
He procurado
transitar por este camino toda mi vida y ello me ha proporcionado la felicidad,
la cual se refuerza cada día con mi disfrute de la belleza que me rodea y con
lecturas de autores geniales, capaces de explicarnos asuntos bien complicados
en términos sencillos. En este momento estoy leyendo una de esas obras. Se
llama “Humanly Possible”, (algo así como “Lo humanamente Posible”), escrita por
una filósofa inglesa llamada Sarah Bakewell. Y la verdad es que la señora le
hace honor a su nombre. Ha “horneado” una atractiva historia sobre los últimos
700 años de pensadores humanistas, sus investigaciones y esperanzas.
¿Por qué 700
años?
La autora
decidió asignar el término humanista a aquellos quienes se especializaron en
estudios de lo humano, siguiendo los
pasos de Protágoras para quien “el
hombre es la medida de todas las cosas”
y de Publio Terencio: “Soy Humano y nada de lo humano me es extraño”.
Según la
Señora Bakewell el gran movimiento humanista comenzó con los esfuerzos llevados
a cabo por Petrarca, nacido en 1304 en Arezzo, dirigidos a coleccionar libros,
copiar obras de los autores griegos y romanos y a formar un círculo de amigos
que se dedicaron a copiar manuscritos laboriosamente, textos en peligro de
extinción, como los de Cicerón. Uno de sus amigos, Bocacio, se convirtió en su
gran aliado en la tarea de descubrir y preservar las obras de la literatura de
civilizaciones anteriores.
Otro pionero
del humanismo, el emperador Carlomagno, ordenó a los monjes de su imperio
trabajar duro para recuperar mucho de la literatura extraviada, quienes
lograron desarrollar un tipo de escritura, la minúscula carolingia, que les
permitió hacer su trabajo con mucha mayor eficiencia.
A mediados
del siglo XV hizo su aparición la imprenta, descubrimiento que dio gran impulso
a la causa del humanismo, no sin tener que vencer gran oposición de quienes
pensaban que ello era un atentado contra el “superior” manuscrito de pergamino (así
como hoy muchos rechazan el e-book).
Hacia finales
del siglo XV y mediados del siglo XVI la tendencia humanista invadió las ciencias
naturales, zoología, botánica, hasta la
medicina, cuando algunos poetas como Girolamo Fracastoro escribieron poemas que
versaban sobre la dietética, recomendando no comer cerdo,
pepinos o alcachofas por ser muy difíciles de digerir. Fracastoro recomendaba
el guayacol para la sífilis (inútil, en Los Teques lo utilizábamos para el
dolor de muelas).
En esta
etapa se comenzaron a reproducir los
trabajos de Galeno y apareció la figura extraordinaria de Andreas Vesalius,
nacido en Bruselas en 1514, quién publicó en 1543 su obra magna: “De Humani
Corporis Fabrica”, la anatomía del cuerpo humano. En este siglo también
floreció el excepcional humanismo de Erasmo de Rotterdam, quien como Petrarca
creó un círculo de amigos que lo apoyaron en su obra orientada a la educación. Hoy día Europa mantiene un programa para financiar
viajes y estudios de jóvenes en todos los países de la Unión cuyo nombre es, precisamente, ERASMUS.
Mientras
Erasmo moría, nacía en Francia Michel Montaigne, quien – en sus Ensayos –
definió el humanismo así : “Amo la vida y la cultivo, doy gracias a la
naturaleza y me siento orgulloso de lo que hago. …. No hay nada más bello que
desempeñar bien nuestro papel de hombres, vivir bien la vida y apreciar nuestra
condición humana”.
Los siglos XVII y XVIII vieron llegar a los enciclopedistas como Diderot, a Tomás
Payne, a Goethe. Payne escribió “La Edad de la Razón” y en “CANDIDE”, Voltaire
hizo un llamado a hacer lo que se puede. Esa obra termina con la frase: “Nuestro
deber es cultivar nuestro jardín”).
Este amable libro indica que el humanismo
descansa sobre cuatro principios fundamentales:
- Nada humano
me es ajeno
- Todos somos
humanos pero podemos ser y somos diferentes, condicionados por la cultura local
y nuestra historia
- Nada debe ser
aceptado por venir de una autoridad, todo debe estar sujeto a comprobación
- La vida buena
debe ser la vida moral
APÉNDICE
RESUMEN
DE LA DECLARACIÓN DE LA ASAMBLEA GENERAL DE HUMANISTAS, GLASGOW, 2022
Los
cuatro elementos fundamentales de la filosofía humanista de la vida, con los
cuales concuerdo, aunque tengo total respeto hacia quienes pudieran no pensar
de igual manera:
- Los humanistas se esfuerzan en ser éticos, ya que la moral debe ser inseparable de la condición humana
- Los humanistas se esfuerzan en ser racionales.
- Los humanistas se esfuerzan por vivir plenamente, apoyados en la belleza de la naturaleza y de la obra humana
- En el humanismo podemos encontrar una razón y un sentido para la vida